Compartimos con nuestros lectores la columna de opinión con su visión sobre el futuro inmediato de la cadena de ganados y carnes escrita por Carlos Federico Kohn, quien se desempeña como profesor de la Universidad Austral y de la cátedra de Producción Animal de la Universidad de San Pablo en Tucumán.
Hay una película icónica en donde se relata la experiencia de un malhumorado cronista de televisión que va a relatar un evento en Estados Unidos acerca de la salida de la marmota luego del invierno. La salida de este animalito y su comportamiento indica las circunstancias climáticas venideras. La película trata de la repetición constante a la que es sometido el cronista estrella, uno y otro día sin poder salir ni siquiera de ese pueblo en cuestión.
Al estilo de este largometraje, la ganadería argentina parece ser “víctima” de la repetición sistemática de eventos de sobreoferta de hacienda, quebrantos en la rentabilidad, reducción del rodeo, caída de oferta y sucesivamente suba de precios. Así se nos pasan las oportunidades de modernizar la cadena de valor cárnica y hacerla sostenible, tanto para los productores y distintos eslabones como para los consumidores locales y extranjeros.
En este contexto, ¿cuáles son los indicadores distintos y decisivos que puedan marcar una circunstancia particular en estas repeticiones? La pregunta que se hacen los invernadores, en particular los feedloteros, es en qué momento de este año los precios de la hacienda gorda subirán y si esa suba logrará para recuperar terreno frente a los valores de la inflación general.
Un análisis serio no puede basarse solo en el indicador oferta de hacienda. En este sentido, hay que tener en cuenta los costos operativos de la cadena, ya que actúan en forma inversamente negativa a la capacidad de los operadores de compra, abastecedores, carnicerías y frigoríficos. La suba en la logística de transporte, tanto de hacienda en pie como de la carne, limita la capacidad de pagar mejores precios, ya que es imposible trasladarla al precio de la carne al consumidor por la gran caída en el poder adquisitivo de la población.
La suba en el costo de la faena, energía, insumos y salarios es otra variable que actúa de forma inversa a la suba de precios de la hacienda gorda. También y no menos importante es la suba de costos fijos, símil al de la faena, en los canales de venta al público, carnicerías, supermercados, plantas ciclo 2 y otros.
Los datos duros con respecto a la oferta futura de hacienda gorda nos indican lo siguiente: la ocupación en los feedlot (jugador decisivo en el consumo interno) es del 72,57% de la capacidad instalada. En 2022 este dato nos arrojaba el 71%. La reposición de hacienda en corrales (mide por cada animal que se vende cuántos se reponen) nos da 1,16, mientras que en el 2022 era un poco mayor de 1,24, según datos de la Cámara del Feedlot. No es demasiado diferente el panorama al año anterior.
En cuanto a la demanda, aquí tenemos una leve suba de consumo aparente por habitante. Mientras que en el 2022 este indicador mostraba que el argentino consumía unos 48,50 kilos por habitante/año, en estos primeros meses del 2023 el mismo indicador está en 50,80 kilos. No subió demasiado a pesar de la gran oferta de hacienda, producto de la sequía en mayor medida este primer semestre del año.
Aquí es importante marcar la tendencia de los últimos 10 años, que es definitivamente (salvo estos meses particulares) a la baja en el consumo de carne vacuna.
Y el dato que le importa a los productores, ¿cuánto perdió en relación a la inflación el precio de la hacienda gorda? Para este mismo mes del 2022 el novillito de consumo estaba en 325 pesos, hoy está en 530 pesos, con una suba interanual del 63%. La inflación general está en 114%. La pregunta del millón es: ¿Podrá el novillo gordo recuperar ese 51% de diferencia negativa en el corto o mediano plazo al menos? Otro dato para pensar, mientras que el plus negativo en la hacienda versus inflación es de cincuenta puntos, en la carne vacuna (tomando un promedio de cortes) es del 20,9%.
En síntesis, es muy difícil una recuperación de los precios de la hacienda gorda que equipare a la inflación. Una suba considerable no escueta como las que vienen sucediendo, sólo se puede dar con una crisis seria de oferta. La crisis que por los datos de la cría se dará inevitablemente en el 2024.
La variable costos fijos de la industria y comercio, sumados a la caída del poder adquisitivo de la población, ponen un techo a la Hacienda para consumo. Los “días de la marmota” -por más que se parezcan- no son idénticos si se los sabe leer correctamente.