Las exportaciones de carne vacuna reflejan el impacto negativo del cepo exportador. El gobierno impuso un freno y esto impide la concreción de negocios en un mercado mundial altamente demandante de carne. Esto significa menos ingreso de divisas y también menos estímulo a la producción de carne.
En febrero pasado, las exportaciones de carne vacuna sumaron 40.000 toneladas peso producto (equivalentes a unas 60.000 res con hueso). Además hay que sumar aproximadamente 6900 toneladas de huesos bovinos. Los niveles son parecidos a los de febrero de 2021. Pero en la suma del primer bimestre del año, tras el desplome de enero, la caída de los embarques ha sido de casi 10% respecto de igual lapso del año pasado, cuando todavía no había restricciones.
Si se hiciera una proyección para todo 2022, los embarques de carne argentina sumarían 700.000 toneladas, un 12% menos que el año pasado o bien un 22% menos que respecto del récord de 2020. La Argentina ganadera está muy por debajo de su potencial exportador, que los analistas estiman en más de un millón de toneladas, teniendo en cuenta la alta demanda mundial.
“Estamos por debajo del promedio de los primeros cinco meses de 2021. En el promedio de enero y febrero, y respecto del promedio de los primeros meses del año pasado (cuando no había cepo), la baja es del 30%”, dijo el consultor Víctor Tonelli.
El analista añadió que de no existir las limitantes al comercio se “podría estar exportando tranquilamente 50.000 toneladas peso producto mensuales”. Esto, en la mirada anual, incluiría 180.000 toneladas de cortes sin hueso a 6400 u$s/tonelada de promedio, que sumarían unos 1100 a 1200 millones de dólares en el todo el año. “Ese sería el lucro cesante consecuencia del cepo. La Argentina podría estar vendiendo mucho más a valores que no se dieron en la historia”, determinó Tonelli.
La situación se disimula porque los precios por ahora son altísimos. Según el informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), las ventas de carne al exterior en febrero “alcanzaron un valor de aproximadamente 266,6 millones de dólares, resultando 41,2% superiores a los 188,8 millones de dólares obtenidos en febrero de 2021”. Esto -con embarques estables en volumen- solo se explica porque el precio promedio fue “significativamente superior”, de 37,8%, al observado a lo largo del segundo mes del año 2021.
En este círculo vicioso, se ve afectada la oferta para la demanda local y por lo tanto -ante un consumo interno que se muestra siempre inelástico a la menor disponibilidad del producto- el efecto es el contrario al buscado por las autoridades. Ellos imponen el cepo exportador pensando que se producirá una baja en el valor del alimento al consumidor. Pero tarde o temprano los precios subirán por una menor oferta.
Mientras tanto, China está pagando muy bien cortes como el garrón y brazuelo, que valen cerca de 9000 u$s/tonelada. Y la cuota Hilton que se dirige a la Unión Europea con cortes selectos del vacuno se negocia en cerca de 17.000 u$s/tonelada. Son precios históricamente altos.
Otro especialista, Andrés Costamagna, recordó que las exportaciones de carne ya habían bajado fuerte en enero, un 25% respecto del mismo mes de 2021. Y aunque en febrero se percibe una leve recuperación, ésta no sería tal porque todavía “estamos 20% por debajo del volumen exportado en el récord de 2020 si se anualizan los volúmenes logrados”.
El consultor agregó que esta caída en las exportaciones se reflejan en el nivel de actividad y en el ingreso de dinero: “Nos estamos perdiendo de un ingreso de 1400 dólares por tonelada en un momento en el cual el consumidor tiene menos posibilidad de pagar por la caída de su salario real”, evaluó.
Costamagna indicó además que espera una menor faena nacional para 2022 y por lo tanto menos producción de carne vacuna, con menos expectativas de oportunidades de negocios para el productor.
A esta altura debería quedar claro que con esta política de comercio administrado pierden todos: la economía nacional, el sector productivo e industrial y también el consumidor, ya que con menos negocios de exportación e ingreso de divisas, se ralentiza la faena. Al haber menor faena para exportación, y como gran parte de esos cortes terminan en el mercado local, también habrá menos oferta para el consumo interno.
Así las cosas, la oferta actual alcanzaría para abastecer solo 45 kilos por habitante y por año, cuando promocionando los negocios la disponibilidad de carne podría ser mayor.