Con la salida de Claudio Moroni del Ministerio de Trabajo de la Nación se termina de desvanecer una de las últimas esperanzas de los voluntariosos empresarios que quisieron ingresar SanCor Cooperativas Unidas Limitadas utilizando fondos públicos.
Aunque se dice que los motivos son personales, vinculados a su salud, desde poco después de involucrarse en esta gran operación sobre la láctea el titular de la cartera laboral enfrentaba un incremento de rumores sobre la continuidad en el cargo, tal como había sucedido con Matías Kulfas allá por noviembre pasado.
Había sido ex el responsable de Producción quien impulsaba en el Gobierno esta idea de gestar un fideicomiso, que se valiera de 60 millones de dólares del Banco Nación, o de unos 6.500 millones de pesos de ese momento, para ponerlos a disposición de estos emprendedores nóveles en el sector lechero, que a pesar de ser exitosos en otros rubros no estaban dispuestos a arriesgar fondos propios en la gestión.
Pasado ese tiempo de rumores, pero también de encuentros visibles del Gobierno con integrantes de lo que hacían llamar la “burguesía nacional” a cargo de esta iniciativa poco clara, dejó de aparecer Juan Manzur en este plano y entró a jugar de cierta forma el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez.
A pesar que una asamblea de socios-productores había aceptado la alternativa de un fideicomiso, el escollo hasta ahora estuvo puesto en el Banco Nación, que no aceptó arriesgar tal cantidad de fondos y pedía una suerte de “garantía”, con lo que debía ser un aporte de los privados, para no cometer errores tales como los del Gobierno anterior con Vicentín.
Las operaciones mediáticas y bien segmentadas siempre fueron la herramienta de publicidad. José Urtubey, de Celulosa Argentina, las había encabezado, para mostrar los vínculos con Marcelo Figueiras, del Laboratorio Richmond; Gustavo Scaglione, de La Capital de Rosario (grupo Vila-Manzano); el abogado Leandro Salvatierra; aunque también con Jorge Estévez, el único relacionado al sector lechero.
Un intento de sumar dinero de terceros no funcionó y ya sin apoyo del oficialismo, el fideicomiso ya no tiene chances.
La situación pone en juego también mucho poder dentro de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra), que se expuso mucho en esta gesta. Primero reclamaban por los intereses en juego del Gobierno de Santa Fe, luego les prometieron participar del fideicomiso, posteriormente los corrían de la administración de fondos y ahora sin perspectivas, cualquier promesa hecha ante los trabajadores quedó sin sustento.
La amenaza de un paro nacional lechero llegó hace dos semanas, para intentar la reanimacion del préstamo oficial. Sin embargo, entre la falta de apoyo político y la inexistencia de fondos, la situación está anulada.
En los últimos días de manera muy confusa se intentó instalar que va a ser el Secretario de Agricultura de la Nación quien hará una suerte de “ronda de consultas” con las partes para no se entiende bien qué.
Como Juan José Bahillo estuvo este fin de semana visitando la exposición de la Sociedad Rural de Rafaela, fue el momento ideal para intentar tener una confirmación de esto. Lamentablemente no se mencionó el tema como parte de la agenda del funcionario en lo inmediato, lo cual no quita que en algún momento se ocupe del asunto. Pero nada indica que estén dadas las condiciones para poder reflotar el desembarco en SanCor.
El entrerriano, también productor lechero, habló sobre el sector. “En lechería tenemos que trabajar, porque hemos tenido algunas urgencias ni bien asumimos. Si bien he recibido a algunas instituciones que representan al sector, nos está faltando acercarnos”.
Bahillo comienza esta semana con un encuentro que lo tendrá junto a entidades de productores lecheros bonaerenses, mientras que después instrumentará una serie de encuentros con sus pares de Santa Fe y Córdoba. “Lo que queremos es establecer entre los representantes del sector y nosotros las prioridades. Creemos que al igual que en otros sectores productivos hay que tener otra mirada de cadena de valor”.
Según el secretario, “no siempre la industria entiende el valor que tiene el productor primario”, por eso “cada eslabón, el primario, la industrialización, la comercialización, tiene que tener su debida y razonable rentabilidad, que le de sostenibilidad económica a ese eslabón. A la lechería le esta faltando un trabajo en conjunto”.
Bahillo entiende que “tenemos que generar una hoja de ruta y tratar de avanzar en ese sentido. Después retomar el pago por calidad de leche”, para poder retomar el crecimiento del sector. “A eso hay que acompañarlo no sólo con políticas que desarrollen no sólo el consumo interno, sino el comercio exterior”.
Pareciera que en lechería está todo por hacerse y debiendo atender a un sector tan amplio, no caben los intereses individuales.
El funcionario agregó: “Nuestra primera responsabilidad es darle rentabilidad al sector, si hay que corregir alguna de las alícuotas de retenciones y que esto no nos impacte en el mercado interno, vamos a trabajar en ese sentido”. Lo que quiere Bahillo para la lechería es un crecimiento para el sector, sin políticas restrictivas.
Es difícil, en este contexto, que se trabaje tendiendo a un proyecto sobre SanCor que no pretende más que achicar a la cooperativa, con una reducción de personal hasta las 700 personas de las 1.700 actuales; y sobre todo que pretende sólo arriesgar fondos públicos en medio de una crisis económica histórica.
Puede que la recuperación que va lentamente logrando por sus propios medios la Cooperativa le moleste a muchos y por eso la falta de resignación. SanCor está procesando cerca de los 700 mil litros por día y no tiene un apuro desesperado por llegar en esta primavera a los 1,5 millones diarios. Existe una lenta mejora en los plazos de pago, en el cumplimiento de compromisos que permiten entender futuras soluciones, pero que no están ligadas a la ambición de privados desvinculados de la industria láctea.
SanCor no tiene ningún apuro, mientras el costo de su lenta recuperación lo pagen con hambre las familias de los trabajadores. Así es fácil, mientras por años lo único que hicieron fue meter la mano en la lata, hasta que no quedó nada.