El gobierno suspendió primero (aunque solo hasta fin de año) las retenciones que tributan los productos lácteos, que después además se beneficiaron con la aplicación de un Dólar Exportador, donde 30% de las divisas obtenidas pueden salir del cepo cambiario que implica el dólar oficial.
El ministro/candidato Sergio Massa, y su secretario autómata de Agricultura, Juan José Bahillo (quien además es productor de leche e industrial, pues con la materia prima alimenta una cadena de heladerías en Entre Ríos, su provincia) , ahora buscan que esa mejora de las condiciones para la exportación de leche impacten positivamente en la rentabilidad de toda la cadena. Sobre todo cuando abundan, en el último tramo de la carrera electoral, noticias de tambos que cierran o se achican por los dramáticos números rojos que ofrece la actividad.
En este contexto se entiende la reunión que Bahillo mantuvo con los directivos del Centro de la Industria Lechera (CIL) y de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel). Según una gacetilla de prensa oficial, la idea de reunir a los compradores de leche fue “coordinar el esfuerzo conjunto del Estado Nacional y el sector industrial destinado a mejorar la situación de las y los productores”.
Son cantos de sirena, porque la distorsión de los precios relativos es extrema y la suba de los costos de los tambos viene siendo bastante más rápida que la recomposición de los precios finales de los lácteos. Ya llegaremos a ese punto.
Por lo pronto, Bahillo les pidió a los industriales: “Tenemos que hacer todos el mayor esfuerzo posible para acompañar al productor lechero. El ministro Massa nos pidió desde el primer momento recomponer lo más rápido posible la situación del productor, y por eso los convoco a acompañarnos para lograr ese objetivo”.
Es decir, Bahillo les pidió a los empresarios que suban los precios pagados al productor sin haber hecho nada de lo que debe hacer el Estado para ayudar en ese proceso, más que distribuir algunas compensaciones desde el programa Impulso Tambero. Pero en este año de gestión, Bahillo no encaró ninguna de las reformas pendientes en materia de política lechera: ni impulsó mercados de referencia, ni desempolvó los pagos por calidad, ni eliminó las retenciones como impuestos distorsivo, ni nada parecido. Por el contrario, agravó la crisis de la lechería con los sucesivos Dólar Soja, que encarecieron los costos.
Ni que decir que recién ahora, en esta reunión, Bahillo sentó en la mesa al director nacional de Lechería, Arturo Videla, por primera vez en su gestión: hasta ahora ese funcionario había sido retirado de la escena.
Pero bueno, ahora Bahillo pide apoyo de los industriales para que no se fundan más tambos.
Curiosamente, como en los tiempos de Guillermo Moreno, los comunicados oficiales comenzarona replicar opiniones favorables de los empresarios, como si las entidades privadas no tuvieran acceso a la prensa. Por eso el comunicado le hace afirmar a Ercole Felippa, presidente del CIL, que “las medidas tomadas por el Gobierno sirven, apuntaron a ayudar y son positivas, pero también sabemos que existe una situación de incertidumbre con los productores que tenemos que descomprimir, por eso hemos venido a conversar distintas opciones para apuntalar al sector de la producción primaria y vamos a estar acompañando”.
En este contexto, un trabajo del consultor José Quintana muestra, en tres gráficos concretos, por qué será imposible que la situación de los tambos mejores en este clima de incertidumbre política y económica, con un atraso cambiario visible, una enorme distorsión en los precios relativos e incluso en el marco de las nuevas medidas lanzadas por Massa, que empeoran más la situación de los tambos más que mejorarla. En especial el nuevo dólar Exportador, que es la consagración del Dólar Soja, y volvió a encarecer el valor de los granos, alejándolos de su relación histórica con el litro de leche.
El analista de la firma Economía Láctea plantea tres escenarios. Para diciembre próximo, y tomando un dólar probable (según el futuro del Rofex) de 627 pesos, Quintana estimó que los precios de la leche cruda pagada al productor deberían duplicarse solo para cubrir los costos más altos de alimentación de las vacas lecheras.
Pero esto difícilmente suceda. En septiembre la leche se pagó a 118 pesos por litro, según el promedio de SIGLEA, y en las últimas horas se supo que algunas empresas están subiendo a 125 pesos para las remisiones de octubre.
El segundo escenario planteado por Quintana ya analiza lo que debería suceder en enero, cuando además se vuelvan a aplicar las retenciones. Con un dólar Rofex de 735 pesos para dicho mes, el precio supuesto de la leche debería llegar a 154 pesos, con un aumento supuesto de 30%. Pero claramente no se llegaría a cubrir los requisitos mínimos de alimentación de mínima, o al menos sostener las relaciones históricas de 1,8 kilos de maíz o 0,9 kilos de soja por cada litro de leche producido.
Finalmente, el tercer escenario planteado por Economía Láctea se plantea un triunfo de Massa en el balotaje y un dólar oficial sujetado en 520 pesos. Incluso en ese caso, la mejora del 30% en los valores pagados al productor no llegaría a emparejar la relación histórica entre los precios de la leche y de los granos.