La ciencia continúa avanzando en la búsqueda de nuevas alternativas para ciertos productos que hoy sabemos que tienen un impacto negativo en el medioambiente. Al mismo tiempo se intenta cada vez con mayor frecuencia reutilizar ciertos subproductos de distintas cadenas, para reforzar la idea de la economía circular y evitar la acumulación de residuos.
Este es el espíritu que llevó a un grupo de investigadoras del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (IPROBYQ), dependiente del Conicet y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), a comenzar a trabajar con biomateriales. Y parece que han llegado a buen puerto: luego de un año y medio de investigación lograron fabricar un cuero alternativo al de origen animal utilizando una combinación de un hongo y orujo de uva.
“Esta investigación surge por la unión de dos caminos. Uno fue todo el expertirse que tenemos en lo que es revalorización de subproductos de la industria y el trabajo con hongos. Por otro lado la inquietud de unos emprendedores que nos buscaron para hacer un material revalorizando un subproducto como el orujo de uva. A partir de allí desarrollamos este biomaterial que ya existe en el mundo pero no en Argentina”, explicó a Bichos de Campo Adriana Clementz, integrante de este proyecto.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de biomateriales? Si bien no existe una definición exacta, sabemos que se trata de algo producido a partir de un material biológico, que además es biodegradable.
“Puede tener una característica o la otra, o incluso ambas al mismo tiempo, no son excluyentes. Creo que es fundamental que sea biodegradable y que con el tiempo no esté afectando negativamente contra el medioambiente”, afirmó Clementz.
-¿Por qué eligieron trabajar con hongos?- le preguntamos.
-Por la facilidad y rapidez con la que crecen. Dan una textura en su crecimiento. Utilizamos el Ganoderma lucidum que es comestible. Cuando crece y se desarrolla lo hace en forma de hilos –las hifas o filamentos fúngicos- que van formando este textil. Es un hongo de sombrerito pero bajo ciertas condiciones crece de esta forma. Lo que hacemos con el orujo de uva es utilizarlo como alimento. Se los agregamos al sustrato y los hongos crecen allí.
-¿Cómo llegan a la pieza de cuero?
-El material se forma por sí solo, es el mismo hongo creciendo en el sustrato. Luego separamos el hongo y este recibe una serie de tratamientos posteriores que terminan convirtiéndose en ese biomaterial con características semejantes el cuero. De esa forma lo matamos y hacemos que se mantenga en el tiempo.
-¿Cómo se cuida la pieza de cuero una vez hecha y cuánto dura?
-No sabemos exactamente cuánto dura porque hace un año y medio que lo estamos desarrollando. Nos falta tiempo como para poder determinar la vida útil total. Sí sabemos que se va a degradar porque es un hongo. La idea es que todos los tratamientos posteriores que se hagan no impacten negativamente en el medioambiente. Tenga lo que tenga sigue siendo un producto biodegradable, no como ocurre con el cuero ecológico que en verdad deriva del petróleo. Hay que poner en la balanza varias cosas.
-¿Se puede pensar en una producción en masa para fines comerciales?
-En este momento nosotros estamos trabajando a escala de laboratorio. Nos falta terminar y avanzar un poco en el desarrollo pero a mediano plazo vamos a comenzar a escalarlo. De hecho ya hicimos algunas pruebas. El producto también va teniendo mejoras continuas. Ya hay gente acercándose a nosotros como inversores porque están muy interesados. En el mundo ya dos empresas lo trabajan pero aún no lo comercializan.
-¿Qué uso tendría eventualmente este cuero?
-Principalmente es para indumentaria y accesorios como carteras, cintos y billeteras.
-Detrás de este proyecto persiguen el objetivo de la economía circular.
-Sí. Las pequeñas bodegas son las que tienen este problema que deben tirar el orujo de uva. Aquellas más grandes pueden recolectarlo y darle valor. De esta forma nada se pierde y todo se reutiliza.