La noticia verdadera es que el subsecretario de Producción Agropecuaria y Forestal, conocido por todo el sector simplemente como Manuel Chiape, comenzó a firmar las resoluciones con su apellido completo, el doble, como para mostrar que el también tiene prosapia, como sus superiores Juan Pazo y Sergio Iraeta. En el boletín oficial, donde con su firma se autorizó este miércoles un nuevo cultivo transgénico en la Argentina, aparece ahora como “Manuel José Chiape Berisso”.
Y no es la Beriso de Rolo.
La otra noticia, en efecto, es que el funcionario puso el gancho para completar el proceso de aprobación comercial de otro maíz OGM presentado por la firma Corteva, esta vez con el evento individual DAS-Ø1131-3, que confiere protección frente a ciertos insectos lepidópteros y tolerancia a glifosato. Hace unos días, el propio Chiape (perdón, Chiape Berisso) había aprobado otra variedad, pero con resistencia al glufosinato de amonio.
En el trámite tripartito que precede a la aprobación de un cultivo transgénico, la Conabia había dado su visto bueno a este evento en su reunión del 14 de diciembre de 2023. Y el Senasa hizo lo propio analizando que “en función del conocimiento científico actualmente disponible y de los requisitos y criterios internacionalmente aceptados, se concluye que el maíz portador del evento DAS-Ø1131-3, es tan seguro y no menos nutritivo que las variedades comerciales convencionales, incluyendo cualquier cruzamiento con estas, con lo cual resulta apto para consumo humano y animal”.
Cuando hay entendimiento de lo que realmente significa y como se hacen los GMO/transgénicos; se comprende que no implica bueno o malo per se. Pero lo que sí es problemático, es que esta modificación permite mayor uso del glifosato que si que daña la salud porque porque además de su efecto antibiótico en la microbiota intestinal, el cuerpo lo almacena en tejidos porque lo confunde con el aminoácido glicina, y esto además de aumentar la inflamación crónica, aumenta también el riesgo de cancer