La cantinela oficial para explicar la crisis económica que vive la Argentina dice que por efecto de la sequía que castigó a la producción agropecuaria en el primer semestre del año, al país dejaron de ingresar cerca de 8.000 millones de dólares debido a la caída de las exportaciones agrícolas. Cierto es que esa es la cifra que perdieron los productores que no pudieron cosechar el 30% de la soja y el 20% del maíz. Pero no es tan cierto que el impacto haya sido tan grande para las grandes cuentas nacionales.
Las unidas Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) informaron este miércoles que durante el último mes de 2018 las empresas del sector liquidaron (introdujeron al país mediante el mercado cambiario mayorista) la suma de 1.040.514.400 dólares. Con este dato se puede redondear el dato anual: el sector agrícola liquidó 20.219.464.917 dólares durante todo 2018.
¿Es mucho o poco? Es un indicador bastante bueno sabiendo que se perdieron casi 20 millones de toneladas de soja y 15 millones de maíz. En 2017, año de una muy buena producción en ambos granos, la liquidación de las grandes exportadoras había sido de 21.399 millones de dólares. Es decir que la oferta de dólares agrícolas cayó solo en unos 1.400 millones entre un ejercicio y el otro, a pesar de la sequía.
¿Y los 8.000 millones de dólares de faltante de los que habla Nicolás Dujovne para justificar la magnitud de la crisis, devaluación mediante y acuerdo con el FMI? Habrá que buscarlos por otro lado, porque lo cierto es que a pesar del fuerte recorte de la producción de granos gruesos, la industria aceitera exportadora se las ingenió para mantener sus niveles de actividad en niveles razonables. Eso es lo que explica que las liquidaciones no hayan caído tanto.
Las empresas de Ciara-CEC, que no son otras que una veintena de grandes exportadoras de granos y subproductos, tanto multinacionales como nacionales, explican cada vez que pueden que ellas traen sus dólares al país para comprar mercadería de los productores, que luego procesan o exportan, generando divisas. No es entonces una contabilidad que vaya en paralelo a los volúmenes de commodities efectivamente embarcados, que son informados por el INDEC. Estos 20.200 millones de dólares, entonces, es dinero que ingresó por la ventanilla del Banco Central y se transformó en pesos.
La importación de soja desde los Estados Unidos y países vecinos como Paraguay y Brasil (se estima totalizará un volumen de 6 millones de toneladas al fin del ciclo comercial 2018/19), más el traslado de un abultado remanente de granos de la anterior cosecha determinaron finalmente que la caída de divisas agrícolas no fuera tan grave como se temía.
En rigor, este registro para 2018 equipara al logrado en 2015, cuando el sector también liquidó unos 20.200 millones de dólares.
La mayor liquidación de divisas se produjo en 2011, cuando los precios internacionales de los granos eran mucho mayores a los actuales. En ese momento, el sector agroexportador logró el récord de 24.741 millones de dólares. Pero eso tampoco fue suficiente para la administración pública, porque fue por ese entonces que la Argentina comenzó a presentar una nueva serie de problemas macroeconómicos, como el déficit comercial y la fuga de dólares, que se mantienen hasta nuestros días.
Hay que descontar las mayores importaciones de soja.