El campo de la familia Mosna, ubicado en la localidad correntina de Mercedes, fue uno de los primeros que se prendió fuego. Hace pocos días se cumplió un mes de ese desdichado y destructivo episodio, que les causó enormes pérdidas productivas y que los obligó a un combate cuerpo a cuerpo contra el fuego, ya que entonces Corrientes no figuraba todavía en los medios y entonces no recibieron casi ayuda.
En ese incendio se quemaron nada menos que 20 mil hectáreas. Los productores avisaron a las autoridades de lo que se venía, según contó Ramón Mosna, pero lejos de escuchar y quizás incapacitados para resolver o atender reclamos de la población los dejaron solos.
“El productor está muy dolido. No nos sentimos acompañados para nada. Estoy totalmente defraudados por todas las autoridades nacionales y provinciales, por lo que dicen y no hacen. No nos sentimos acompañados ni representados, nos sentimos más solos que nunca. Tenían que estar presentes desde el primer día. Por momentos parecería que nos quieren acompañar, pero en otros que solo les importa la campaña política. Se les avisó que esto iba a pasar cuando comenzó, pero no tomaron dimensión. En mi caso ya pasó un mes del incendio y no recibimos nada de atención”, dijo Mosna visiblemente defraudado.
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El productor correntino también se refirió a las declaraciones en tono provocativo del ministro de Ambiente, Juan Cabandié, quien indicó que los incendios era consecuencia de la quema intencional de pasturas.
“Le diría que es lo mismo que si él se prendería fuego su casa para cobrar un seguro. Es una locura, no tiene dimensión de lo que dice. Esa persona jamás piso nuestros campos ni dialogó con productores ni tiene idea de lo que perdimos. Perdimos todo y tenemos que empezar de cero en campos como el nuestro que estaban en producción plena”, subrayó.
Mosna contó cómo fue el incendio en su campo. “El viernes 18 se cumplió un mes del incendio. Se prendió fuego el 90% del establecimiento familiar, así que hoy estamos tratando de ayudar a los vecinos. No tenemos otra ayuda que la bomberos, nos las tenemos que arreglar entre nosotros y estar de guardia de noche, porque lo que apagaste hoy se prende vuelta, el fuego no da tregua. El día que comenzó todo hacía 44 grados y los celulares se apagaban cerca del fuego, del calor que hacía”.
El campo de Mosna fue de los primeros en ser tomados por los incendios, de buenas a primeras. “Primero te quedas sin pasto, luego viene la mortandad de animales, la perdida de especies autóctonas de flora y fauna, la pérdida del 100% de los alambrados convencionales y eléctricos, perdimos toda la forestación y pasturas de invierno y de verano”, relató.
Por suerte Mosna y su familia reaccionaron rápido, rompieron alambrados con tractores y herramientas y dejaron que los vacunos se espantaran y en el 10% del campo que no se quemó y que algo de pastura conservaba. Allí además mantuvo el 80% de los ovinos y el 100% de los equinos. Eso permitió que la mortandad fuera baja. En cambio, en el otro 90% de la superficie “la tierra está negra, es tierra quemada”.
A pesar de la desgracia, el productor contó que se siente “afortunado” porque pudo luego conseguir campo donde llevar la hacienda. Aunque luego, con el avance del fuego en la región, quedaron pocos establecimientos con capacidad forrajera para recibir animales y “los que los hacen están sobrecargados. Los campos que no están prendidos fuego no tienen pasto por la seca”, explicó.
Además de todos los problemas que están causando los incendios hay otros derivados de la seca: falta agua y el forraje está más caro.
“No hay agua. Cruzás un río o arroyo y no te das cuenta porque no tiene agua, como tampoco hay en los molinos” porque no queda nada en la napa para extraer, relató.
Con respecto al forraje, explicó que un rollo que antes se pagaba 500 pesos ahora vale hasta 800 pesos, con el agravante de que perdieron calidad por la seca, así que el costo es todavía mayor.