Durante la semana pasada se concretó quizás la última fusión del año entre empresas del sector. ¿Tan pronto? Parece mentira, pero es lo que prevén los analistas ya que el Coronavirus paralizó todos los planes de las multinacionales. La operación en cuestión vino de la mano de la japonesa Sumitomo Chemical Company, quien completó la adquisición de cuatro filiales sudamericanas -en Brasil, la Argentina, Chile y Colombia-, que eran propiedad del grupo empresarial australiano Nufarm.
Esta adquisición y fusión se anunció en el último trimestre del año pasado y ya no podía detenerse. Pero recién se cristalizó durante la última semana. La japonesa desembolsó poco más de 800 millones de dólares para quedarse con las cuatro filiales latinoamericanas, a las que promete potenciar con inversiones y lanzamientos de nuevos productos para la protección de cultivos.
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En tanto, en el ámbito local, la aceitera Vicentín sigue empecinada en comprar materia prima para abastecer sus dos plantas industriales que están inactivas desde diciembre del año pasado. Según reconocen desde la propia empresa, la cosa no viene para nada fácil. La originación sigue muy complicada, en primer término, por los sabidos problemas logísticos derivados de la cuarentena obligatoria y en segundo lugar, por los problemas financieros que arrastra la firma, que en diciembre se declaró en éstres financiero y dejó impagos unos 1.400 millones de dólares, que ahora se discuten en un concurso de acreedores. “El que tiene los granos elige a quien venderle, y Vicentin no es la mejor opción”, explican en el sector.
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Otra empresa que desde meses arrastra problemas financieros es la láctea Verónica. En marzo del año pasado había pedido la apertura de un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC) con el que buscaba recortar parte de su plantilla de trabajadores, pero finalmente llegó a un acuerdo con el gremio y no ejecutó despidos. Ahora, en tiempos de Coronavirus, anunció que pagará los sueldos en cuatro cuotas porque la cuarenta obligatoria complicó aún más sus débiles finanzas.
En tanto en la industria láctea mencionan que desde hace meses la empresa está con cartel de venta, sus dueños, la familia Espiñeira, están buscando desprenderse de alguna de sus unidades de negocios para reducir su estructura. Más precisamente de la que se convirtió en su talón de Aquiles: la planta productora de leche en polvo ubicada en la localidad de Suardi, donde hace un par de años se realizó una millonaria inversión para mejorar las instalaciones.
Según los registros de la central de deudores del Banco central (BCRA), Verónica tiene deudas por un total de 1.600 millones de pesos, y sus principales acreedores son el Banco Ciudad de Buenos Aires y el Nuevo Banco de Santa Fe. A enero, el 100% de la deuda fue categorizada en situación 1, sin atrasos en los pagos.
En contraposición, desde agosto la empresa láctea no abona los aportes de seguridad social de sus empleados y desde hace al menos tres meses, tampoco está concretando los aportes a la obra social.