Al cabo de 2024, durante el primer año de gestión de Javier Milei, la producción lechera caerá respecto a los números alcanzados en 2023. De acuerdo con referentes del sector, el factor clave para eso fue la sequía registrada en el período anterior, que se prolongó durante los primeros meses de este año y provocó una baja productiva en torno al 14% para el primer cuatrimestre.
Pero con los ojos ya puestos en diciembre, y en función de las últimas lluvias que permitieron mejorar las reservas forrajeras, aquel porcentaje se redujo a un 6.5%. De esta forma, el estimado de producción para 2024 rondará los 10.600 millones de litros, contra los 11.326 millones logrados en 2023.
Un análisis más detallado del mercado dará cuenta de que a finales del año pasado, medidas como el dólar soja dejaron al sector lácteo muy golpeado. La razón es que aquel poroto devenido en expeler es el principal insumo alimenticio de esta producción, además de que los alquileres cotizan también en soja (hay que recordar que el 50% de la actividad se realiza sobre superficie alquilada).
Esto sin embargo viró hacia un “combo perfecto” para las exportaciones lácteas.
Según explicó a Bichos de Campo Jorge Giraudo, director ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), “pasamos a exportar primero con derechos de exportación suspendidos, luego directamente eliminados, y sin ellos se creó un dólar especial del 80% Banco Central y del 20% Contado con Liquidación, en un escenario donde había una brecha de más del 100%. Si sumamos la devaluación, las exportaciones pasaron a ser durante el primer cuatrimestre el 30% del destino de la producción”.
Lo bueno, lo malo y lo deseable según el referente consultado: Jorge Giraudo
Por el contrario, esa devaluación y el posterior acelere de la inflación perjudicaron seriamente el poder de compra de los consumidores. Mientras que el consumo per cápita rondó los 190 litros en 2023, para 2024 se espera que ese número sea un 8% menor.
“Esa menor cantidad de materia prima, así como la puja entre las industrias por quedarse con esa producción y exportar al ser buen negocio, generó una suba de precios de la leche al productor, que se encontró con muy bajos precios internacionales de los principales insumos, como maíz y soja, además de un dólar atrasado. De esta forma, comprás dos kilos y medio de maíz con un litro de leche, cuando la relación normalmente era de dos a uno, y comprás un kilo y medio de soja, cuando normalmente comprabas uno”, indicó Giraudo.
Y detalló a continuación: “Con un casi 7% menos de lecho, la facturación de los tambos en promedio fue la misma porque el precio compensó la caída de la producción. Así, el cheque mensual de todos los meses en 2024 fueron prácticamente iguales a los de 2023, aún teniendo menos producción”.
En cuanto a las importaciones, contrario a lo que sucedió en otras economías donde la desregulación condujo a una apertura de mercados que resultó ser negativa en muchos casos, en el sector lácteo significaron menos del 0.5%.
“En Argentina hay un arancel externo común por el Mercosur del 28%, por lo cual cualquier producto importado debe pagar eso. Por ende, no les conviene mandar. Lo que se importa es algún producto de delicatesen, que se vende en algún lugar sofisticado”, indicó el director ejecutivo.
-¿Qué balance hacen de este año desde OCLA?- le preguntamos a Giraudo.
-En líneas generales fue muy bueno. Lo malo fue que las medidas favorables que se tomaron allá por diciembre, luego de la devaluación ese dólar se fue ajustando por el famoso crawling peg del 2% mensual.
-Es decir que aquello que beneficiaba al exportador luego se fue licuando.
-Claro. Si tomás el dólar de septiembre del año pasado, al que exportábamos normalmente con retenciones y sin devaluación, al actualizarlo por índice te da más alto que el dólar este sin derechos de exportación. O sea, nos comimos la devaluación, nos comimos la quita de retenciones y nos comimos el dólar especial ante el retraso cambiario. Hay que aclarar que este ni ningún otro sector pide una devaluación para corregir la situación, porque nadie se salva así. Sabemos que si devalúan en lo primero que incide es en el índice de precios al consumidor y la inflación se dispara. Lo que sí decimos es que el dólar está retrasado sin lugar a dudas.
En este sentido, el ejecutivo aclaró: “El dólar lógico de hoy es un dólar de 1.300, 1.400 pesos, porque encima estamos en el mejor escenario internacional de precios. Estamos en el decil superior de la historia de los precios de las commodities en el mercado internacional. Pero como no me pueden dar el dólar de 1.300, 1.400, porque automáticamente la inflación se le dispara al 15% o 20%, nosotros exportamos permanentemente 15% o 20% de impuestos internos. Es decir, exportamos ingresos brutos, impuestos al cheque”.
Frente a esto y de cara al próximo año, lo que el sector lácteo reclama es la vuelta de los reintegros a los impuestos internos, que se redujeron durante la quita de retenciones.
“Eso fue un grave error. Lo que hay que hacer es volver a restituir los reintegros, que no modifican el tipo de cambio y no van a generar problemas de inflación”, afirmó Giraudo.
-¿Eso es lo que esperan para el 2025?
-Es necesario que ocurra, porque si no la exportación es inviable. También falta un mayor trabajo en la micro. Evidentemente se trabajó más en la macro del déficit fiscal, de la inflación y demás. Ahora hay que ver estas cosas micro, como la infraestructura básica, el financiamiento. El sector viene creciendo muy bien, pero lo viene haciendo a costa de su propio esfuerzo. Ha crecido en tecnología de insumos, de procesos, se ha dado un fenómeno de concentración de tambos cada vez más grande, de incorporación de robotización en encierre. Pero hasta ahora sin financiamiento.