En las páginas de Bichos de Campo venimos graficando la expansión de un cultivo que en poco tiempo generó a su alrededor una industria pujante y modelo en el mundo. Es que el maní es un cultivo que gracias a varios mentores, allá por la década del 70, encontró en Argentina un lugar donde expresar condiciones únicas en el mundo, y gracias a eso, la industria de hoy en día.
Es que el cultivo, agronómicamente hablando, surgió en Sudamérica, y luego de varias vueltas por el mundo, fue agregando aspectos distintivos, como sucedió en Estados Unidos, de donde vinieron las variedades de los ancestros que hoy se siembran.
Además de eso, la industria acompañó el crecimiento en esta vuelta con grandeza del maní a Sudamérica, y fue un apellido famoso quien comenzó buena parte de ese despliegue. La familia Georgalos, conocida por un famoso postre a base de maní, es uno de los pilares de la industrialización del producto que se cosecha.
Y justamente, lo que dice ese apellido, además de la famosa empresa de golosinas, es quien es el fundador de la Cámara Argentina del Maní, el reconocido Miguel Georgalos. Bichos de Campo dialogó con Andrés “Hari” Georgalos en un congreso mundial del maní organizado por la Cámara, donde pudimos conocer parte de la vinculación familiar al producto, y la historia de la industria.
Quizá, el famoso mantecol (y su receta) sea el puntapié de la charla para entender el proceso que requiere el maní, desde la siembra al empaque del producto final. Es por eso que para Hari, no cualquiera puede ingresar a este mundo, hay que “saber y entender” al maní.
Más allá del camino técnico que el maní haya realizado en Argentina, que Hari conoce al dedillo, es conveniente detenerse en la historia personal de Andrés, y su relación con la industrialización, a partir de la receta del mantecol: “Esa historia es la que a mí, por ejemplo, me dio la posibilidad de aprender cómo se industrializa este producto. Es que vos tenés que partir de un producto que tenga toda su calidad intacta, para vos industrializarlo y hacer productos de consumo masivo, con marcas como Mantecol, Nucrem, la garrapiñada, los confites, el maní con chocolate, que ahora hay un montón de empresas que lo hacen en Argentina. Entonces, ese es otro aprendizaje, saber qué uso le da el manufacturero al maní”, describe Gerogalos.
Antes de emocionarse, Hari resalta: “Mi historia empieza en el año 1961, cuando nosotros arribamos a la Argentina, con mi familia. Yo nací en Grecia en 1951, y después vuelvo a nacer aquí. Me emociono porque uno lo vive a este producto desde aquí”, en alusión al costado izquierdo del pecho.
La pasión que este especialista contagia, se traduce en por menores más detallados de lo que fue el proceso de despegue de la industria manisera en Argentina: “El origen argentino fue creciendo año a año, década por década. En aquella época había dos variedades, el Manfredi 68, que era una variedad española, y el Valencia Colorado. Y esas variedades erectas, no rastreras, tenían poco rendimiento, entonces no daban los números por rendimiento para que el productor manisero argentino tuviese renta”.
“Desde la década del 70, se integraron los seleccionadores de aquella época a gestionar un producto, que en aquel entonces iba a la industria aceitera, para cambiar la forma de cosecharlo, de cómo sembrarlo, de cómo arrancarlo, para que sea un producto comestible, o sea, vaya directo al consumo”, explica Georgalos a este medio.
Se recomienda ver completo el video con la entrevista completa a Andrés Hari Georgalos:
Hari continua describiendo el proceso de la revolución del maní: “Se incorporaron las tecnologías, como la tecnología de arrancados, o invertidos, para que el maní, que antes se arrancaba, y quedaba mal, quedaba casi en el suelo y si había alguna lluvia ese maní tenía problemas. Entonces se trajeron arrancadoras invertidoras para mejorar eso y se fueron convirtiendo en argentinas. El maní queda afuera expuesto al sol, entonces se trajeron también las cosechadoras y se hicieron copias de esas cosechadoras”.
– ¿Qué hacía esa cosechadora?
– Cambiaba una forma de cosechar, directamente la cosechadora tomaba el maní tirado en el campo, no invertido, y directamente lo descascaraba esa cosechadora vieja, antigua, y lo convertía en maní en grano, para mandarlo a la industria del aceite. Las cosechadoras que se importaron y se copiaron, hacía justamente lo que ahora hacen una cosechadora, también que se importan, que la fabrican acá también en General Cabrera, que son las Amadas.
“¿Qué se logra con esas cosechadoras?”, se pregunta Hari, quien se responde: “La cosechadora directamente desprende el maní en cáscara de la planta, entonces le guarda la calidad al maní que está dentro de la cáscara, esa es la gran diferencia entre las cosechadoras viejas y estas nuevas tecnologías también incorporadas de Estados Unidos hacia el cambio. Entonces, las plantas de selección que antes recibían el maní en grano, se tuvieron que adaptar e incorporar descascaradoras, o sea, se empieza a descascarar el maní en las plantas, y algunas plantas también empezaron a incorporar el secado, o sea, si hacía falta.
Gerogalos, que ya no forma parte de la empresa de producción de golosinas desde 1994, dedica su vida y conocimiento sobre esta industria a elaborar, junto con su hija Carolina, preciados informes técnicos, de mercado y de coyuntura, famosos en el mundo por la especificidad de los mismos.
Es por esto que para Georgalos, todo esta innovación y empeño argentino puesto al maní y su industria logaron pesar de ser séptimos productores mundiales, a ser “el número uno en exportaciones al mundo, en volumen, en millones de dólares, y a ser el proveedor en un 70% de la Unión Europea, con todas las exigencias que Europa tiene para importar maní”.
– ¿Se puede decir que es una de las industrias que funciona, florece, y que Argentina hizo los deberes, y que está haciendo todo bien?
– Otra cosa que logró la Cámara Argentina del Maní es enseñarle, primero a los gobiernos alternativos que hubo en la provincia de Córdoba, que sepan qué es el maní, qué es esta nuez del suelo, que es comestible, y que va a los mercados más exigentes. Antes era una oleaginosa, botánicamente es una leguminosa, pero denominada acá en el código arancelario como oleaginosa, y entonces vivía con retenciones. En su momento tenía prohibición de exportación para proteger a la industria nacional de aceites, pero una vez que se incorporó la soja a la industria del aceite, empezaron a liberar a este producto, a esta nuez del suelo, y los gobiernos provinciales, sus funcionarios, fueron aprendiendo. Así se habilitó la primer cuota de exportación de maní a Canadá. No me acuerdo si eran dos mil o tres mil toneladas, pero así empezó.