El 2024 del sector yerbatero debería durar un poco más. Para hacer un correcto balance de lo acontecido para esta economía productiva, deberíamos empezar a contar desde el 10 de diciembre de 2023, cuando asumió Javier Milei, o desde el 20 de diciembre, cuando se publicó el DNU 70/2023 que desreguló muchas actividades agroindustriales, teniendo un mayor impacto en la actividad yerbatera de Misiones.
El famoso DNU que está en vigencia pero que aún debe validar el Congreso Nacional, decapitó algunas funciones claves del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y lo dejó desprovisto de una de sus facultades principales, que es la de mediar en el precio que la industria le paga a los productores de Ilex Paraguariensis, para fijar precios de referencia que eviten los abusos de los sectores más concentrados de la cadena.
El golpe de esta desregulación fue enorme para Misiones en particular, porque allí se produce el volumen mayoritario de yerba verde y porque allí hay miles de minifundistas. El mapa productivo es bien distinto al de la mayoría del resto de país: En esa provincia un 70% de la actividad agropecuaria es llevada adelante por pequeños productores minifundistas, en unidades de 25 hectáreas de promedio, quienes solos o unidos en cooperativas entregan la mercadería a cooperativas más grandes o directamente a la industria para completar el proceso que termina con el producto en un paquete listo para llegar a la góndola o exportarse, en menor medida.
Luego su desregulación, además, el INYM quedó acéfalo, porque el gobierno nacional decidió dejar vacante la presidencia a su cargo. Para designar al resto de los directores, las provincias, la industria y los productores se tomaron todo el año. Son todos ellos lso que de consenso, y según la ley de 2002 qyue creó el Instituto, los que deberían trabajar para establecer un precio justo para que la actividad sea rentable para todos.
Es así desde el 20 de diciembre de 2023 comenzó una nueva era para la actividad yerbatera: Para los productores significa una catástrofe, porque sus precios cayeron estrepitosamente sin un piso de referencia que los contenga. Para las grandes industrias, comenzó una época de oro que tiene como sustento la transferencia de recursos económicos de los productores hacia las empresas concentradas.
Esta actividad económica clave para la provincia de Misiones parece encontrar un destino desfavorable cada 10 años aproximadamente, volviendo al sector productivo esclavo de las repeticiones políticas cíclicas. El 2002 por expresa manifestación de los productores en tractorazo ante un panorama similar al de hoy, se sancionó la Ley Yerbatera, como se conoce a la Ley 25.564, donde se le dio entidad al INYM. Luego, 10 años después, hubo un conflicto que constó de desabastecimiento en góndolas por un incremento desmedido de los precios de la industria. Hoy, la situación luce similar a la de fines de la década de los 90, que tras varios años de desregulación, se promulgó la Ley mencionada.
Para entender mejor esta película de terror, Hugo Sand, presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM) y productor de yerba mate y té, comienza a explicar a Bichos de Campo: “Es el peor gobierno de los últimos 20 años, y el peor momento yerbatero de los últimos 20 años”.
Consultado sobre las condiciones que lo hacen pensar de esa forma, Sand detalla: “Somos alrededor de 12 asociaciones de productores de yerba mate, que nos reunimos habitualmente para determinar los costos de producción y el margen de utilidad de nuestra actividad. En diciembre de 2023 nos habíamos reunido y llegamos a un valor de 505 pesos el kilo de hoja verde. Cuando comenzamos la cosecha en el mes de marzo, se arrancó en 380 y terminamos en el mes de septiembre a 180 pesos por kilo de hoja verde”. Para el histórico dirigente, que participó de la movilización de 2002 en tractores hacia Posadas, que derivó en la Ley Yerbatera, los números son claros: “Si nosotros consideramos que hemos dejado de percibir solamente 200 pesos por kilo, y esos 200 pesos por kilo lo multiplicamos por mil millones de kilos, que es lo que se estimó la cosecha récord de yerba de 2024, hemos transferido, o nos han saqueado los industriales, 200 mil millones de pesos. Es una barbaridad lo que ha hecho Milei con el sector de la yerba mate. Solo de la cosecha del año pasado, son mil millones de kilos, porque normalmente eran 750, 800 millones de kilos lo que normalmente se cosechaba, pero estábamos saliendo de las sequías prolongadas que teníamos, la yerba había brotado muchísimo, las lluvias han sido buenísimas, y ese era el valor que se estimaba”.
Para Sand este problema es político, y radica en no entender el ecosistema productivo y de mercado de la yerba mate. Según entiende el experimentado productor, “El mercado de yerba mate es un mercado imperfecto. El precio no se determina por la curva de la oferta y la demanda, es un oligopsonio, entonces el precio lo fijan los jefes de la jauría, de los grandes molineros”.
Por su parte, Cristian Klingbeil, también productor yerbatero y tealero, describe el año de su sector: “El año empezó complicado, nos hizo mucho ruido el DNU 70/2023. Desde ahí hasta marzo o abril, la yerba fue tomando envión hacia arriba con el tema del precio, y luego cuando el gobierno habilita la importación con la quita de impuestos y cierta facilidad para acceder a dólares para poder importar, ahí se nos vino el mundo abajo. Desde ahí el precio no paró de caer y estirarse los plazos de pago, a tal punto que hay muchos productores que hasta el día de hoy (3/1/25) no tienen ni fecha ni precio de la yerba que entregaron en julio o agosto. Muchos están cobrando a cuenta gotas, en cómodas cuotas por parte del secadero o el molino, así que es realmente complicado el panorama”.
El tema de los precios no es el único problema de los productores, sino que desde que asumió el nuevo gobierno se establecieron paritarias muy buenas para los tareferos, aquellos que recolectan la yerba mate, pero caídas estrepitosas en el valor del producto, que hacen inviable la actividad para muchos colonos misioneros.
Al respecto, Sand narra: “No va a quedar un solo productor en pie. Porque este es un proyecto político que viene por las tierras y viene por el agua dulce del acuífero guaraní. Lo que va a ocurrir va a ser una gran migración porque los jóvenes no van a quedarse en las chacas. Y los viejitos van a vender la tierra a los industriales, no le va a vender al vecino al lado que es tan pobre como él. Y esto va a ser una mayor concentración en las villas miserias alrededor de Oberá, de Posadas o de Buenos Aires. Ahora subió, y está perfectamente bien, el jornal de los obreros. Las paritarias aumentaron. Y nosotros no tenemos precio. Esto quiere decir que vamos a tener una serie de juicios laborales, y yo los quiero mucho a los obreros, he salido con ellos muchas veces a defenderlos, pero no vamos a poder sostener esos valores, porque nuestro producto no vale”.
En cuanto a la fuerza laboral, para Sand la mecanización es otro de los problemas que los yerbateros encontraron en este último tiempo. “Hay 70 cosechadoras de yerba que van a desplazar la mano de obra. Nosotros tenemos nuestros tareferos, que son alrededor de 15.500 por año que levantan la cosecha a mano. Cada cosechadora va a desplazar entre 10 y 15 obreros. Eso significa que con 3.000 obreros se va a poder levantar la cosecha. ¿Y qué hacemos con las otras 12.500 familias que quedan sin trabajo? Pero esto hermano ya ocurrió en la década del 60 en el té, cuando aparecen las cosechadoras mecánicas del té. ¿Dónde fueron a parar esos obreros rurales? Todos a las villas miserias. Y ahora vienen por la yerba, la concentración total”.
Sobre la cuestión más productiva, Klingbeil se pone poético y analiza la actualidad con una referencia bíblica: “Se hacen llamar Moisés y Aarón, se hacen llamar fuerzas del cielo, pero el ataque de plaga que nosotros tenemos en la yerba y en el té no tiene precedentes, y después hay otros bichos más que están apareciendo que nosotros no teníamos como plaga. Parece que no estamos gobernados por las fuerzas del cielo, sino por un faraón, porque nos están atacando todas las plagas”.
El productor argumenta: “Tenemos un ataque de rulo, la plaga que hace perder muchísimo la brotación, y donde hay yerbales que ya perdieron el 50% de su producción. Realmente hay muchos yerbales que están por muy pero muy feos. La planta no pudo brotar, porque todo lo que brotó esta plaga, este bichito que deforma la brotación, la hizo perder. Prácticamente en toda la provincia hay problemas con este bichito”.
Como si el panorama ya no fuera suficientemente oscuro para la producción yerbatera, se le agrega también un combo especial que es el de una sequía brusca que cortó las lluvias y se pronostica que para enero, que tiene un promedio de precipitaciones de 200 milímetros, éstas sean nulas.
“Va a haber una merma de producción muy fuerte en el 2025, eso ya es inevitable. Va a ser muy muy fuerte. El productor no pudo fertilizar los yerbales. Por no fertilizar ya hay una merma de producción, y todavía este combo del rulo y esta seca que se está dando en la mayor parte de la provincia, en la zona productora, esto va a hacer caer, muy fuerte la producción”, advierte Klingbeil.
Para completar el panorama, los mercados no ayudan, y en Siria, principal comprador externo de yerba mate se está hablando de un recorte de en la compra de producto nacional, producto de la incertidumbre política y económica de ese país asiático.
“Se habla de suspensión de exportación de yerba, y Siria es el principal comprador nuestro de yerba mate. Con todo su conflicto hay mucha incertidumbre de los exportadores misioneros a aquella zona. Todo contribuye a que la incertidumbre cada vez sea más grande, y no hay una noticia que uno pueda decir como buena”, lamenta Klingbeil.
Claramente el 2024 no fue el año de la producción de yerba mate, cuando las condiciones estaban para aprovechar una cosecha récord. Los políticos y sus decisiones llevaron al sector yerbatero a una situación de crisis que muchos creen terminal, y todo esto sin que decante el tema de las importaciones de producto de yerba de Brasil o Paraguay, que los grandes molinos usan para azuzar a los productores a aceptar el precio ofrecido. Las cooperativas quedan en el medio, teniendo que aceptar el precio de las industrias, y los productores entregando como puedan.
En los últimos días el gobierno de Misiones se comprometió a terciar entre las partes, y lograr un precio justo de 450 pesos por kilo de hoja verde, a lo que los productores consideran una quimera o “cortina de humo”. De no prosperar esta mediación, los tractores de los colonos volverán a las rutas, se paralizarán las labores y entra en zona de riesgo la cosecha de marzo. Por lo pronto, el 2024 de la producción resultó catastrófica según sus protagonistas.