Agustín Arroyo es el actual gerente de la Asociación de Criadores de la raza Hereford pero en su larga trayectoria pasó por varias asociaciones, incluyendo la de Angus y la de Shorthorn. Entonces, es más que palabra autorizada para hablar sobre la genética bovina del país y la participación de las razas en cada zona. Es el tipo ideal además para explicar por qué la etiqueta del whisky Criadores trae el retrato de tres toros.
Agustín dice que esa etiqueta recuerda la historia del origen de la ganadería moderna, que se remonta a mediados del siglo XIX. Los toros que se ven en la marquilla del tradicional whisky nacional son los primeros reproductores que llegaron al país desde Inglaterra: Tarquino era un Shorthorn que ingresó en 1823; Niágara era un Hereford que se importó en 1862; y Virtuoso un Aberdeen Angus que se introdujo en 1879.
Los primeros ejemplares de aquellas razas fueron traídas con el fin de mejorar el ganado criollo que habían arribado a América en su tiempo con los españoles. Este ganado, a pesar de difundirse por toda la planicie pampeana, no mostraban demasiada producción y eficiencia.
Tan acertada fue la decisión de importar aquellos toros que rápidamente se impusieron las razas británicas, a través de múltiples cruzas. Solamente no fue así en la zona norte de la Argentina, de clima subtropical, donde ni la cruza con las criollas adaptadas funcionaba. Allí debieron entrar las razas índicas para brindar su cuota de rusticidad y resistencia a las altas temperaturas.
Arroyo, a través de esa etiqueta, nos cuenta el comienzo de una historia que más de 150 años después encuentra al país -según sus cálculos- con unas 2 mil cabañas de criadores de todas las razas. Con cuatro razas predominantes en la actualidad, dos en las zonas templadas (Angus y Hereford) y las otras dos en el norte (las sintéticas Brangus y Braford, 1que son mezcla de las británicas con la raza Brahma).
“El clima y los mercados así lo marcaron y se fueron tamizando las razas”, resumió Agustín a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa con Agustín Arroyo:
Hablando de actualidad, una preocupación que tienen los criadores de las razas es la baja participación de la genética registrada en los campos de la Argentina. “De los 250 mil toros que renuevan todos los años en el campo (20% del 1.200.000 del stock de machos) solo el 30% son de genética formal (puros de pedigree, puros controlados o puros por cruza), y el 70% restante son ‘bolsa blanca’, pues no se conoce su origen”, informó el especialista, trazando un parangón con lo que sucede en el mercado de la semilla.
“Si queremos mejorar la ganadería debemos crecer en la genética, una de las cuatro patas de la ganadería junto a la alimentación, la sanidad y el manejo. Hay que hacerlo para avanzar al ritmo que avanza la agricultura. Desde 1950 hasta la fecha la agricultura creció un 550% y la ganadería solo un 50%”, se lamentó Arroyo.