En las últimas jornadas es la harina de soja –y no el aceite– el que viene impulsando para arriba las cotizaciones del poroto de soja en el mercado estadounidense CME Group (“Chicago”).
El fenómeno se explica porque el principal exportador mundial de harina de soja, Argentina, está experimentando serios problemas climáticos que complican aún más la delicada situación económica presente en el país.
La segunda edición del régimen cambiario especial del “dólar soja”, vigente hasta fines del presente mes de diciembre, no está impulsando ventas de soja tan espectaculares como las registradas en la primera versión implementada en septiembre pasado.
En ese marco, los embarques declarados de harina de soja por parte de la industria oleaginosa argentina suman a la fecha 1,76 millones de toneladas en el presentes mes de diciembre y 1,05 millones en enero, pero en febrero caen a 615.330 toneladas y en marzo se registran apenas 50.000 toneladas.
Si bien el último informe mensual de oferta y demanda global del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) proyecta que Argentina debería exportar 26,5 millones de toneladas de harina de soja en el ciclo 2021/22, hasta el momento la industria declaró embarques por 21,5 millones para ese período.
Los productores argentinos están reticentes a desprenderse de su mercadería por la creciente inestabilidad cambiaria presente en el país y la incertidumbre generada por una sequía severa que está afectado a muchas regiones agrícolas clave del país.
Buena parte de la cosecha argentina de soja de primera, que ingresa al mercado en los meses de abril y mayo, ya está comprometida y la esperanza es que en el transcurso de las próximas semanas se presenten lluvias abundantes que puedan permitir sembrar soja de segunda o tardía o bien recomponer el estado de lo que ya se implantó.