La producción porcina argentina termina un buen año. Hay una rentabilidad razonable, dicen los productores y empresarios, pero tiene más que ver con la alta eficiencia productiva que con los buenos precios. Éstos, si bien no son malos, guardan una fuerte brecha con los del vacuno. El kilo de carne de la res porcina vale 240 pesos cuando el de la vacuna vale más del doble, entre 470 y 500 pesos.
Pero a pesar de ese buen panorama y un escenario que se presenta favorable en cuanto a la relación de costos e ingresos para el 2022, hay temas que preocupan.
En primer lugar, se viene dando una desaceleración notable de las exportaciones y un incremento de las importaciones. Esa carne -usualmente de origen brasileño- se agrega a una producción local, que crece casi 7% en 2021.
Según los datos del Ministerio de Agricultura, las ventas al extranjero de carne porcina se derrumbaron desde mediados de año y en los últimos cuatro meses bajaron 70% promedio. En el acumulado del año caerán un 20% como consecuencia de la menor demanda de China, que está recuperando su producción con niveles de productividad que hacen inviable el negocio exportador argentino.
En tanto las importaciones tuvieron el camino inverso: aumentaron 75%. “Se trata de carne que ingresa principalmente de Brasil consecuencia del atraso cambiario que tiene el dólar oficial y que compite de forma desleal con la carne fresca que ofrecen los productores locales. Eso nos tiene preocupados” dijeron desde la Asociación de Productores de Porcinos.
En el sector creen que tanto la demanda china como las importaciones no tendrán cambios significativos de corto plazo. En ese contexto para mantener rentabilidad se requiere de mayor productividad, por eso están pidiendo poner incorporar más cerdas productivas.
“Necesitamos sumar entre 35.000 y 40.000 cerdas al año y para eso hacen falta líneas de crédito” dijo Adolfo Franke, el titular de la Asociación de Productores de Porcinos, quien destacó la puesta en vigencia de los créditos anunciados para el sector aunque aclaró que -si bien hay interés- su adopción marcha a ritmo lento por todo lo que implica tomar deuda en este contexto económico.