Los datos que se conocen sobre la actividad lechera dan cuenta de una mejora en la rentabilidad promedio de los tambos, que es mayor en los que tienen más escala y tecnología.
Según los datos recopilados por el SIGLEA, el precio por litro de leche en agosto pasado a nivel del productor fue en promedio de 418 pesos, valor que guarda muy buena relación con los insumos claves de la actividad, como son maíz y soja. Este, a su vez, es el valor más alto para agosto en los últimos tres años. Eso tiene mucho que ver con la menor producción de leche, como consecuencia de la seca que se vivió el año pasado y que vuelva a pegar en el sector por estos meses.
Los datos que publica el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) indican que el precio de litro de leche permite obtener una rentabilidad promedio de 4,6%. Ese ingreso a su vez es muy bueno en dólares ya que llega a los 45 centavos por litro, cuando históricamente el eslabón productivo reclamó que la industria le pagara 30/35 centavos. En esto por supuesto influye el atraso cambiario respecto de la inflación.
Por eso lo más importante es que el dinero que reciben los tamberos por primera vez en mucho tiempo permite alcanzar al valor de equilibrio que permite la retribución al capital invertido.
Con un litro de leche actualmente se pueden comprar 2,5 kilo de maíz y 1,6 kilos de soja. Se calcula que el punto de equilibrio en esta producción es de 1 litro de leche por 2 de maíz y 1 de soja. Los bajos precios que desde hace unos meses tienen los granos mejoraron esa ecuación y brindan rentabilidad a los tambos.
Esa es la causa de la mejora del resultado económico de los tambos y no las mejores ventas del sector, porque el consumo interno, donde se vuelca el 70% de lo que se produce, sigue en caída. Según los datos disponibles, la venta en el mercado interno este año se cayó 19%. La exportación crece 8% en volumen, pero no llega a compensar la menor demanda local.
Lo que le queda esperar a la lechería ahora es que el fenómeno climático la Niña no sea tan caprichosa y llueva al menos como para pasar en condiciones aceptables los meses que vienen. En las tres principales cuencas productivas, Santa Fe, Córdoba y el oeste bonaerense, el déficit de agua es marcado y genera preocupación por el estado actual y futuro de las vacas y su productividad, lo que impacta de lleno en la facturación de los tambos.