Alberto Capenti se enojó con Bichos de Campo y tenía razón: durante una visita a Rosas, un pequeño paraje rural en el partido de Las Flores, nos fuimos demorando con las notas y lo fuimos relegando a él, justamente a él que había hecho un despliegue importante para mostrarnos lo que hace.
¿Qué tan importante pueden ser las cosas que hace Alberto como para no poder esperar un par de horas por una cámara de televisión? ¿Qué significa “un despliegue importante”? Bueno, echar a rodar una zorra por las vías recuperadas de una línea férrea en desuso desde hace varias décadas no es cosa de todos los días. Alberto lo ha hecho: se nota a la legua que puso garra y corazón en esa patriada y queda claro que ese apasionamiento no soporta ni un minuto de demora.
Por suerte Alberto, entre lógicos reproches, nos esperó y pudimos concretar esta entrevista:
-Se nota a la legua que usted es una persona apasionada. ¿Por qué es tan apasionado por el ferrocarril?
-Para todo soy apasionado. Fuera de broma, pongo el mismo ímpetu que pongo para esto para todo lo que he hecho en mi vida, muchísimas cosas que he encarado, deportes, trabajo o lo que sea. Siempre fui apasionado, lo hago con mucho sacrificio, esfuerzo y le pongo pasión a todo. No llegaría a buen puerto si fuera tibio.
-Le pido disculpas porque llegamos tarde, pero vamos a contar esta historia. Los argentinos ya casi naturalizamos esta situación de vías abandonadas. No nos preocupa y casi ni sabemos para qué servían estas vías que ahora pisamos… ¿Usted estudió la historia de este ramal?
-En realidad no es que me puse a estudiar, me gustó. Primero decidió hacer una zorra como un desafío personal, porque me gusta la mecánica, me gustan muchas cosas raras, y dentro de eso una vez me dije ¿por qué no me animo a hacer una zorra? Aunque nunca había visto una, hice una.
-¿Y no tenía antecedentes? ¿Ni un trencito de juguete cuando era chico?
-Sí, como todo chico. Vengo de un padre ferroviario, pero que yo me acuerde lo fue solo por dos años. La verdad es que no sabía nada de la de la vida de un ferroviario.
-Entonces esta historia nace de usted proponiéndose fabricar una zorra. Y no sé sabe bien por qué.
-La idea original fue hacer una zorrita y como hay muchas vías abandonadas en el país y yo tengo un motorhome, pensé que la podía enganchar atrás, bajarla donde haya una vía muerta y recorrer. Y así se hizo.
-¿Qué pasó cuando la tuvo lista?
-Un industrial amigo me dijo: “¡Pero no lo vas a hacer un techito!” y no le vas a poner motor. Cuando finalmente me di cuenta de que iba todo más grande de lo que había pensado, me dije que el proyecto de viajar era imposible. Y me dije: la usaré acá en Rosas. Hablé con unos amigos que tengo en el pueblo y nos pusimos a limpiar esto. Luego me entero que, entre los años 2010 a 2014, también habían estado limpiando las vías en la otra localidad vecina, General Belgrano. Pensé: se ve que no soy el único loco que tiene ganas de ponerse a limpiar una vía, aunque sea para pasear los chicos.
En este punto de la historia, entendemos con claridad que Alberto y sus nuevos amigos de General Belgrano comenzaron cada uno a limpiar de vegetación las vías en sentido opuesto. Y que un día finalmente llegaron a verse las caras y se llenaron de abrazos, orgullosos por haber unido nuevamente, después de muchos años, ese tramo del ramal que une los partidos entre Altamirano y Las Flores. Una vez logrado, decidieron formar una ONG llamada Rieles del Salado, que acaba de cumplir dos años. Su principal objetivo es reestablecer ese línea férrea que cerró en la década del 90.
-Estas vías cruzan por la Cuenca del Río Salado. ¿Qué importancia estratégica tenían?
-Cuando los ingleses hicieron el trayecto para el ramal Constitución-Mar del Plata vieron la posibilidad de entrar por el medio de la provincia de Buenos Aires, en Altamirano, como justamente se llama este ramal. De acá después siguieron para el sur. Por eso para nosotros tiene mucha importancia. Por eso dijimos vamos, por más que no lleguemos hasta Altamirano.
-Nosotros nos demoramos hablando con antiguos vecinos de Rosas que recuerdan que cuando existía el tren este era un pueblo con mucha gente, con mucho comercio. La estación Rosas se construyó justamente para evitar tener que trasladar mercadería hasta Las Flores.
-Es verdad, es verdad. Antes había mucha vida en cada localidad. En Newton también tenía cualquier cantidad de vecinos. Hasta un hotel para recibir a los que bajaban del tren y después se iban a los campos. Recibían encomiendas, mandaban mercadería. Todavía están los cargadores de hacienda acá y en Newton está el otro.
-¿Entonces esta pulsión por recuperar las vías, por limpiarlas, tiene que ver con toda esa historia?
-A nosotros lo que más nos interesa es que la gente pueda viajar de modo más económico, que la gente que no tiene medios. Hoy viajar es carísimo,. sobre todo a Buenos Aires, porque hay que contratar combis, no hay otra manera que los colectivos. Esto antes se usaba. Los estudiantes iban a La Plata, hacían combinación en Brandsen y tomaban el otro tren… Así se han recibido muchos que hoy ya son abogados, médicos.
-Finalmente ustedes limpian las vías para que vuelva el tren.
-Tal cual. Eso queremos, porque nuestros compañeros de la ONG son conductores de trenes y estamos en contacto con Nuevos Trenes Argentinos y con otras personas. No lo quiero decir para no crear ilusiones que después por ahí no se pueden cumplir. Es político, no depende de nosotros. Si por nosotros fuera al tren lo ponemos en marcha ya mismo.