A mediados de este año el gobierno central chino comenzó a introducir una innovación más para profundizar las intervenciones de mercado instrumentadas desde fines de 2019: la inhabilitación temporal de plantas frigoríficas con la excusa de que las mismas habían enviado productos que tenían rastros de Covid-19.
Como son los principales jugadores en el mercado de carnes, nadie se les anima a los chinos. El mayor testimonio de valentía que se observó hasta la fecha es un comunicado oficial del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay –nótese que para los orientales la actividad pecuaria es la primera en presidir el título– en el cual menciona, respecto a una acusación de un embarque de carne uruguaya contaminado con Covid-19, que las autoridades chinas deberían tomar “en consideración otras informaciones que deben incorporarse a la investigación epidemiológica previo a generar anuncios o medidas que pueden significar distorsiones al comercio”. Extrema elegancia para llamarlos mentirosos sin usar ese término.
En algunos casos los chinos no avisan: mandan una notificación a los representantes del sector agropecuario de las embajadas de los países exportadores de carne para indicar que tal frigorífico envío un embarque contaminado con Covid-19 y que, por lo tanto, debe suspender por tanta cantidad de días los envíos.
La última víctima argentina de tal política –que está claramente orientada a planchar los precios de importación de la carne importada para controlar la inflación interna– fue el Frigorífico Alberdi, al cual se le notificó la suspensión de exportaciones por siete días contados a partir del 11 de diciembre.
Pero en otras situaciones los chinos van dando aviso para que el trago no sea tan amargo. Por ese motivo, resultó preocupante en el sector porcino argentino que el pasado 13 de diciembre la agencia de noticias oficial del gobierno central chino (Xinhua) publicara un artículo en el cual se asegura que se detectó en Tianjin muestras de carne porcina importada que dieron positivo a Covid-19.
“La carne porcina fue importada de Argentina y llegó al puerto de Tianjin el 11 de noviembre, según la oficina municipal de control y prevención de enfermedades”, asegura el artículo. “El producto ha permanecido sellado y almacenado en frío desde entonces, y no ha entrado al mercado, destacaron las autoridades, que añadieron que la instalación ha sido desinfectada”, añade para crear más dramatismo.
Fuentes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) indicaron que no existe ninguna notificación oficial por parte de autoridades chinas que haga referencia a tal evento.
El notable impulso que registraron las exportaciones argentinas de carne porcina este año –de la mano de la fenomenal demanda china– es uno de los factores que explican la recuperación del precio interno del capón.
Todos esperan que, más allá del aviso temprano, el funcionario chino que todas las semanas va eligiendo a dedo cuáles serán los países y frigoríficos que tendrán la mala suerte de registrar embarques cárnicos contaminados, se apiade de un sector exportador minúsculo que está muy lejos de colosos tales como Brasil o la Unión Europea.