Más del 90% de la superficie de los campos agrícolas de la firma CODI S.A. se encuentra siempre verde. La empresa integrante del CREA San Manuel (región Mar y Sierras), que ocho años atrás comenzó a incorporar cultivos de servicio en las rotaciones, se encuentra fuertemente abocada a trabajar en la implementación y desarrollo de un nuevo paradigma agrícola.
La cuestión es que, lejos de tratarse de algunos ensayos puntuales, la empresa dirigida por Luis Piatti decidió lanzarse de lleno a la búsqueda de una manera alternativa de producir granos al entender que el sistema convencional, basado en el uso intensivo de agroquímicos, comienza a mostrar algunos problemas.
“Los sistemas productivos regenerativos están basados en cinco principios fundamentales, que son minimizar la perturbación del suelo por labranzas y químicos, aumentar la diversidad de especies, tener el suelo siempre cubierto, mantener raíces vivas la mayor parte del tiempo e integrar animales e insectos al sistema”, explica Luis.
“Estos sistemas, si bien promueven efectos favorables de manera acumulativa, se caracterizan por un uso intensivo de tecnologías de procesos que deben cambiar de manera constante para adelantarse a la dinámica planteada por malezas, plagas y enfermedades”, añade en un artículo publicado en Contenidos CREA.
Es decir: a diferencia del modelo productivo convencional, donde las “recetas” son la norma, la agricultura regenerativa requiere un constante aporte de decisiones agronómicas complejas adaptables a los factores ambientales y económicos de la coyuntura presente en cada campaña y a la problemática particular de cada lote. No se trata de un desafío fácil porque, al incorporar muchas más variables al sistema de decisión agronómico, los resultados finales son bastante más impredecibles.
La primera fase del proceso de aprendizaje que, como tal, requiere mucho del “prueba y error”, es la determinación de la “caja de herramientas” del nuevo modelo agrícola, el cual no necesariamente es extrapolable a otras regiones productivas o bien, a la inversa, no puede “importar” herramientas ya probadas en otras zonas sin antes validarlas localmente. Sí o sí requiere arremangarse y ponerse a trabajar. Ese proceso, si se hace en el marco de una red de intercambio y contención –como es el caso de CREA–, permite ahorrar mucho tiempo y recursos.
“La agricultura regenerativa está sustentada en la meta de recuperar la condición físico-química y biológica del suelo por medio de tecnologías que reduzcan el impacto ambiental y que, en el mediano o largo plazo, permitan incrementar los rendimientos agrícolas y los resultados económicos”, explica el empresario.
Afortunadamente, buena parte del modelo convencional ya venía equipado con herramientas necesarias para lograr ese propósito, como es el caso de la siembra directa. Pero existe mucho trabajo por delante en lo que respecta a tener el suelo siempre cubierto con especies diferentes para asegurar la provisión de diversos servicios ambientales.
A modo de ejemplo, en los ambientes “bajos”, caracterizados por presentar alto riesgo hídrico y elevado riesgo de heladas, se reemplazó la rotación convencional (girasol-maíz) por otra que, mediante la incorporación de cultivos multiespecie (vicia, centeno, avena, trigo sarraceno, melilotus, etcétera) como “puente verde”, mantiene el suelo cubierto en la totalidad del ciclo agrícola.
Con ese cambio, el impacto ambiental medido a través del EIQ (coeficiente creado por el Programa de Manejo Integrado de Plagas de la Universidad de Cornell; EE.UU.), se redujo a menos de la mitad, al tiempo que se incrementó la captura de carbono y nitrógeno promovida por el sistema. Los días sin raíces vivas se redujeron de 225 en el modelo tradicional a cero en el sistema regenerativo.
“Estamos trabajando con el objetivo de hacer cultivos de servicio con al menos cuatro especies diferentes, los cuales en los bajos se volean antes de la cosecha del cultivo de gruesa para permitir que puedan desarrollar la mayor cantidad de biomasa posibles antes de su supresión”, remarca. Las cultivos mas usados son vicia, triticale, trigo sarraceno y nabo forrajero, en distintas proporciones y con el agregado de otras especies de acuerdo a la problemática del lote, del cultivo siguiente en la rotación y del servicio principal que se quiera aportar.
En los demás ambientes –loma y media loma– se llevó a cabo el mismo proceso de reconversión que más recientemente incluyó a la ganadería al sistema para diversificar ingresos y gestionar los excesos de cobertura
“En la rotación de fina, los cultivos de servicio se deben pastorear para bajar el nivel de cobertura, ya que si no sería un problema por el efecto del mayor daño del frío sobre el trigo y la cebada”, comenta.
Los cultivos de servicio se suprimen de manera mecánica –siempre que eso sea factible– por medio de diferentes métodos, entre los cuales se incluyen rolos con cuchilla plana y con cuchilla helicoidal, además de rolos incorporados a sembradoras, de manera tal de sembrar el cultivo de cosecha sobre el cultivo de servicio recién desactivado (“siembra en verde”). También se está probando la efectividad de una barra de corte a baja profundidad –denominada “pie de pato”– para el control mecánico de malezas como rama negra y crucíferas que son poco afectadas por el rolado.
“Los cultivos de servicio no se fertilizan ni se utilizan insecticidas ni fungicidas ni en semilla ni en planta. La idea es que las plantas generen los exudados necesarios para estimular el desarrollo de la microbiología del suelo”, comenta Luis.
En los cultivos de renta se viene disminuyendo paulatinamente las fertilizaciones con nitrógeno (producto del aporte realizado por las leguminosas empleadas como cultivos de servicio), así como el uso general de agroquímicos. En la medida de lo posible se evita el uso de curasemillas, al tiempo que se está evaluando la efectividad de productos biológicos como azospirilum, micorrizas y pseudomonas.
“Si bien en teoría el aporte de nitrógeno de las vicias permitiría bajar mucho la fertilización, en la práctica estamos viendo que ese nitrógeno no esta disponible inmediatamente para el cultivo siguiente –producto de las bajas temperaturas–, por lo que igualmente se debe hacer una fertilización, preferentemente temprana. Algo que estamos viendo en estos casos es que los análisis de suelo nos dan valores de nitratos muy bajos a la siembra, y por el contrario, los niveles de nitrógeno mineralizable, muy altos”, expresa Luis.
“A partir de este año vamos a empezar a aplicar –siguiendo los principios de la Soil Food Web de Elaine Ingham– extractos de compost producidos en el campo en base a residuos de cosecha, de modo de inocular y promover aún más la regeneración del suelo”, añade.
Cuatro años atrás, a partir de una sugerencia realizada por los integrantes del CREA San Manuel, se implementaron módulos de ensayo con el propósito de validar, tanto en términos agronómicos como económicos y ambientales, las cualidades del modelo regenerativo versus el convencional; adicionalmente, se incorporó un módulo “orgánico” (sin aplicación de insumos de agroquímicos ni fertilizantes).
El resultado promedio de los primeros tres años del módulo regenerativo mostró un margen bruto 2% inferior al obtenido con el sistema tradicional, pero con un impacto ambiental (EIQ) 50% menor. El costo promedio del regenerativo fue un 8% menor, lo que implicó una menor inmovilización de capital. En términos de productividad el regenerativo produjo 17.700 kg/ha de granos de cultivos de renta versus 18.800 kg/ha el convencional, lo que indica, en las condiciones exploradas en el ensayo, la ganancia ambiental más que compensa lo que se resigna en productividad y renta.
– ¿Cuáles fueron los disparadores de esa decisión? –preguntamos a Luis Piatti.
– Empezamos a ver que el sistema de producción convencional empezaba a tener problemáticas, como el de malezas resistentes, o la pérdida de la fertilidad del suelo, que requerían cada vez mayores intervenciones, con costos crecientes e impactos ambientales importantes. Y a eso se le sumaba una sociedad que está cada vez más sensible y exigente con estas cuestiones. No estamos inventando nada, sino que estamos tratando de replicar experiencias exitosas que se están implementando en otras naciones y regiones agrícolas argentinas, tratando, por supuesto, de adaptarlas a las situaciones particulares presentes en nuestra región. La meta es tener el 100% del área agrícola propia con presencia permanente de cultivos de servicio, con raíces vivas, que es uno de los principios de la agricultura regenerativa, que busca minimizar la perturbación del suelo, algo que en parte ya teníamos con la siembra directa, pero además buscando la reducción del uso de productos de síntesis química y aumentando la diversidad de especies, entre otros aspectos. Por otra parte, habíamos eliminado la ganadería de los lotes agrícolas, pero como otro de los principios también comprende incorporar esa actividad, estamos volviendo a ver de qué manera podemos integrar la ganadería con la agricultura que para ambas se sinergicen.
-¿Y cómo están implementando eso?
– Tenemos un rodeo pequeño de vacas que estaban recluidas en ambientes ganaderos, pero que hoy tratamos que pasen por la mayor cantidad de tiempo en lotes con cultivos de servicio. También ofrecemos servicios de pastoreo. Aparte de generar un ingreso adicional, que recupera parte del costo del cultivo de servicio, el animal nos provee un servicio al bostear. El mérito no está en hacer lo que otros ya han hecho con buenos resultados, sino en haber tomado la decisión de seguir ese camino, dejando de probar diferentes procesos a una escala pequeña para intensificar de manera integral el sistema productivo, porque entendemos que es la manera de resolver los problemas generados por el modelo denominado convencional.
– Eso implica asumir el derecho a equivocarse, porque en el proceso de aprendizaje se cometen errores…
– Entendemos que no existe alternativa. El fenómeno es comparable a la situación presente al momento del surgimiento de la siembra directa: estaba claro entonces que ese era el camino por seguir, aunque no todos lo entendieron a la misma velocidad. Este es el camino que tenemos que transitar.
-¿Qué mirada tienen los integrantes del grupo CREA sobre la decisión emprendida?
– Ayuda mucho porque me cuestionan y frenan bastante y eso es necesario cuando uno quiere implementar cambios en un terreno desconocido a una velocidad demasiado grande. El grupo CREA es importante porque me ayuda a no pasarme de vueltas y también a no asumir riesgos innecesarios. De todas maneras, en el CREA San Manuel varias empresas ya están trabajando con sistemas regenerativos, mientras que otras todavía miran los cambios desde afuera.
-¿Qué contribución realizan los asesores CREA en el proceso de toma de decisiones agronómicas?
– Yo generalmente aporto las locuras, ya que no vengo del ámbito agropecuario, y los asesores Miguel Redolatti y Diego Aguilera las bajan a tierra o buscan la manera de implementarlas, siempre y cuando eso sea factible.
-Esas “barreras” son vitales para evitar asumir riesgos que pueden ser grandes…
– A veces se asumen riesgos, sí. En un momento, por ejemplo, estaba muy entusiasmado con la siembra conjunta de girasol con cultivos de servicio a partir de cierta bibliografía referida al tema. Hicimos varias hectáreas y no nos fue bien. El cultivo de servicio se logró muy bien, pero el rinde del girasol nos pasó una factura importante. La cuestión es probar, aprender, quedarse con lo útil y descartar el resto. No existe manera de aprender sin cometer errores.
-Personalmente, ¿cómo estás encarando el proceso?
– Venía desmotivado en los últimos años porque la actividad agronómica se había transformado en algo rutinario que, además, pretendía resolver los problemas presentes con las mismas recetas, pero a mayores dosis. Y la agricultura regenerativa me cambió completamente la perspectiva de la actividad agrícola.
-¿Cuáles crees que son las principales barreras para frenar la expansión de sistemas regenerativos?
– Una crítica usual es que hay que resignar algo de renta, pero ahí entran los tres ejes de la sostenibilidad: económica, social y ambiental, tratando siempre de que los tres estén en equilibrio. En algún momento quizás debamos tener que dejar de ganar algo para hacer la transición de un sistema al otro, porque el proceso de transformación y de aprendizaje tiene un costo, pero creemos que este proceso se va a dar –más tarde o más temprano– de manera inexorable; además, algunos impactos favorables se pueden evidenciar ya en el corto plazo, como es la reducción de la presión de malezas, la mejora en los índices ambientales o la disminución del uso de fertilizantes nitrogenados. Pero el cambio profundo, que es hacia donde estamos apuntando, generado por la regeneración del suelo, se va a evidenciar recién en el largo plazo. Nuestra principal preocupación, por el momento, es mantener el equilibrio de los tres ejes en el proceso de aprendizaje.
-El cambio de paradigma productivo requiere un cambio de paradigma mental o conceptual sobre el negocio.
– Es necesario dejar de pensar sólo en lograr el mayor rendimiento posible o en maximizar la renta a cualquier costo o, mejor dicho, sin tener en cuenta muchos costos ocultos. Muchas de estas variables no las ponemos en el cálculo del margen bruto, pero eso no quiere decir que no existan y que no se estén generando pasivos ocultos que algún día tendremos que pagarlos. Es importante también tener en claro que el proceso de transición y aprendizaje va a tener algún impacto en los rindes agrícolas, al menos por un tiempo, hasta que le encontremos la vuelta y el sistema se estabilice; aun así, creo se puede llegar a tener la misma rentabilidad, más hoy en día, si tenemos en cuenta la progresiva suba de precios que han tenido los principales insumos agropecuarios.
El Manejo Regenerativo es una técnica muy vieja. Ya planteaba Don Manuel Belgrano quien aconsejaba rotación de cultivos con uso animal. Savory lo implantó científicamente el la década del ’80 del siglo pasado y tanto en varias experimentales de INTA como Bariloche o La Rioja se desarrollaron modelos eficientes en zonas áridas y semiaridas con uso bovino, ovino y caprino. Pasaron 40 años de la famosa y permisiva Revolución Verde para darnos cuenta el desastre ecológico.
Gracias Patricio.
Podes poner los estudios del INTA que mencionaás. Me ayudarías enormemente. Muchas gracias.
Tal vez algunos tengan que releer a Antonio Brailovsky, autor de “Memoria Verde”