Hace ya varias semanas que los matarifes advierten por las complicaciones para cobrar por la carne que bajan en las carnicerías. Ahora son las industrias, en las que opera en ese segmento del negocio, las que levantan la voz en señal de alerta.
Según dan cuenta, las subas de los servicios, como la electricidad y gas, y de los salarios fueron muy superiores al aumento que perciben por la comercialización de los subproductos de la faena bovina.
Históricamente, estas empresas “consumeras” funcionaron con el aporte de hacienda de parte de los matarifes, y se encargaban de comercializar subproductos como cuero, sebo, huesos y menudencias. A todo ese conjunto se lo catalogó como “el quinto cuarto de la res” y al dinero que les entraba se lo denominó “recupero de faena”.
Los precios de esos derivados vienen en caída. Lo que más bajó es el cuero, que siempre fue el de mayor peso en la conformación del recupero de faena.
Desde la Cámara de Industrias Cárnicas (Cainca), que agrupa a los frigoríficos bonaerenses y sobre todo a los radicados en el conurbano, dijeron que “entre noviembre del 2023 y el momento actual, el incremento promedio en los servicios generales fue del 289%, mientras los ingresos por subproductos crecieron el 213%. Esto generó un punto de quebranto en las plantas”.
“La situación es muy delicada y muchas empresas están el aborde del cierre”, agregaron desde la entidad.

De acuerdo con las estadísticas de la Asociación de Frigoríficos e Industriales de la Carne de Córdoba (AFIC), el precio del kilo de cuero es de solo 170 pesos, el mismo que tenía hace 6 meses. A su vez, representa solo 11 centavos de dólar cuando supo valer 1 dólar y más también.
En tanto, el kilo de sebo está en 1100 pesos. En agosto su valor era de 1350 pesos, lo que significa una caída a la fecha de casi 20%, a lo que hay que sumar la inflación.
A estos problemas se añade una mayor competencia de los frigoríficos de la llamada “exportación”, que presiona cada vez en el mercado ganadero por hacerse de ganado, incluso el que tradicionalmente se dirigía al consumidor argentino. Es que el mercado exterior demanda mucha carne: el año pasado las ventas llegaron a niveles récord de 930 mil toneladas, y este año van a cerrar con un volumen también alto.
En 2026 se espera que esa competencia entre exportadores y consumeros sea todavía más fuerte, porque la oferta ganadera se achicaría en 1 millón de animales, según indican analistas del rubro.
Como si fuera poco, sigue habiendo operadores informales porque las autoridades nacionales y provinciales no se hacen cargo de tomar al toro por las astas y ponerlos en regla. Este es un viejo y continuo reclamo del sector y lo expresan otras entidades como la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), que representa a los frigoríficos de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, y también el Consorcio de Exportadores ABC.
Pero a los funcionarios les conviene más dejar que siga habiendo carne producida de manera irregular desde lo sanitario, fiscal y comercial, antes que bancarse las quejas por las subas de precios.
En tal sentido, desde Cainca finalizaron su comunicado indicando que “la situación es muy complicada”.
“Todos saben que el negocio no es rentable, pero algunos miran para otro lado”, afirmaron.




