Por Matías Longoni (@matiaslongoni).-
¿Recuerdan aquel cuento infantil en el que dos truhanes le hacían creer a un rey que le confeccionarían el traje más bello del mundo, hecho enteramente con hilos de oro ? Se llamaba “El traje nuevo del emperador” y lo escribió Hans Christian Andersen. El relato cuenta que los dos supuestos sastres se afanaron todo el oro mientras le hacían creer al soberano que estaba muy bien vestido. Toda la corte cuchichaeba al ver a su rey desfilar totalmente en pelotas, pero éste iba muy orondo y convencido, y entonces todo preferían callarse la verdad y hasta lo adulaban por su soberbio vestido.
Hasta que apareció un niño y dijo: “El rey está desnudo”.
Después de varios días de jugar al misterio, el Senasa publicó este viernes en su página web el protocolo sanitario que el último 22 de mayo firmó el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, con un representante de la Aduna de China. Se lo puede descargar completo desde aquí.
Ver: Se firmaron los protocolos para exportar más carne vacuna a China
El vestido luce maravilloso, porque se supone que a partir de ahora la Argentina va a poder ampliar significativamente sus exportaciones de cortes bovinos a ese país, su principal cliente desde hace un par de años. Hasta ahora el gigante asiático solo aceptaba cortes congelados sin hueso, y ahora podrían venderse también cortes congelados y enfriados, con o sin hueso. Los hilos de oro prometen un destino brillante para la Argentina.
En Shangai, donde se realizaba la exposición alimenticias SIAL, había decenas de empresarios del sector frigorífico argentino que llenaron de palmadas las espaldas del ministro Etchevehere, avalando la firma de este protocolo sanitario con China. Pero, en una constante de los últimos meses, por lo menos desde que comenzó la confección del traje en enero pasado, cuando el ministro y los micrófonos se alejan esa misma corte se da vuelta y rumorea por lo bajo, para que no escuche nada el soberano:
“El Rey está desnudo y este protocolo con China es casi imposible de cumplir”, dicen en voz baja, en todos los pasillos, esos cortesanos.
¿Y quién es el niño? ¿Quién dirá a viva voz que tal y como quedó redactado ese protocolo sanitario, las exigencias serán de muy difícil cumplimiento (en especial para los ganaderos) y se haría muy cuesta arriba seguir vendiéndole carne vacuna a China?
Hasta ahora, aunque no corresponda, ha sido Bichos de Campo quien ha tomado ese antipático papel. Lo hicimos en enero pasado y lo volvemos a hacer ahora, con el protocolo negociado por el Senasa ya firmado y publicado. Lo hicimos porque es un dato periodístico evidente que todos digan en publico una cosa, y en privado cambien de opinión.
Ver: ¿Muchachos, qué acordaron? Exportar carne a China sería más complicado que hablar mandarín
Y en privado, la inmensa mayoría de las fuentes consultadas nos repiten que para seguir exportando carne a China habrá que cumplir con exigencias casi tan difíciles como hablar en mandarín. Lo cuchichéan los empresarios del sector frigorífico y también algunos asesores ganaderos. Lo murmuran los veterinarios de campo y también prácticamente todos los funcionarios del propio Senasa. Pero en voz alta y clara, todavía nadie dice nada.
Los puntos que se cuestionan del acuerdo con los aduaneros chinos (que ahora absorbieron al servicio sanitario de ese país) están en estos artículos:
De este artículo 4° se temen sobre todo los incisos 3 y 5. El primero dice que los establecimientos ganaderos que se registren como proveedores de carne a China deberán haber pasado un año completo sin casos de una serie de enfermedades, incluidas la tuberculosis y la brucelosis. “¿Mé pueden decir qué campo está libre de tuberculosis?”, nos dijo un veterinario.
El inciso 5, referido a esos mismos establecimientos, dice que la hacienda para China debe permanecer 90 días antes de ser enviada a faena y que durante ese lapso de tres meses el productor tendrá que hacer un sangrado en terneros no vacunados contra la fiebre aftosa, que servirán como “centinelas” para detectar la presencia del virus, un papel que usualmente cumplen los cerdos.
Otro artículo inquietante es el 7°:
Este artículo se cuestiona porque básicamente inhabilita la posibilidad de que la carne que se exporte a China provenga de animales adquiridos en remates o ferias en el interior, que usualmente es la vía de comercialización que tienen a su alcance los pequeños productores. Además obliga a llevar a cabo una trazabilidad a pie juntillas.
Hay otros puntos de este traje que son observados por los especialistas en sanidad animal, que consideran cuanto menos exageradas las concesiones realizadas por el Senasa antes los chinos. Por supuesto, al menos por ahora, hasta que comiencen los inconvenientes, nadie los mencionará en público.
Por el contrario, se oirán alabanzas y loas hacia su majestad el rey, su vestido de hilos de oro, y las chances de que exploten las exportaciones de carne vacuna a China.