En el primer mes de 2024 el saldo de la balanza comercial argentina fue superavitario en 797 millones de dólares gracias a una caída considerable de las importaciones como producto de la recesión económica y las dificultades –heredadas del gobierno anterior– para acceder a divisas al tipo de cambio oficial destinadas a operaciones de comercio exterior.
En materia de exportaciones, los mayores ingresos de divisas se explican –como es usual– por ventas de trigo, maíz, cebada y harina y aceite de soja, además de carne bovina y maní.
La cuestión es que –según cálculos del Indec– si en el primer mes del año hubiesen prevalecido los precios de igual período de 2023, el saldo comercial habría experimentado un superávit de 1192 millones de dólares. Bajo ese supuesto y ante el incremento del índice de precios de las importaciones (1,9%) y el descenso del Índice de precios de las exportaciones (-0,3%), el país registró una pérdida en los términos del intercambio de 219 millones de dólares.
Si bien el índice de precios de las importaciones en el período descendió un 3,6%, la caída del índice de precios de las exportaciones fue superior (-9,4%), lo que implicó una pérdida interanual en los términos del intercambio estimada en 366 millones de dólares.
En otra palabras: a la Argentina la “bajaron el sueldo” en el mundo y, por lo tanto, debe trabajar mucho más para ganar lo mismo que antes, ya sea produciendo más de lo mismo o buscando fuentes alternativas de ingresos de divisas.
La baja interanual de precios en lo que respecta a productos primarios fue calculada por el Indec en 5,8%, mientras que en el caso de los productos agroindustriales (MOA) la misma resultó en una caída del 11,4%.
La contrapartida de ese fenómeno es un aumento considerable en las importaciones de piezas y accesorios de bienes de capital, la cual fue del 13,9% en términos interanuales.