Rina Vasquetto es productora ganadera orgánica de raza Angus, y presidenta de la Asociación Grassfed Argentina/Regenerando Suelos, creada hace pocos meses. Lo primero que dice es que en estos sistemas productivos se usa tecnología de procesos y no de insumos, lo cual evita que el productor tenga una relación de dependencia con los agroquímicos. A la vez, explica, se logra un suelo fértil, y por lo tanto más pasto, más kilos de animal por hectárea, e inclusive aumento la carga prevista para esa misma zona bajo un pastoreo extensivo.
-En su Instagram usted dice que El Puente es un establecimiento certificado Orgánico, Grass fed y EOV. ¿Nos cuenta, de manera simple y en castellano, qué significan esas siglas?
-La certificación orgánica garantiza que no se usan agroquímicos ni se realiza un uso masivo de antiparasitarios y antibióticos; también hay varias restricciones en drogas de ciertos medicamentos. No se permite el uso de hormonas ni promotores de crecimiento. Por su lado Grassfed significa “alimentados a pasto”. Se trata de un protocolo que audita a campo y en sala de faena un atributo de calidad diferenciada, existente hoy también en Argentina (y del cual soy co-autora), que hace eje en el sistema de pastoreo racional, en el bienestar animal, y en las condiciones requeridas para la suplementación -sólo permitida de manera estratégica ante emergencias climáticas y en la parcela-. Esta certificación no admite el confinamiento animal.
-¿Se refiere a pastoreo racional?
-Así es. A diferencia del extensivo, el pastoreo racional favorece la preservación de las pasturas multifuncionales y/o pastizales naturales, y se protege el suelo. En este sistema productivo, el ser humano comanda la administración del pasto, según una planificación de la división de la tierra, manejando tiempos de ocupación y descanso de los animales en las parcelas o potreros. Además se favorece en los animales el desarrollo de un hábito voraz, con lo cual todo es comido por igual, sin selectividad, incluso las mal llamadas malezas. Es por eso que el uso de agroquímicos resulta innecesario.
-Nos queda el EOV…
-Consiste en una verificación y medición de indicadores de regeneración del suelo, realizados por técnicos y metodologías acreditadas internacionalmente, que a través de monitoreos de corto y largo plazo, miden si estamos en el camino de la restauración del ecosistema (empezando por el equilibrio físico, químico y biológico del suelo, el aumento de la tasa de infiltración del agua de lluvia, presencia de mantillo y suelo cubierto, etc.); la sigla viene de Ecological Outcome Verification. En la ganadería regenerativa que practicamos, los animales son una herramienta fundamental para favorecer la captura de carbono en suelo, con lo cual contribuimos a la mitigación del cambio climático. Producimos y a su vez dejamos un suelo rico, fértil y con vida, para las próximas generaciones, que también deberán alimentarse y nutrirse.
-¿Por qué decidió comenzar con ganadería regenerativa?
-Antes fuimos productores agrícolas, y veíamos que las dosis de agroquímicos requeridas eran cada vez mayores, proporcionales al aumento de las resistencias en las malezas, y comprendimos que no era sostenible por mucho tiempo más. Ahora vemos que, como consecuencia del manejo de los animales y de los pastos, el concepto de plagas y malezas se resignifica. Pudimos conocer esta otra manera de producir en ganadería, y estamos maravillados con las respuestas del sistema.
-Sus clientes, ¿valoran económicamente que sea orgánico y grassfed en el mercado local?
-Hoy lo valoran porque lo conocen, dado que nuestra labor de concientización ha sido importantísima. Quienes nos compran acceden previamente a información real sobre el producto.
-En palabras simples, ¿se puede decir que ganadería regenerativa es cuidar los suelos para tener buen pasto siempre?
-Exacto. Los suelos y los pastos, entendiéndose por pastos los pastizales naturales y las pasturas implantadas -polifíticas y perennes- que imitan la diversidad de la naturaleza. También debemos proteger y promover la biodiversidad; ayudar a cuidar y reconstruir los ecosistemas dañados. Debemos recuperar el equilibrio que hemos perdido por producir en una espiral de alejamiento de la naturaleza; debemos producir logrando que ella trabaje a nuestro favor, de manera colaborativa, no batallando.
-Desde que hace ganadería regenerativa, ¿en qué le cambió la producción?
-Requiere más presencialidad. Familias rurales viviendo en el campo, con viviendas dignas, con conectividad, para que sus hijos estudien y el personal se capacite, con caminos rurales en buen estado, para acceder a la ciudad, para poder sacar los productos que se venden. Requiere un proceso de aprendizaje, incluso desaprender ciertos conceptos y hábitos. Supone un cambio de paradigmas; el productor pasa de tener todo resuelto por los insumos y la tecnología, a ser tomador de decisiones a partir de la observación de la naturaleza. Se requiere de un saber hacer, fundamentado científicamente, por eso el rol del asesor, acompañante o educador, resulta tan fundamental; no sólo por lo conceptual, sino también por lo procedimental, y por la contención ante la ansiedad que siempre genera el temor a lo desconocido.
–¿Y la vida, en qué le cambió?
-¡En todo! Te cambia en lo económico, en lo social, en la visión del mundo en relación a tu capacidad de verte como gestor y actor, protagonista de un futuro mejor, y hasta en la concepción de salud (de los animales, de los suelos y del humano). Entendés que somos lo que comemos y que estos alimentos (no comida) tienen valor, además de precio. Entendés que somos ave de paso; se pasa de la omnipotencia negadora, al agradecimiento por lo que la naturaleza es capaz de explicarnos cuando decidimos observarla.
-A pesar de que este sistema ya ha dado pruebas concretas de ser eficiente en lo ambiental y en lo económico, aún muchos lo tildan de “chamuyo”. ¿A qué cree que se debe?
-Esos comentarios solo los recibimos de personas que desconocen toda la bibliografía científica y cuánto se hizo y hace en este sentido. La ley orgánica existe en el país desde 1999 y en el mundo desde hace muchísimos, el Savory Institute tiene renombre internacional y nuestras mediciones de indicadores de regeneración de suelos y captura de carbono tienen su respaldo. Estamos muy seguros y orgullosos de los fundamentos y certificaciones que respaldan, sostienen y garantizan nuestro accionar.
-¿Cree que la ganadería tiene mala imagen en la sociedad? Por ejemplo, asociada a las emisiones. ¿Qué se puede hacer al respecto?
-Informar e informar. Hay que proveer de información real y fehaciente, porque la gente tiene información distorsionada, además de desinformación. No todos los sistemas productivos ganaderos tienen el mismo impacto en la salud de las personas y de los animales. No todos tienen el mismo concepto de bienestar animal. No todos tienen el mismo impacto ambiental.
-¿O sea que no todas las carnes que consumimos son iguales?
-Claro. Sabemos que la fisiología de los rumiantes, por naturaleza, implica una alimentación a base de pasto. El problema reside en que el consumidor no está siendo informado sobre lo que come: no sabe si los animales comieron grano o pasto, ni qué implica –nutricionalmente, en el humano- que los animales hayan comido una u otra cosa; no sabe si se usan masivamente antiparasitarios y antibióticos, si los animales viven confinados o si pastan libremente al sol y al aire libre; no sabe si hay uso de hormonas y promotores del crecimiento; no sabe si esos animales fueron respetados en sus hábitos y comportamientos naturales, no sabe si la manera en que fueron producidos esos animales que generan gases de efecto invernadero contribuyen a netear -y hasta capturar- más carbono en suelo del que emiten, o si hay una única ganadería, igualmente contaminante, independientemente de los sistemas productivos desarrollados…
-¿Qué le decía su entorno cuando decidió pasarse a lo regenerativo?
-No fue fácil. Hubo mucho apoyo en los grupos que comparten estos paradigmas y de los expertos que nos ayudaron a transitar este camino y a “bancar” la ansiedad pero muchos nos miraban dubitativos, con miedo a la miseria y a la pobreza, y poco a poco se fueron convenciendo. Es lógico el temor hacia lo desconocido, nosotros también lo vivimos, sobre todo en un país con falta de políticas ganaderas y de previsibilidad, con lo cual el miedo es doble. Entonces, cuando en este contexto de inseguridad, las multinacionales te venden recetas y fórmulas mágicas con la promesa de “éxito garantizado”, ¿quién se va a arriesgar a lo que no es seguro?