Este no fue un lunes más. No al menos para quienes observamos con mucha atención y de buena leche el debate sobre el modelo agrícola argentino, sus logros, sus falencias y sus dificultades. La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) festejó sus 30 años de existencia con un anuncio que muestra que nunca es tarde para pegar los giros que la vida te reclama. Que la mejor y más humana actitud termina siendo siempre la de revisar las cosas que hace uno mismo, para corregirlas si fuera necesario.
Si hubiera que resumir en una nota técnica, diríamos que lo que hizo AAPRESID este lunes es comenzar a tramitar la jubilación del barbecho químico para poner todo su acento de ahora en más en la investigación y la difusión de una técnica mucho más amigable con el medio ambiente, la de los cultivos de servicio o de cobertura. Pero la verdad es que AAPRESID hizo bastante más que eso: Esta vanguardia que ha marcado a fuego los últimos 30 años de la agricultura local comenzó ahora a revisar su propia Biblia.
Nos vamos a apoyar en varios tramos del discurso que pronunció este lunes Alejandro Petek, el presidente de la entidad que a fines de lo ’80 comenzó a revolucionar la agricultura con la siembra directa o “labranza cero”, un combo que después se potenció con la llegada de la soja transgénica resistente al glifosato. El cielo y el infierno, todo junto. La posibilidad de multiplicar varias veces el volumen de la cosecha y la productividad de los lotes, pero al mismo tiempo las cagadas ambientales propiciadas por la “simplificación” del trabajo agrícola y el temible monocultivo.
Dijo Petek: “En estos 30 años hemos aprendido, hemos evolucionado mucho. Porque superado el problema de la labranza aparecieron otros. Con los largos ‘barbechos’ -ese periodo entre cosechas en que se creía había que dejar al suelo libre de cultivos para que ‘descanse’ y se recupere hasta la siembra siguiente-, comenzaron los excesos hídricos y la proliferación de malezas”.
Y es que ese soja sobre soja, por necesidad en muchos casos, por simple conveniencia en otros, ha tenido consecuencias que saltan a la vista. La principal ha sido la aparición de múltiples variedades de malezas resistentes al glifosato y otros herbicidas., que ponen en jaque todo el modelo. Pero también la compactación de los suelos, la pérdida incalculable de nutrientes, la caída a la mitad de la materia orgánica.
Reconocio Petek: “El monocultivo y la simplificación del manejo que provocaron la degradación de los suelos y la caída en su fertilidad, la pérdida de biodiversidad y la creciente dependencia de insumos químicos. La agricultura se separó de la ganadería, la cual -creyéndose incompatible con la siembra directa- fue desplazada hacia las tierras marginales. El campo y la gente se fueron alejando”.
Este lunes fue particular. Pocas veces en la historia del agro argentino se han visto reconocimientos tan genuinos como este que protagoniza ahora AAPRESID, una entidad que venía murmurando a puertas cerradas que más allá de la difusión masiva de la siembra directa como técnica de labranza, su “sistema” no era aplicado a conciencia por el 100% de los productores y que solo una minoría de ellos podía o quería realizar el conjunto de prácticas agronómicas que aseguraran la sustentabilidad del modelo.
Declaró Petek: “Entendimos que con dejar de labrar no era suficiente. Entendimos que como todo ecosistema la agricultura se rige por una compleja red de interacciones que involucran múltiples componentes; y que para entender su funcionamiento y mantener su delicado equilibrio debíamos incorporar principios de la Ecología. Debíamos dejar de pensar en lo simple. Debíamos devolver a la naturaleza los recursos que ella nos ofrece y ayudarla a mantener activos y sin pausa los ciclos biológicos y minerales. Hacerla nuestra aliada, apostando a una agricultura diversa, siempre viva, siempre verde”.
Siempre Verde, los suelos cubiertos durante todo el año. Ese es uno de los principios básicos de la denominada “agroecología” que poco a poco va ganando terreno sobre estas pampas, como alternativa al modelo que expresaba AAPRESID y que ha comenzadoa mostrar señales de agotamiento. A los 30 años, al reinventarse, esa entidad está entrando de lleno a la disputa por ese territorio, incluso en el plano dialéctico. “Nosotros somos agroecólogicos”, desafían sus directivos.
Reconoció Petek: “Hoy sabemos de muchas herramientas que pueden ayudarnos en ese camino. Que podemos valernos de las mismas plantas y organismos vivos para absorber excesos hídricos, fijar carbono, evitar los daños de las plagas, reconstruir el suelo y aportar nutrientes que alimenten nuestros cultivos”.
Las enormes brechas entre uno y otro sistema comenzaron a achicarse. Todavía hay seguro una enorme grieta ideológica, que no es la que más nos importa porque es ese un debate que no conduce a un destino cierto. Pero en materia agronómica, en los modos de producir, hay un visible acercamiento. La gran puja sigue siendo en todo casi si se pueden utilizar transgénicos y agroquímicos. Para los “agroecólogos” vernáculos esos insumos son una mala palabra, están prohibidos. Estos renovados “agroecólogos”, en tanto, son conscientes de que hay que reducir el uso de fitosanitarios y fertilizantes, pero muy lejos están de condenarlos.
Señaló Petek: “Hoy sabemos que no es posible una agricultura que persiga la producción de materias primas como único objetivo. Empezamos a probar los llamados ‘cultivos de servicios’, cuyo fin no es la producción de granos ‘cosechables’, sino que están allí justamente para brindar servicios al ecosistema. También aprendimos que en esta ‘complejizacion’ necesitábamos que agricultura y ganadería vuelvan a integrarse. A cambio del alimento que les proveen las pasturas, el ganado nos devolvería nutrientes, favoreciendo la generación de materia orgánica”.
Fue este un lunes especial, sin dudas. En primera fila escuchaba Héctor Huergo, el histórico editor de Clarín Rural y declamado inventor de “la segunda revolución de las pampas”, un proceso productivo que permitió mucho más volumen de producción pero -como bien marcó Petek- con falencias ambientales altas y con el desplazamiento de las vacas y los seres humanos del medio agropecuario. Esperaremos ansiosos al próximo sábado para ver cómo el comunicador comienza a desandar el sendero discursivo que él mismo propuso y mantuvo inalterable durante más de dos décadas: con la Siembra Directa todo brilla; nada se discute. Veremos cómo explica que muchos de los miembros de AAPRESID ahora admiten a viva voz que hay que dar vuelta una página y comenzar a transitar una “tercera revolución”, una revolución con muchos mejores valores.
Indicó Petek: “También aprendimos que la población es cada vez más consciente de los problemas ambientales, y exige conocer la calidad y el origen de los alimentos que consume”.
Este lunes AAPRESID se hizo cargo además, a los 30 años, de la demanda social. Tomó nota de los altos niveles de rechazo que -no siempre con justificación- despiertan los agricultores de la región pampeana entre los habitantes de una desproporcionada ciudad en la que viven el 40% de la población nacional. Registró que la necesidad de comenzar a sanar esa herida, que es mucho más lacerante que las muchas otras grietas que recorren la vida social de la Argentina.
Indicó Petek: “Hoy nos enfrentamos a nuevos desafíos. El cambio climático es una realidad. Los fenómenos extremos de desertificación, sequía, inundaciones y granizo aumentaron su intensidad en los últimos años. Según FAO, si deseamos contener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2°C tendremos que reducir nuestras emisiones en un 70% a 2050. Según el IPCC, la agricultura contribuye con el 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Pero al mismo tiempo tiene el potencial para convertirse en un aliado clave en la mitigación del cambio climático. Los suelos son el segundo mayor reservorio de carbono de la Tierra, después de los océanos. A través de la fotosíntesis, las plantas son capaces de tomar el CO2 de la atmósfera y devolverlo al suelo como carbono orgánico”.
Enfatizó Petek: “Estamos convencidos de que esta agricultura siempre verde es el camino. Si se implementara tan sólo en el 10% de la superficie en Siembra Directa tiene el potencial para secuestrar 1,1 millones de toneladas de carbono/año. Pero además permitiría reducir hasta un 60% el impacto ambiental asociado al uso de herbicidas y a la mitad el número de aplicaciones; reducir el uso de fertilizantes nitrogenados de origen sintético en 900.000 toneladas, aprovechar 9,5 billones de litros de agua y mantener el equilibrio hídrico a nivel regional. En el caso de los cultivos de servicios, las estimaciones propias revelan que sólo se siembran en un 2% de la superficie en siembra directa. Tenemos mucho por mejorar”.
AAPRESID, con 30 años de aciertos y errores sobre su espalda, no reniega del pasado, pero entiende que llegó al hora de modificar muchas de las actitudes. Enhorabuena.
Resaltó Petek: “En 1989 Aapresid sentó las bases de un nuevo paradigma agrícola. Hoy, 30 años después queremos, repetir la hazaña. Pero para eso es momento de dejar de pensar en lo simple, de funcionar como compartimentos y eslabones aislados. Estado, ciencia, campo, industria, sociedad tienen que trabajar juntos. Necesitamos de la interacción, de las alianzas, del trabajo interdisciplinario”.
Junto a Joaquín Sabina, los Caballeros de la Quema, eternizaron un tema que se llama “Otro jueves cobarde”. Termina describiendo “otra tarde que no arde, esta tarde sin pasado mañana. // Otra tarde tan cobarde, esta tarde que no prueba manzanas. // Otro jueves que no sabe bajarse ni los pantalones.// Otro jueves que regala lástima por los rincones”.
Si los jueves son los días cobardes, entonces los lunes son quizás adecuados para dar vuelta la página y comenzar una nueva historia. Ojalá haya sido el caso de este lunes valiente.
Es de gran valentía asumir a correccion de errores que en su uso solventan intereses corporativos inmediatos por encima de los
humanos.
Felicito a AAPRESID por la enorme tarea que asume, y espero encuentre en nuestra gente, por lo menos, todo el apoyo necesario.
Celebro esta apertura valiente y conectada con la ciencia y la sociedad que muestra AAPRESID !!
Muy bueno
Hipócritas!! Luego de 30 años de contaminar el país proponiendo prepotentemente su modelo errado, burlandose de la agroecología, se vanaglorian por haber reconocido sus errores, como si no supieran que su modelo provocó cáncer, malformaciones, pobreza y desplazamiento rural, esta gente merece morir del mismo cáncer que provocan hace 30 años. AAPRESID NUNCA VA A SER AGROECOLOGICO, lo único verde que tienen son los dólares que ganaron representando los intereses de Bayer-Monsanto.
Muy lamentable la ocurrencia de AAPRESID.. Lo que hacían era lo correcto. Jamás se debieron dejar presionar por los grupos económicos. Ahora nadie es
confiable . Ni ellos – nunca lo fueron- ni ustedes – algo les creíamos. Desaparezcan. No sirven más.
Cuando los ecologistas esgrimen la concecuencia del cancer ya suena como argumento inconsistente. Todavia la ciencia no sabe certeramente que ptovoca el cancer entonces se presta para usarlo irresponsablemente cuando no se tiene prueba o argumento solido de algo . Si provocara el cancer los miles de aplicadores estarían muertos!! Y ni hablar de los chinos!!! Quedarían la mitad!!!
No creo que el glisfosato sea salud pero se usa mucho menos proporcionalmente y mas responsablemente que los usos de todos los insecticidas domesticos . Y a dado y sigue contribuyndo muchisimo contra el hambre en el mundo y en argentina porque para que lo sepan la cifra de subsidios son las de retencioned . Me parece excelente qye igualmente AAPRESID siga en busqueda de tecnicas de sustitucion del glisfosato
No comparto el enfoque, porque lo aborda de una manera muy incompleta y simple , tanto desde el punto de vista estrictamente técnico como económico, dónde está el herramental para prescindir de sustancias químicas? Te contesto yo .. en ningún lado, NO existe salvo en etapa experimental, otra, todo bien con el N, y qué pasa con la demanda de los demás macro y micronutrientes por parte del CS? Y la demanda de agua? Y qué pasa con el control de plagas? Bolillera por ej ,, y con la sustentabilidad económica que hace viable a todas las demás sustentabilidades? Desde cuándo es “error” aplicar la mejor técnica disponible en un momento dado por más que con el paso del tiempo pudieran otras demostrar (NO es el caso, pero ponele) ser mas eficaces, eficientes o sustentables? Con ese criterio es un “error” el motor naftero de tu auto que emite CO2, el plástico obtenido de hidrocarburo de “todas” tus cosas de plastico, el motor gasolero de tu chata sin convertidor que emite Nox, etc, etc, entonces no es correcto expresarse como si se estuviera revelando una verdad oculta porque NO estás apoyado en certezas. Menos aún se pueden compartir algunos comentarios que se leen, propios de los que en su propia ignorancia no encuentran un límite para no opinar de lo que no saben