Hugo López es desde hace bastante tiempo Jefe de la Agencia de Desarrollo Regional de Añatuya, que depende del Ministerio de la Producción de la provincia de Santiago del Estero. Conoce esa zona como la palma de su mano. Su trabajo está orientado a asistir especialmente a los pequeños productores, que son los que abundan en su jurisdicción, en el Este de la provincia, pero no dejan de atender también los requerimientos de las empresas más grandes. Bichos de campo entrevistó a este funcionario que sorprende cuando describe la naturaleza de los problemas cotidianos que debe enfrentar su agencia para potenciar a los productores y evitar el éxodo rural hacia los centros urbanos.
López parece comprometido con la causa y con su cargo. Confiesa que le gustaría hacer más, y que a veces no se puede hacer suficiente.
Mirá la entrevista:
Los problemas son complejos y son varios. Por ejemplo, la agencia estuvo a cargo de la construcción de un acueducto de una extensión de 106 kilómetros para proveer de agua potable a los establecimientos ganaderos ubicados entre el límite del departamento Juan Felipe Ibarra y gran parte del departamento Taboada. Esto se logró hacer con un 60 % de aporte del estado provincial, y un 40 % de aporte de los mismos establecimientos privados, los grandes, que se beneficiarían. Es que antes, estos productores no podían incrementar su número de animales por falta de agua. Es una obra inédita en la provincia y tal vez en el país.
-¿Cuándo se hizo el acueducto?
-Aproximadamente hace unos 5 años. Pero falta completar la obra, porque también debía abastecer a las comunidades de los parajes, no sólo para los animales de los pequeños productores, sino fundamentalmente de agua potable para las escuelas de esos parajes. El gobierno debía entregarle una planta potabilizadora a cada escuela, porque es agua de río. Para las escuelas del kilómetro 25 y del lote 58, ambas del departamento Ibarra, y a las escuelas de Miel de Palo y del kilómetro 11, del departamento Taboada. En algunos parajes pueden vivir 80 familias, en otros, 100 y en otros, apenas 20 familias. La razón por la que se suspendió es que vino una crisis económica y la obra se paró, pero creo que pronto vamos a retomar.
-¿Es cierto que la agencia brinda maquinaria de labranza a los pequeños productores?
-El Estado provincial ha colocado agencias de desarrollo en diversos lugares estratégicos de la provincia con maquinaria necesaria para brindar servicios de labranza a los pequeños productores, que antes lo hacían con tracción a sangre. Para construirles canales interiores en sus campos a fin de que puedan regar, o que tengan acceso a sacar el título de marcas y señales o guías forestales.
-El éxodo rural es un proceso constante. ¿El despoblamiento del campo por parte de los jóvenes se debe al rigor de la vida en esos parajes o a la falta de rentabilidad?
-Yo creo que los jóvenes han perdido entusiasmo en las actividades de sus padres y esto es por una mezcla de muchos factores: porque al ser pequeños productores, necesitan asociarse en cooperativas para poder obtener una rentabilidad, y no tienen la cultura del asociativismo, hay que prepararlos para esto. Y al tener pocos atractivos en el campo, se vienen a la ciudad, donde no hay incentivos ni actividades en los que puedan obtener beneficios y terminan subsistiendo con los subsidios del Estado, pero como no conocen otra cosa, se conforman con eso.
-¿Qué desafío plantea esta situación para una agencia de desarrollo rural como esta, que debe tratar de que los jóvenes no se vayan de sus pagos?
-Tiene que ser un trabajo bien coordinado donde intervengan todas las instituciones, como la escuela, Iglesia y demás movimientos religiosos y sociales, que se comprometan en cada paraje a incentivar a los chicos con un discurso unificado, brindarles otro panorama y acompañarlos en distintas actividades. Tanto es así que, fuera de la producción, la agencia trabajó junto al Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, en un plan de viviendas sociales muy ambicioso para toda la provincia. Nos ocupamos de reunir a la gente de los parajes, informarle, y llegamos a armar más de 15 asociaciones con personería jurídica, cuenta bancaria, para recibir los fondos de Economía con los cuales construir las viviendas. Al principio no entendían y no creían, hasta que logramos hacer la primera casa y cuando la vieron ya nos venían a buscar.
-¿Qué es lo que a usted le parece lo más desafiante de su trabajo? ¿Por qué se levanta a trabajar cada mañana?
-Lamentablemente hay que estar incentivando a la gente todo el tiempo, buscando cada día la manera de despertar su interés, porque si no la acompañamos, difícilmente podrá subsistir. Hemos hecho bastante, hemos mejorado la genética de las majadas caprinas. Hay una cabaña de la raza Boher, a unos 50 kilómetros de Añatuya, que provee de genética a los pequeños productores de la zona. Volvimos a organizar la Fiesta del Agricultor, donde se hacen exposiciones y pueden ver y palpar el mejoramiento genético y eso los entusiasma para ir ahorrando e ir comprando ejemplares, año a año. En el tema de las labranzas, les vamos diciendo que limpien cada día un poco más y con eso, los beneficios serán mayores. Y nos falta más gente para acompañarlos en un crecimiento económico y social.
-¿Usted cree que esta zona finalmente tiene futuro?
-Yo creo que sí, porque tenemos los recursos, pero creo que necesitaríamos un apoyo económico mayor. Yo tengo una idea medio utópica, de trabajar de modo interdisciplinario, junto con la Universidad, los Ministerios, y abordar la solución de los problemas de los productores, en conjunto. Donde los estudiantes de los últimos años de las carreras universitarias vengan a asesorar a los productores enseñándoles las nuevas tecnologías. Y avanzar sobre varios caminos. Hay gente que, de 10 hectáreas, tiene 8 con malezas y arbustos. La idea sería contratar una topadora para limpiarle las 10 hectáreas a los productores que tienen el beneficio del riego y sembrar alfalfa o verduras. Y como son tierras lindas, podrían tener interesantes beneficios.