La mano viene así. El jueves pasado el presidente Alberto Fernández cantó truco al anunciar -a través de las redes sociales- la adjudicación a la Argentina de “un cupo de 100 mil toneladas de porotos negros por año” para exportar a México, uno de los destinos más soñados por los productores locales, afincados sobre todo en Salta. Alberto dijo textual que que esa decisión “significa unos 140 millones de dólares para las provincias del NOA”.
Obviamente no vimos las cartas del gobierno, pero sospechamos de que, si no estaba mintiendo, por lo menos andaba agrandando, exagerando. ¿Tendría algún ancho escondido?
Siempre ha sido muy difícil hacer negocios de exportación de productos agropecuarios con México. Se trata de uno de los principales importadores de alimentos del mundo y los argentinos somos grandes exportadores. Pero aún así, siempre ha sido muy difícil, casi imposible. Ese país es socio del Nafta y está al lado de Estados Unidos, que prácticamente produce todo lo que tenemos en la Argentina. ¿Por qué entonces habría ahora de ser distinto? En el truco, se sabe, siempre pierde el que confía demasiado.
En un ejercicio periodístico habitual, que implica poner en duda todos los anuncios de los sucesivos gobiernos, especialmente cuando no están acompañados de datos duros, dejamos de pensar en las cartas del presidente para poner la mirada sobre nuestro propio juego. Miramos nuestros naipes y dijimos “quiero”. Queríamos ver. Ya eran dos puntos los que estaban en juego.
Somos periodistas especializados en agro desde hace rato. Por eso hablamos con exportadores de legumbres, con algunos productores, con dirigentes rurales del norte y hasta con algún ex funcionario. Nadie confiaba demasiado en el anuncio oficial y dudaban del juego del gobierno. Tampoco había habido en las últimas semanas una ronda de negociaciones formales con México ni nada por el estilo.
“Quiero retruco”, cantamos y publicamos la siguiente nota, que tuvo una alta repercusión:
Alberto y Felipe se anotaron un poroto, pero mintiendo como en el truco
Nosotros no teníamos demasiadas cartas en la mano, apenas un dos, quizás un tres. Pero creímos tener suficiente información como para levantar la apuesta. Fue así que comprobamos que la cuota de importación de porotos de México no era exclusiva para la Argentina sino que allí se competía con otros países proveedores, en especial Estados Unidos y Canadá, que aprovechaban ese cupo de 100 mil toneladas para hacer buenos negocios porque los aranceles de ingreso a México bajaban del 45% habitual a 0%. También descubrimos que no era un mecanismo nuevo, sino que ya había sido habilitado en 2017. Había documentos oficiales de la propia Cancillería que así lo mostraban. Incluso ya habíamos exportado poroto a México, pero en cantidades muy reducidas.
“Retruco”, repetimos.
El tucumano Jorge Neme, actual secretario de Relaciones Comerciales Internacionales, fue el encargado de cantarnos el “quiero vale cuatro”. Blandiendo sus cartas, nos replicó diciendo que el presidente no estaba mintiendo ni nada por el estilo. Ratificó que la Argentina iba a poder exportar este año 100 mil toneladas de porotos negros a México libres de aranceles. La cosecha en el NOA está a días de comenzar y para los productores salteños contar con un mercado alternativo a Brasil sería como lograr un sueño. ¿Por qué dudar?
No me muestra Neme todo su juego, pero me lo insinúa. ¿Tendrá un ancho escondido por ahí? Expone tanto entusiasmo que me hace dudar sobre mi juego, la esencia del truco, nuestro juego más popular. Me dice que la Argentina producirá este año entre 350 mil y 400 mil toneladas de porotos de todas las variedades, pero que más de la mitad, unas 200 mil, serán poroto negro. Como es normal, el país deberá salir a exportar ese volúmen, porque aquí el consumo es minúsculo. Brasil, como siempre, sería el gran comprador para su feijoada, pero ahora apareció con mucha fuerza la opción mexicana.
-Pero Jorge.. ¿Por qué creen que esta vez si le vamos a poder vender 100 mil toneladas a México si otros años eso mismo resultó una misión imposible?
Neme me apabulla con señales, como buen jugador de truco. Me dice que México, por su tradición gastronómica, es el principal consumidor mundial de poroto negro; que consume 1 millón de toneladas pero solo produce 700 mil; que las 300 mil toneladas que necesita habitualmente las aporta Estados Unidos, pero que este año ese país se quedará sin saldo exportable, por un crecimiento de su propio consumo de legumbres. Me envía un recorte de una nota que habla de un boom del consumo de la comida “tex mex” en los Estados Unidos en medio de la crisis del coronavirus.
Neme insiste. Dice que todo está servido para ingresar con todo en ese mercado, para copar con porotos de nuestro norte el país del norte. Su mejor carta es el diálogo directo con Víctor Villalobos, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), a quien tanto él como el canciller Felipe Solá conocen bien desde la época en que ocupaba un alto cargo en el IICA (Instituto Internacional de Cooperación para la Agricultura). Ese buen trato, argumenta el funcionario, es el que ha convencido al gobierno que es posible ganar esta partida.
Le pedimos precisiones a Neme antes de aceptar su “vale cuatro”. Nos informa que la apertura del contingente mexicano de importación de porotos negros estará nuevamente abierto entre el 15 de agosto y el 30 de noviembre, y que esto permitiría a los exportadores locales ingresar en ese mercado con arancel 0% en “contraestación”, antes de que empiece la cosecha de “frijoles” en el Hemisferio Norte. “No habrá otro oferente en el mercado”, garantiza un Neme enfático, alentando a los productores argentinos a comenzar a preparar ya mismo sus cargamentos, pues los envíos deberían comenzar a fines de junio o julio para poder entrar por esa ventana.
-¿Entonces estás convencido de que se podrán exportar esas 100 mil toneladas?- insistimos.
-Pero sí, claro. Poneme con nombre y apellido- contesta Neme, que afirma además que por la inminente apertura de este mercado, que ofrece valores cercanos a los 1.000 dólares por tonelada, los precios locales del poroto ofrecidos al productor ya han comenzado a mejorar fuerte, desde unos 350 en diciembre a unos 550 dólares por tonelada en la actualidad. Según esta visión, el factor México colabora entonces a que “se valorice” la producción local en unos 140 millones de dólares.
En este “chico”, el vicecanciller comparte dupla con Miguel Medina, un importante empresario porotero de Salta que además preside la Asociación de Productores de Legumbres del NOA. En diálogo con Bichos de Campo, Medina no se jugó por entero ni se animó a decir que la Argentina podrá completar el cupo arancelario de 100 mil toneladas. Pero sí celebró con entusiasmo la posibilidad concreta de comenzar a hacer negocios con aquel país y dejar así la alta dependencia con Brasil, que usualmente absorbe 85% del poroto argentino.
El empresario celebra además estas gestiones de la Cancillería para habilitar nuevos mercados para el sector. Repite “quiero vale cuatro”. La apuesta está echada.
Habrá que esperar hasta octubre o noviembre para saber el resultado de esta pequeña partida de truco y ver finalmente si las cartas del gobierno argentino eran valiosas realmente o si nos estaban corriendo sin nada de cartas. En las últimas horas, otros testimonios de exportadores que intentaron hacer pie en México me confirmaron que se cuesta arriba llegar allí incluso con el arancel 0%. “Es muy difícil vender en México. Los costos de fobbing para llegar allá son muy altos y nosotros estamos muy poco competitivos”, me dijeron.
¿Qué hacer? Creer o reventar.
“Quiero ver”, le contesté al gobierno.