Manuel Otero, el argentino que preside desde hace algunos años el IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), tomó dos decisiones para aggionar ese organismo hemisférico que pasó la mayor parte de sus 80 años de existencia “a puertas cerradas”, en secretas reuniones diplomáticas de las que trascendía poco y nada.
Una de esas decisiones fue invitar al intendente del barrio Coronado de la ciudad de San José de Costa Rica, donde está instalada la sede central del IICA, a visitar la institución, cosa que ningún funcionario local antes había hecho. De allí surgió la idea de crear una plaza pública que pueden utilizar todos los vecinos. La segunda cosa que Otero propuso implementar fue el Centro de Interpretación del Mañana de la Agricultura (CIMAG).
¿Qué es el CIMAG? Pues una buena idea que debería comenzar a replicarse en todos los países de la región, porque se trata de un espacio educativo que intenta mostrar de manera didáctica y lúdica las nuevas tecnologías disponibles para la agricultura global, y cómo se pueden utilizar para hacer frente a los nuevos desafíos de los productores, en especial los ambientales y climáticos.
Es un espacio especial que está ubicado dentro del edificio del IICA. Allí antes había una completa biblioteca sobre agricultura que recibía muy pocas visitas y que fue trasladada a un centro cercano de investigación agrícola. Ahora a este nuevo centro llegan de visita de unos 10.000 chicos de escuelas de todo Costa Rica, por año. Por supuesto se trata de un paseo gratuito que también ha seducido a un par de dirigentes políticos.
Bichos de Campo, que desde este martes por la tarde cubrirá en la sede del IICA las alternativas de la reunión cumbre de los ministros de Agricultura de todo el Hemisferio, ingresó a ese espacio que fue habilitado en febrero de 2020, justo unas semanas antes de la pandemia, y entonces pudo comenzar a cobrar vida propia recién unos meses después de la parálisis planetaria.
El Centro de Interpretación fue montado con aportes de varias empresas que aportan tecnologías para el agro global, como Microsoft y Bayer. Pero también hay un sector montado por Lego, la entrañable fábrica de muñequitos armables.
¿Y qué se muestra? “Tratamos de enamorar a los chicos del tema de la tecnología y de cómo todos ellos pueden colaborar con los procesos productivos. Muchos chicos vienen de las zonas rurales y se sorprenden con todo lo que hay disponible”, nos explica una coordinadora en ese lugar, donde la visita va alternando por diversos módulos, dedicados a otras tantas tecnologías.
Lógicamente el objetivo es que los infantes se sientan atraídos por este tipo de temas, que realicen sus propios desarrollos, y sobre todo que erradiquen de sus tiernas cabecitas aquel preconcepto de que todo lo que tenga que ver con la agricultura y la ganadería es sinónimo de atraso.
Así, Microsoft colaboró a programar -en el contexto del popular juego Minecraft- una serie de escenarios donde los chicos, en vez de matar monstruos y cortar leña, deben cultivas girasoles y otras plantas, asegurarse que polinicen, o construir ciudades ecológicas con energías renovables. En otros capítulos los chicos toman los mandos para realizar algunas de las buenas prácticas agrícolas que ya se exigen en la mayor parte de las regiones productivas.
En la zona de los rastis de Lego (en nuestra infancia, los buenos) hay diferentes escenarios armados para mostrar distintos ambientes productivos, como un esquema silvopastoril donde las vacas conviven con el bosque, en un planteo sustentable. También se aprovechan estos escenarios lúdicos para incorporar distintos conceptos a los niños, como el de compostaje , el riego por goteo y se muestra un biodigestor.
Quienes estamos entrados en años nos quedamos en los ladrillitos que solamente se encastraban. Pero al parecer la marca Lego ya incursionó (en una mezcla con los viejos y queridos Mecano) en la era de los juguetitos animados. Estos de la foto superior simulan ser tres vacas a las que hay que alimentar con lo necesario. Y como están equipadas con sensores, reciben bien el ladrillito azul que simboliza el agua, también ingieren el ladrillito verde que simula ser el pasto, pero rechazan el ladrillito rojo que supuestamente es carne. Bien ahí, porque los chicos podrán aprenden que de las vacas caníbales pueden surgir cosas horribles, como el mal de las vacas locas.
De los sensores se salta directamente a los robots, que ya hay algunos que se utilizan en los planteos agrícolas de avanzada, especialmente en tareas de monitoreo de los cultivos. Este prototipo instalado en el CIMAG es de la empresa Farmbot: consiste en una barra de movimiento lateral que, por arriba de dos cultivos (en este caso había lechuga y apio) puede realizar diferentes tareas, desde implantar la semilla en un lugar exacto del cuadrante, a aplicar insumos e incluso a regar cada planta si acaso los sensores notaran una escasez de agua.
La idea, nos explican los coordinadores, no es enseñarles a los chicos que muy pronto los robots van a sustituir las actividades humanas y que los productores van a desaparecer, sino enseñarles a pensar en qué tareas la tecnología puede aliviar las tareas en el campo. Por eso suena exagerado el siguiendo módulo, donde con un jostik los chicos pueden conducir una suerte de maquina recolectora de frutillas, a las que debe abrazar con su brazo mecánico para trasladar la fruta hacia un centro de acopio. Aquí las proporciones engañan, pues las fresas son casi tan grandes como el equipo cosechador. Pero sin duda es más difícil y divertido que agarrar un osito de peluche en las máquinas tragamonedas de las kermeses de pueblo.
Más adelante, la compañía de insumos Bayer colaboró en montar un equipo de realidad virtual (esos anteojos que los chicos desean tanto y que luego les hacen dar manotazos inexplicables al aire) para mostrar el funcionamiento de una granja modelo que existe realmente en Bélgica, y que es considerada como el ejemplo más avanzado de agricultura sustentable lograda a partir de la incorporación de insumos amigables con el ambiente y de este tipo de tecnologías de avanzada.
Más adelante, y con apoyo de la agencia espacial de la Unión Europea, puede verse en acción toda la información que los satélites (en este caso los cientos de que dispone el proyecto comunitario Copernicus) puede aportar a la llamada “agricultura digital”, ya que es posible recolectar imágenes de todo el planeta y a partir de ellas construir diferentes tipos de indicadores, no solo meteorológicos sino también sobre el estado de los suelos, las situaciones de sequía, los incendios forestales o lo que uno pueda imaginar.
Para cerra el paseo a los chicos se los enfrenta con el chiche nuevo de los agricultores más avanzados, y que no se usa solo para jugar ni para espiar el patio de la vecina. Los drones en el agro son de mayor tamaño que los convencionales y muchas veces toman imágenes de los cultivos reemplazando el monitoreo personalizado, pero también pueden llevar tanques plásticos para cargar agroquímicos, ubicarse sobre las plantas atacadas por una plaga o enfermedad y verter sobre ella la sustancia que la detenga.
-¿Y qué te pareció?- me pregunta alguien del IICA, inflando el pecho por este centro de interpretación, que por cierto no es algo que uno pueda ver en otros lados del mundo.
-La verdad es que la otra vez fui al Museo de los Niños en el Abasto y pude mirar de todo. Había correo, supermercado, taller de autos, casa de gobierno y hasta un medio de comunicación, pero faltaba un espacio que mostrara la producción agropecuario en Argentina, que es un país agropecuario- le contesté.
Llegamos a la conclusión de que esta era una buena idea, la de un argentino, que merecía ser replicada en todos los lugares posibles.