Mientras muchos minimizan la fuerte caída en el consumo de carne vacuna y se consuelan pensando que el pollo y el cerdo cubrirán el espacio perdido frente al consumidor argentino, Raúl Milano, directivo históricos del Rosgan, reconoció que haber caído por debajo de 45 kilos por habitante y por año “no está bien de ninguna manera”.
Consideró que el negocio de la carne ha ingresado en un “amesetamiento” de los precios, que podría complicar mucho a todos los operadores. “Yo no sé si un animal va a valer lo mismo que un par de botas, como pasó en los noventa. Pero hay que estar muy atentos porque esto es lo que está viniendo. Con esto uno no quiere desanimar a la gente, porque el mundo va a demandar (carne). Pero estamos en un problema de ordenamiento macroeconómico”, advirtió.
En ese sentido, Milano consideró que la fuerte caída del consumo interno “no es un cambio cultural o de hábitos, eso es sólo una parte. Lo que realmente pasa es que hay una caída de ingresos fenomenal y evidentemente eso impacta en el consumo”, señaló el director ejecutivo de Rosgan. El efecto de la crisis, la caída abrupta de la inflación y el enfriamiento de la economía aún no hallan un punto de equilibrio favorable, y el sector prevé que deberá mirar con mucha más atención a las exportaciones.
El Rosgan reúne a varias casas consignatarias con la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y viene re realizar un remate récord en el marco de la Exposición Rural de Palermo, con cerca de 40 mil animales que se vendieron rápido y a bajos precios. Pero Milano tiene claro que no todo es color de rosas y que el contexto macroeconómico es un condicionante para la ganadería. Advierte que el sector “entró en una meseta”.
El consumo interno de carne vacuna absorbe el 70% de la producción y, a pesar de los corrimientos de precios y la liberación de las restricciones al comercio internacional, el mercado no puede resistir los embates que genera la caída del nivel adquisitivo.
Mirá la entrevista a Raúl Milano:
El mercado exterior, que hoy por hoy compone poco más de un tercio de la demanda de carne vacuna, se encuentra con otras barreras: el dólar barato y las retenciones. Ahora el presidente Javier Milei anunció el domingo en Palermo que eliminará ese tributo para la carne de vaca y lo reducirá 25% para el resto de los cortes. Pero todavía nadie tiene claro cómo se implementaría esa novedad.
El temor de los productores, explicó Milano, es la “pérdida de rentabilidad” en toda la cadena de ganados y carnes, dada la triplicación del costo de los insumos y los oídos sordos que ha hecho Economía a las presiones por devaluar. Tras la reunión con el ministro Luis Caputo, días atrás en Palermo, a los integrantes de la Mesa de Enlace les quedó en claro que el Gobierno tiene otras prioridades en agenda antes de anunciar medidas sustanciales para el agro.
“¿Cómo vamos a ser competitivos cuando uno va a Brasil, Uruguay o Paraguay y tienen cero retenciones? ¿Cuánto más le pueden pedir al hombre de campo?”, se preguntó Milano.
Lo cierto es que el sector ganadero apuesta hacia una salida al comercio exterior porque las últimas cifras indican que el consumo interno de carne toca el mínimo histórico y podría seguir descendiendo en los próximos meses.
“Nunca se va a volver a los niveles de consumo que hubo en otro momento de Argentina”, afirmó el empresario, que ve a la caída interanual de casi 9 kilos per cápita, de 52,4 a 44, como una señal de alerta. “Por eso, el gran tractor de esto tiene que ser la exportación”, explicó, y fue taxativo con una definición para la política: “No se puede seguir ordeñando más al campo cada vez que el país tiene que equilibrarse”.
Para los ganaderos, además de las medidas concretas para el agro, trabajar por un aumento de stock también ayudará a una salida más airosa, porque podrían vender carne a otros países a medida que se mantiene estable el consumo interno, aunque sea a niveles más bajos de lo que se acostumbra.
Milano no solo atribuye el amesetamiento del mercado de carne a la crisis económica sino también al cambio de hábitos y el notable desarrollo de los “sustitutos”, como la industria avícola y porcina. “Eso no existía cuando Argentina consumía 100 kilos por año per cápita, en ese entonces era casi todo carne de vaca”, agregó el referente.