“Empezamos muy contentos y terminamos para el churrete”, definen desde el sector tealero, que al igual que los yerbateros tildan al 2024 de ser un año para el olvido.
Aunque la zafra de té suele transcurrir entre los meses de octubre y mayo/junio, la cosecha de la temporada 2023/24 terminó de manera anticipada en febrero. Si bien el clima y los rendimientos acompañaron, en parte también gracias a la disponibilidad de fertilizantes que habían sido subsidiados por el gobierno saliente de Alberto Fernández y Sergio Massa, la actividad -realizada por unos 3500 productores sobre unas 30.000 hectáreas- registró entre un 50% y un 70% de producción sin recoger, ante los bajos precios y los sobrestocks en los secaderos.
“Ya en diciembre notamos los primeros teales sin cosechar. Este año tuvimos solamente una mejora del 30% en el kilo de brote de té. De febrero a esta parte se pasó de 60 pesos el kilo a 80, cuando para nosotros debería ronda en 130 pesos. Ahí está lo grave porque el combustible pasó de 400 pesos a 1.400, los jornales aumentaron un 140%, y se dejó de fertilizar. La mayoría de los productores que tenían unos pesos no arriesgaron a invertir”, señaló a Bichos de Campo el productor Cristian Klingbeil, quien se desempeñó como representante de ese eslabón dentro de la COPROTE.
“Hoy estamos laburando con la esperanza de que en algún momento podamos tener rentabilidad, porque una plantación de té que queda abandonada cuesta muchísimo volver a ponerla en condiciones”, indicó el misionero a continuación.
La zafra que inició en octubre pasado plantea un escenario completamente diferente al periodo anterior, con registro de heladas, ataque de plagas como el ácaro y un acumulado de bolsillos golpeados. Por eso los colonos se mantienen en un clima de incertidumbre respecto del fin de la cosecha.
En paralelo, otro factor que ayudó a que quedara mercadería estacionada en los secaderos fue la reprogramación de las exportaciones, un destino clave para la producción local ya que absorbe el 95% del volumen cosechado en cada campaña. El principal mercado para esos embarques es el de Estados Unidos, donde el consumo de té frío es muy importante. Muy atrás quedan Chile y otros países de Europa.
Del 5% restante que se vuelva al mercado interno, se estima que el consumo per cápita ronda los 160 gramos por persona, por año.
Un dato interesante es que el sector no cuenta con estadísticas certeras sobre los volúmenes producidos al año, por lo que realizan cálculos estimados a partir de los kilos de té comercializados en el exterior.
“Lamentablemente carecemos de estadísticas serias. No tenemos la suerte que teníamos con el INYM de tener números muy precisos. Cuando preguntás algo, la provincia se basa en datos de la exportación y de la aduana para responder. Para hablar de volumen de kilos de té verde se hace toma lo que se exportó y se lo multiplica por 4.5 a 5, que es la cantidad de kilos de té verde que se necesitan para hacer un kilo de té seco. Este año vamos a saber cuánto produjimos cuando se termine sabiendo cuánto se exportó. Aparentemente estamos iguales o un poco mejor que en años anteriores”, sostuvo Klingbeil.
Respecto a las importaciones, el productor afirmó que no representan un porcentaje significativo y que solo se hace en volúmenes muy chicos para mercados muy puntuales. Sin embargo reconoció que existió preocupación en el sector ante los cambios que impulsó el gobierno en esa materia.
“Nos inquietó mucho cuando el gobierno facilitó la importación con los beneficios impositivos y el dólar a plazo para poder importar, como fue el caso de la yerba. Nos preocupó que eso sucediera en el té pero no vimos que nos haya afectado”, dijo.
-Con el diario de hoy, ¿podés destacar algo bueno y algo malo de este año?- le preguntamos.
-Es difícil destacar algo bueno porque lamentablemente fue un año espantoso. No pegamos una con el dólar, aunque con eso venimos complicados desde los últimos cinco o seis años. El gobierno anterior por ahí nos daba una mano con un fertilizante subsidiado y con plazos para pagar, que este año se cortó y se sintió. Respecto a lo malo, la zafra pasada dejó muy a la vista la ausencia de gas natural que tiene la provincia de Misiones, ya que nos faltó la biomasa de pino para general calor y secar el té. Si tuviéramos gas natural no tendríamos tantos dolores de cabeza. Pero lo vemos cada vez más lejano porque hoy está todo el mundo más preocupado por exportar gas a Brasil que por hacerlo llegar a todo el país.
-¿Qué considerás que sería lo deseable para 2025?
-La verdad es que el productor misionero es de no bajar los brazos y de meterle aunque parezca que se viene todo en contra. El tema que hay que ver es hasta dónde aguanta, y eso es lo que el gobierno tiene que entender. Hay muchos indicadores que hablan de muy buenos niveles de exportación pero eso viene del arrastre del año anterior. Se tiene que analizar diferente y no guiarse por el resultado inmediato. Esto no puede continuar un año más así porque va a caer la productividad y encima tenemos la competencia de monstruos como China, India, Kenia o Sri Lanka, que dominan el mercado del té y ganan los clientes que nosotros perdemos. Necesitamos que el gobierno sepa escuchar, entender y que tome medidas en base a las conclusiones a las que se llegan. Que tengamos más previsibilidad para futuro.