En 2018 había un pacto internacional que no se estaba cumpliendo y la Fundación Sales, dedicada al apoyo de investigaciones científicas ligadas a la salud, reaccionó. El proyecto incumplido es el “Convenio Marco para el Control del Tabaquismo” de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya fue aprobado en 191 países del mundo. En la Argentina el Poder Ejecutivo lo avaló en 2003, pero el Senado lo dejó olvidado desde ese entonces. Esto no sucede porque sí: en este país hay ocho provincias que producen tabaco y dan sustento a una industria tabacalera y muy difícil de desarmar.
Aquí es donde también aparece la Fundación Sustentarte, que investiga soluciones sustentables tanto para el medio ambiente como para problemáticas sociales en la ruralidad. Bichos de Campo habló con Micaela Martínez, su directora operativa, sobre cómo piensan hacer para poner en práctica un proyecto que resuelva esta encrucijada: una industria tabacalera muy instalada, que sin embargo no deja de ser nociva para la población y sus propios productores.
Inspirados en un proyecto de Kenia, donde se realizaron pruebas exitosas de reemplazo de cultivos de tabaco por bambú, la fundación comenzó un proceso de investigación en las principales provincias tabacaleras como Jujuy, Salta y Misiones. En esta última, donde en general el tabaco es producido por colonos minifundistas, encontró con que las familias tabacaleras estaban atravesando una necesidad: “Cuando empezamos a indagar notamos que hay una necesidad por parte de los trabajadores de que surjan diversificaciones”, contó.
Apuntó más precisamente a los tabacaleros que no pueden acceder al “paquete tecnológico” brindado por el Fondo Especial del Tabaco (el FET administra un millonario paquete de ayuda al sector que surge de un 7% de la recaudación por la venta de cigarrillos), por no poder registrarse. De todos modos aclaró que “con o sin el apoyo estatal las prácticas son nocivas por el modelo de cultivo de tabaco actual. Los que reciben el paquete tecnológico por estar anotados, también sufren las consecuencias. Pero la vulnerabilidad aumenta en en esos productores que ya no son anotados”.
Según relató Martínez, esta falta de apoyo estatal los lleva a tener que desarrollar prácticas muy nocivas y sacrificadas en el proceso de cultivo y los posiciona en el lugar impredecible de no saber si cuando llegue la hora de cosechar podrán vender su producto. “El productor que está anotado sabe exactamente qué es lo que va a producir, tiene el paquete tecnológico para hacerlo y sabe que cuando coseche lo va a vender”, aclaró Micaela. Todo esto, en un contexto donde el consumo de tabaco va en tendencia al descenso.
La idea central, entonces, no está abocada a un reemplazo total del bambú por el tabaco, como podría indicar el nombre del programa , sino más bien a poder generar una alternativa para aquellos productores que ven en el presente y en el futuro una necesidad de diversificar su producción.
“Nuestro enfoque viene por reducir la vulnerabilidad social, económica y también ambiental que atraviesan las familias tabacaleras. No es una cruzada contra el tabaco. La idea es responder a una necesidad y con los resultados que se obtengan pensar una política pública que tenga que ver con el aprovechamiento de diversos cultivos para que puedan ser una salida para los productores tabacaleros de toda la argentina”.
Sin embargo, la directora de la ONG consideró que en Argentina se presentan “trabas” para poder llevar a cabo esta alternativa por el apego que tienen los trabajadores tabacaleros a la obra social que les brinda el Fondo Especial del Tabaco. Martínez tildó de “paradójica” esta situación, porque las consecuencias sanitarias que sufren los tabacaleros son a raíz de ese mismo cultivo.
-¿Están trabajando en alguna prueba de plantación de bambú con productores?
-Nosotros cuando pensamos esta intervención en el territorio, lo que nos pareció más adecuado fue trabajar con alguna cooperativa o asociación de productores que ya estuviesen en contacto con la diversificación. Así es como por recomendación de nuestra trabajadora social, entramos en contacto con una cooperativa que se llama Cooperativa Integral de Trabajo Wanda, que queda en esa localidad del norte de Misiones y está integrada por productores jóvenes, que algunos son hijos de productores tabacaleros y quieren cambiar esa realidad en la que viven y además evitar el éxodo rural, que es algo que ocurre porque las oportunidades para los jóvenes de la ruralidad son escasas y ya muchos no están dispuestos a trabajar del modo que lo hacían sus padres, de esa manera sacrificada. Nosotros nos acoplamos a esta dinámica y propusimos la plantación de bambú como recurso adicional para complementar con el faenado de pollos que ya hacían.
Sales y Sustentarte ahora apoyan con financiamiento la planta de pollos de la Cooperativa con la idea de generar un piso de ganancias que les permita después encarar una plantación de bambú. Por ahora el proyecto se encuentra en “fase de capacitaciones y estudios de rendimientos de las cañas”, explicó la directiva. La Cooperativa estaba produciendo 3.000 pollos mensuales, y al término del convenio que ambas entidades han firmado se proyecta llegar a fines de 2022 a los 30.000 pollos.
-En el caso de que las pruebas sean exitosas, ¿cómo se podría comercializar el bambú?
-En Argentina tenemos especies del género “guadua”. La guadua chacoensis, que es una especie nativa, se podría usar para maderables, como producir tableros, que en Misiones hay mucho desarrollo de esa industria. Después también hay estudios de la facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), que han identificado propiedades del bambú para la industria forrajera. Despues tenemos otras especies, como las del Delta, del genero Filostaquis, que pueden dar brotes comestibles. También se puede utilizar para fitoterapéuticos, en cosmética. O para hacer harina del brote de bambú, algo que en Brasil se investigó mucho.
Martínez dio su opinión sobre el contexto actual de los pequeños tabacaleros: “El productor que planta tabaco no planta tabaco porque quiere que los consumidores fumen, lo hace porque es la opción más viable y rentable y porque es la única que conoce desde hace mucho tiempo”.