El Caburé (nombre que le rinde tributo al búho común) es una empresa familiar con sede en Monte Buey, Córdoba, que se especializa en la distribución y comercialización –solamente- de insumos biológicos y que además ofrece asesoramiento sobre tecnologías de gestión agroecológica.
La “especialización” en inoculantes y fertilizantes (foliares y de suelo, fungicidas e insecticidas, coadyuvantes y curasemillas) biológicos surgió luego de que el fundador de la empresa Benjamín Antonio cambió el chip productivo por el chip sustentable.
“Mucho tiempo trabajé en una multinacional en Investigación y Desarrollo, y desde ahí hice y administré agricultura y ganadería convencional. Hasta que entendí que si bien el modelo era productivo, también atentaba con el futuro del suelo y con la calidad de vida y de los alimentos. Y decidí dedicar mi tiempo y mi granito de arena a cambiar eso”, explica Benjamín Antonio, ingeniero agrónomo y fundador de El Caburé, donde trabaja con sus tres hijos Clara, licenciada en Relaciones Institucionales; Tobías, geólogo; y Olivia, licenciada en Desarrollo Regional.
Los productos biológicos son los microrganismos vivos –bacterias, hongos o consorcios microbianos benéficos para la planta- que reemplazan a los que contienen elementos químicos y colaboran con una agricultura más sustentable que no afecta al suelo ni al cultivo permitiendo luego obtener alimentos más saludables.
-En 2015 cuando se iniciaron aún se hablaba poco de los bioinsumos ¿qué comentarios recibió?
-Sí, fue como cuando arrancó la siembra directa o, como ahora, frente a la recomendación de hacer cultivos de cobertura (“¡Mirá si vamos a sembrar algo para no cosecharlo!”, te dicen). Es por una cuestión cultural, por desconocimiento o apego a lo ya conocido, y también por celo profesional. Pero ahora está pasando que el sistema los sacó de la zona de confort que les dio la “era del glifosato” y hay que enfrentar una serie de problemas.
-¿Y cómo logró instalarse?
– Siempre hay innovadores y otros que esperan para colgarse después. Ahora muchos están entendiendo a ese gran biodigestor que es el suelo y se suman porque entienden que, en lugar de resetearla, a la biota hay que cuidarla: cuidarle esas 4 o 5 toneladas de suelo más activo. Los beneficios de la SD ya los conocemos, ahora estamos viendo algunas consecuencias que hay que desacoplar.
-¿Cómo fue evolucionando esto con el tiempo y desde cuándo notaron que hubo un cambio de actitud hacia los bioinsumos?
-Recién a partir de la necesidad de hacer cultivos de cobertura y por el aumento de los costos de producción. El argentino promedio camina por el chirlo y no por la zanahoria. Además está la presión de las nuevas generaciones de consumidores, de los hijos de los productores o de los urbanitas quienes también empujan el cambio. Y algunos técnicos asumen el desafío, pero veo que son más propensos al cambio “los gringos” que los profesionales asesores. Y le digo que los que prueban, se asombran mucho.
-Ustedes acompañan a los laboratorios desarrollando ensayos y con experiencias en el campo ¿De qué manera?
-Nos ocupamos de testear los productos nuevos dado que conocemos el tema. Los probamos, si nos convencen y tienen buena relación insumo/producto los comenzamos a vender. Y con nuestra historia, y sin pecar de vanidoso, que El Caburé lo recomiende ‘da chapa’.
-Usted dice acompañar a cada productor en el camino a una Nueva Agricultura. ¿Cómo sería?
-Intensificar a la actividad biológica, entender los procesos más que a los insumos, y atender y buscar que todos nos involucremos en lo que viene después de la cosecha. Se debe “desanualizar” a la actividad, producir sobre el suelo. Porque la agricultura no es una actividad que impacte solo 6 meses.
-¿En algún momento piensan comenzar a producir bioinsumos?
-Somos distribuidores y vendemos en todo el territorio a comercios y a productores a través de 6 asociados. Estamos trabajando en dos proyectos: producir insumos biológicos con una tecnología innovadora y participamos con otras empresas en la producción y procesamiento de alimentos a partir de los cultivos producidos por nuestros clientes.
-En su web hacen hincapié en que son productos para agricultura extensiva ¿Es un distintivo de ustedes? ¿Para qué cultivos son en su mayoría los productos?
-También vendemos para intensivos, hortícolas, hidroponía y urbanos (plazas, countries). Los insumos biológicos no tienen carencia, por ende no se dirigen a un cultivo sino a un patógeno o a una deficiencia mineral, eso los hace más genéricos. Es decir, que son para todos los cultivos. Lo de enfatizar que hay productos para la agricultura extensiva, más que un distintivo, fue y es un mensaje frente a esa idea de que “ah, creía que era para la quinta”, como no entendiéndose a qué están dirigidos. En biológicos siempre hubo y hay muchos más desarrollos para intensivos porque permitían un costo mayor afectado al valor de lo producido. Ahí tenemos que trabajar con los laboratorios para adecuar el packaging, costo, volumen, a la escala del extensivo.
-A pesar del avance de los bioinsumos todavía hay muchos productores que aseguran que no se puede hacer agricultura extensiva sin agroquímicos…
–Son los que no probaron todavía, ni intentaron y, menos aún, aportaron al cómo hacerlo. Los extremos son malos, vamos por el medio, sin ortodoxias, con conocimiento. Todas son herramientas. No habrá más desarrollo de herbicidas biológicos si no hay demanda. Tal vez la industria fue temerosa al desarrollar algo que se pensaba que era difícil de ser apropiado (con inversiones moderadas se pueden producir insumos biológicos) hasta que llegó la genómica que permite identificar una cepa específica de una bacteria o evitar la réplica de un producto sin pagar licencias.
verso, verso, verso. presente 1 (un) ensayo!! solo uno ! con validación científica y comprobación estadística. y luego charlamos