La Cuota Hilton es desde hace más de treinta años la frutilla del negocio ganadero, porque los cortes que se envían bajo ese cupo a la Unión Europea, por 29 mil toneladas anuales, se venden con bajos aranceles y por lo tanto cotizan bastante más caro que el precio del mercado. El beneficio derrama sobre toda la cadena ganadera local. Y sin embargo, ha habido un gran descuido por parte de los sucesivos gobiernos, que no han actualizado las normas y podrían dejar fuera de carrera a la mitad de los campos ganaderos habilitados para producir novillos que tengan ese destino.
Mañana, 30 de junio, finaliza el año comercial 2020/21 con un incumplimiento por parte de la Argentina de esa cuota arancelaria, que ahora incluso pasa a ser mejor negocio porque quedó a salvo de los recortes del 50% que impuso el gobierno al resto de las exportaciones de cortes vacunos. Pero mañana también finaliza un largo proceso de reinscripción de los establecimientos habilitados para producir cortes Hilton. Aunque todavía no terminó, ese proceso se asemejó a un sangría, porque solamente quedarían en pie la mitad -con suerte- de los 9.000 campos que estaban registrados en 2019.
Si no hay suficientes campos ganaderos inscriptos, la ganadería ingresará en un círculo vicioso en el que comenzará a no cubrir las 29 mil toneladas del cupo para Europa y se perderán muy buenos negocios.
Todo este proceso comenzó cuando en 2019, todavía en la gestión de Cambiemos, el Senasa recibió una denuncia penal por el supuesto incumplimiento de la normativa que define el biotipo Hilton, que exige animales engordados exclusivamente a pasto, sin suplementar. Esa denuncia llevó al entonces presidente del Senasa, Roicardo “Ricky” Negri, a firmar la Resolución 1578 convocando a esta rematriculación en terminos muchos más restrictivos que los que estaban vigentes. Era el 27 de noviembre y faltaban pocos días para el cambio de gobierno.
La bomba está por estallar desde entonces y por eso las nuevas autoridades del Senasa han venido pateando los plazos de este periodo de reinscripción, sin grandes resultados. Sucede que hay muchísimos campos -casi la mitad de los 9.000 que había- que terminan sus novillos con granos y por lo tanto no cumplen con la letra fría del acuerdo firmado con la Unión Europea hace muchísimos años, y que nunca fue revisado a pesar de los cambios visibles en los modos de producir carne en la Argentina.
La fotografía que se conocerá luego del cierre de este proceso que ya no será actualizado será terrible. Varios miles de establecimientos que no hayan sido reinscriptos en el Registro Nacional de Establecimientos Rurales proveedores de ganado para faena de exportación con destino a la Unión Europea quedan incluidos en la categoría “no aptos” cuota Hilton. Es decir que sus animales podrán seguir siendo utilizados para vender carne a la UE, pero sin disfrutar de las mieles del acuerdo arancelario firmado en el cierre de la Ronda Uruguay del Gatt, en 1979.
Esta sangría podría haberse evitado si se establecía oportunamente una negociación entre la Argentina y la Unión Europea para reescribir la definición del biotipo Hilton, que define desde hace años que “la cuota se cubre con cortes de carne de vacuno procedentes de novillos, novillitos o vaquillonas que han sido alimentados exclusivamente a pasturas desde su destete”. Ese era un resorte de la Cancillería, a cargo de Felipe Solá, o del Ministerio de Agricultura, a cargo de Luis Basterra.
Pero los meses fueron consumiéndose y ninguno de los dos tomó la iniciativa. Fuentes del Senasa aclararon que nunca estuvo a su alcance dicha negociación. Y enfatizaron que “ni bien asumió la actual conducción a cargo de Carlos Paz y Carlos Milicevic se solicitó al Ministerio de Agricultura que renegociara con la Unión Europea la actualización de la resolución que determina el biotipo, dado que la UE no acepta animales criados en confinamiento”.
Cri, cri, cri. Cuentan las fuentes que nadie en el Ministerio de Agricultura se hizo eco de este pedido. Las críticas que ahora surgen de Senasa por la pasividad de la gestión de Basterra alcanzan incluso a su poca o nula participación en la discusión para definir los nuevos cupos de exportación de carne, que fueron definidos por el ministro Matías Kulfas y por Paula Español, la secretaria de Comercio. En este andarivel, desde Senasa aclararon que solo aportaron los datos estadísticos requeridos por esos funcionarios.
En mayo pasado, según informó oportunamente Bichos de Campo, el Senasa envió a sus oficinas locales una aclaración intentando ampliar el número de productores inscriptos como proveedores Hilton. Se aceptaba allí la utilización de raciones distintas al pasto, pero dejando expresamente afuera el confinamiento y el uso de proteína animal e industrial.
Ahora la cosa está por explotar y la sangría de campos habilitados quedó a punto de consumarse. No habrá nuevas prórrogas. La flexibilización de ciertos criterios no fue suficiente para incorporar un número adecuado de productores proveedores de Hilton.
En realidad son pasmosos los atrasos en que incurre el Estado en encarar esta negociación pendiente con la Unión Europea. El origen de esta situación, en rigor, se remonta a una auditoría realizada por los europeos en 2015, que arrojó resultados “no satisfactorios” respecto al origen de los animales faenados para cubrir el cupo arancelario.