Ta-tam
Bu-ké – ta-tam
Suena a tambores, ¿no?
Tiene lógica: Tatambuké significa “lugar sagrado” en una lengua africana y es el nombre elegido por Ángel Valadán (46) para su establecimiento ubicado en Canelones, a unos 40 minutos de Montevideo, Uruguay. Con 10 hectáreas propias y 4 arrendadas, realiza la producción de animales y de plantas bajo el modelo agroecológico y con una profunda conexión con la tierra.
“Al momento de ponerle nombre a nuestro hogar busqué en varias lenguas, incluso charrúa y guaraní pero ninguna me resonaba, no había conexión con el sonido. Fue entonces cuando hicimos una ceremonia con un chamán y bajó el nombre ´del otro google´”, cuenta Valadán entre risas. “Fue una ceremonia perteneciente a la cosmovisión indígena Camino Rojo, es una tradición oral a la cual adhiero, y que plantea una conexión profunda con 4 elementos: aire, fuego, agua y tierra”, en agradecimiento a la vida de manera sagrada y respetuosamente.
“No se trata de una religión ni de cosas complicadas; en lo personal lo practico en mi vida diaria agradeciendo todo, sosteniendo las enseñanzas del vivir integro y en plenitud. Desde dándole valor al agua que me saca la sed, al sol que nos brinda su energía y a cada hoja por cumplir su función en este mundo”, agrega.
“Y, por sobre todas las cosas, siendo consecuente con lo que pienso y haciendo las cosas con el corazón; así vivimos con mi señora Ana Laura y nuestros hijos Maite y Gerónimo; me encanta que los gurises lleguen del cole, anden en patas todo el día y crezcan conociendo y respetando a la naturaleza”.
-Pero no todo fue siempre así, ¿no?
-Para nada. Todo cambió cuando el 24 enero de 2014 me operaron de urgencia por un tumor en la cabeza. Eso fue un antes y un después en mi vida.
-¿Cómo era su vida antes?
-Pasado de rosca. Comía y dormía en la camioneta. Tenía una empresa de insumos para el agro y solo pensaba en cómo vender más. Aún tengo esa empresa, pero con más calma. Y lo más importante es Tatambuké.
-Además de venirse a vivir al campo, ¿en qué cambió su vida?
-Me volví a conectar con lo que siento. Hoy digo lo que pienso y solo voy a los lugares donde quiero ir. Y por eso estoy haciendo lo que siempre quise: el campo, los animales y ser respetuoso del ambiente. No hay mucho misterio, es valorar y conectarse con las cosas simples.
Con respecto a lo estrictamente productivo, la chacra se distingue por las gallinas y huevos pastoriles. Cada 5 o 7 días se les ofrece una franja nueva de pasto para hacer la rotación; también les da algo de ración, calcio, agua de mar para que obtengan minerales y cascara de huevo, de pecán y huesos molidos. En el agua incorporan microorganismos nativos líquidos. Hoy tienen 100 gallinas y esperan superar las 150 este año. El proyecto cuenta con la zonificación del área asignada a las distintas actividades: hay un área de cerdos, de chacra, bosque comestible, frutales, huerta de la casa, sistema de lechería y sombra.
En el nuevo esquema planteado en el campo de subdivisiones se diseñó un nuevo bosque para producir frutos y sombra, pensado de forma tal que atraviesa el campo a lo largo. Sobre esto último, se incorporarán árboles que aportarán sombra y producirán frutos de forma agroecológica. Se plantarán pensando tres líneas de árboles de forma creciente de norte a sur, según sus diferentes extractos y optimizando el desnivel del predio. En la primera línea habrá 129 árboles pequeños (olivos, guayabos del país o arazá); en la segunda línea se van a plantar 78 cítricos y en la tercera habrá un sistema silvopastoril. Cada línea contará con riego por gravedad, lo cual asegura el agua necesaria para su desarrollo.
En cuanto al sistema pastoril (crían terneros) en la actualidad están trabajando en la modificación del régimen de pastoreo rotativo regenerativo. En 4.5 hectáreas armaron 61 parcelas donde la idea es manejar unas 27 UG, con cambios de parcela diario, dejando un tiempo mínimo de reposo de 45 días y un máximo de 100.
-Y después de que lo operaron, ¿qué hizo?
-Me fui a un retiro espiritual de 4 días sin comer ni tomar agua, y pasé el tiempo bajo un árbol y en silencio. En esas circunstancias uno desarrolla el poder de observación. Hay tiempo para ver todo. Por ejemplo, en un momento pensé que se venía el agua, que me iba a mojar, pero cuando vi las hormigas trabajar tranquilas me di cuenta de que no iba a llover. Y esa observación me siguió aportando calma en ese momento de conexión interior.
-¿Cómo llegó a Tatambuké?
-En 2018 nació mi hija Maite y el departamento de Montevideo nos quedó chico. Empezamos a buscar una chacra y cuando la vi dije “es esta”, me gustó mucho el arroyito, los árboles nativos como coronilla, los tala, y más allá un montecito de eucalipto plantado para sombra.
-¿Se instalaron enseguida?
-No, primero porque teníamos que ver cómo pagarla. Pero además la casa era una tapera y apenas mi mujer la vio, me advirtió “yo acá no vivo ni loca”. Y justo en ese momento salió un murciélago de adentro, así que no pude decir ni mu. Pero con el tiempo la compramos y arreglamos toda la casa.
-¿Quiénes son hoy los clientes de sus productos agroecológicos?
-La mayoría son clientes de Montevideo que busca alimentos sanos y que están dispuestos a pagar algo más por un producto natural y nutritivo. La calidad de los huevos producidos a pastos es notoria, el color de los huevos indica la mayor presencia de nutrientes y carotenoides. Realmente disfruto entregando los pedidos a estos clientes porque sé que valoran el producto que uno les acerca a su mesa, a su familia. También crío gallinas mapuche, araucana que son las gallinas originarias de América del Sur y que producen huevos verdes o azulados.
-¿Tiene proyectos a futuro?
-Sí, pero tengo que ponerle freno a mi mente porque si no me paso de rosca de nuevo y no quiero. En el corto plazo vamos a empezar a producir cerdos y tener 3 módulos para producir miel con el sistema de flow hive, que es un sistema australiano que te permite trabajar en conjunto con las abejas sin tener que intervenir en su colmena y se realiza la cosecha de la miel por el lado de afuera directamente. Más adelante me gustaría adquirir un deshidratador solar para aprovechar la producción de frutales, agregarle valor y venderla. También quiero hacer piscicultura y ya tengo el tanque australiano y un tajamar destinados para este proyecto. Pero vamos despacio.
-¿Cuál es su aprendizaje con todo esto?
-La valoración de la vida. El mate de la mañana, los pájaros al atardecer que agradecen el día que culmina y que se preparan el que viene sin saber si durante la noche un depredador los puede cazar… Pararme a pensar si ese problema que me atormenta es en verdad un problema. En fin, esas cosas.
-¿Se volvió “raro” para los demás?-
-No sé. Otro cambio que hice es que en mi cumpleaños no quiero ni acepto que me regalen cosas, les pido a mis amigos que vengan y que para celebrar ese día plantemos un árbol juntos. Ya lo hemos hecho con varios y me da mucha alegría cuando me llaman para preguntarme “cómo anda el arbolito”.