Una vez más, como en los tiempos de Guillermo Moreno, está empezando a quedar claro que las principales políticas agropecuarias no se fijan en el Ministerio de Agricultura sino en la Secretaría de Comercio Interior.
Luego de haber presentado la extensión del programa de Precios Cuidados para 1.321 productos, el nuevo titular de ese área, el contador Roberto Feletti, anticipó que sus nuevos objetivos son dos medidas que implican una intervención directa en los mercados de tres de los principales productos del agro: la carne vacuna, el trigo y el maíz. Son los mismos tres rubros que fueron calificados como “bienes culturales” por el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, ni bien llegó al cargo. Queda claro la sumisión que expresa ese funcionario a los postulados que surgen desde otros despachos distintos a los de su cartera.
En diálogo con El Destape, Feletti dejó este miércoles muy claro que Domínguez deberá hacer malabares de aquí en adelante para conformar a ese ala dura del gobierno que fija esas intervenciones como prioritarias y a la vez seguir manteniendo canales de negociación abiertos con la Mesa de Enlace.
Hablando de lo hará luego de haber implementado un nuevo régimen de Precios Cuidados, el secretario de Comercio señaló que resta “el armado del fideicomiso de trigo, maíz y ver cómo implementamos estos siete cortes que no se pueden exportar para que se comercialice del modo más masivo posible como ocurrió en las fiestas con los cinco cortes que estaban protegidos”.
¿Qué significa esto en lógica agropecuaria? Pues que Feletti no cederá en sus pretensiones para armar nuevos mecanismos que permitan abaratar los precios de ciertos alimentos al consumidor, pero a costa de subsidios internos de la propia cadena productiva. Es decir, lo mismo que hacía Moreno.
Escuchá el reportaje a Roberto Feletti:
Veamos los dos casos:
La propuesta oficial sobre crear un fideicomiso en trigo y maíz consiste en obligar a un sector de la cadena (los exportadores de ambos cereales) a poner dinero en un fondo para subsidiar con esa plata el costo de empresas avícolas y molinos harineros de adquirir ambos granos. Peor todo el mundo sabe que los exportadores no pondrán plata suya (de su margen de rentabilidad) sino que trasladarán esas suman a los productores agrícolas, como ya sucede con las retenciones. Por eso se considera que ese fideicomiso actuará como una “retención encubierta”.
El 4 de enero, en una reunión de la Mesa de Trigo y Maíz, el ministro Domínguez insistió en que el gobierno pondrá en marcha ese mecanismo , que implicaría subsidiar a productores de harina y fideos el valor de 3.130.000 toneladas de trigo y a los productores de pollos otras 1.500.000 toneladas de maíz. A precios de noviembre pasado, serían 14.000 millones de pesos al año que se cargaría a la cuenta de los chacareros.
Los dirigentes de la Mesa de Enlace que participaron ese día de la reunión estuvieron tres horas tratando de buscar alternativas, pero Domínguez -maniatado sin duda porque el poder apoya esta propuesta de Feletti- no les dio opción. Finalmente los ruralistas se levantaron de la mesa. Solo quedó Matías Lestani, ex asesor de CRA, que asumirá como secretario de Agricultura y será uno de los responsables del armado de este fideicomiso.
“Si logramos consolidar una canasta de frescos y una canasta de góndola, una canasta regulada de alimentos diversa, ahí yo me sentiría muy contento con la gestión porque podríamos cumplir el objetivo estructural que es nivelar ingresos con consumo de canasta alimentaria, lograr que la canasta alimentaria deje de ser un peso en el ingreso popular y esté ordenada, sea previsible, esa es la gran apuesta de ese proceso”, dijo Feletti en la entrevista donde anticipó sus próximos pasos.
La canasta de frescos a la que aludió el titular de Comercio debería incluir la carne vacuna. Este es el segundo punto que preanuncia cortocircuitos con los sectores productivos.
También en este punto el ministro de Agricultura ha sido dócil, pues en la instrumentación del nuevo cepo a la exportación de carne “eternizó” hasta fines de 2023 la prohibición de exportar siete cortes vacunos, eliminando solo los cupos vigentes para la carne de vaca conserva. Se trata del asado, el vacío, el matambre, la tapa de asado, la nalga, la paleta y la falda. Representan en conjunto un 24% del peso de cada media res.
Pero no conforme con prohibir la exportación, lo que implicaría quitar de competencia a los mercados externos para que toda esa producción de carne llegue barata al mercado doméstico, ahora Feletti anticipó que quiere prolongar el sistema de “cortes baratos” que funcionó en diciembre pasado y en el que los frigoríficos exportadores del Consorcio ABC vendieron cinco cortes a precios subsidiados en las diferentes cadenas de supermercados.
Se supone que en diciembre el Consorcio ABC volcó en 2.300 bocas de expendio un total de 20 mil toneladas de cortes baratos al mercado, equivalentes al 10% del consumo. Pero la verdad es que ese operativo no torció el rumbo de las cosas, pues la carne vacuna volvió a registrar un incremento de precios de más del 9% solo el mes pasado.
Feletti, sin embargo, avisó que insistirá para “ver cómo implementamos estos siete cortes que no se pueden exportar para que se comercialice del modo más masivo posible como ocurrió en las fiestas”. Esto quiere decir que volverá a pedir aportes adicionales a los frigoríficos exportadores, para que vendan al menos parte de esos cortes a valores subsidiados. Para tener una dimensión del subsidios, en diciembre obligó a vender el kilo de asado a 500 pesos, cuando en la carnicería valía 850 pesos.
Aunque los mecanismos de definición de los precios son harto más complejos en la cadena ganadera que en el negocio agrícola, de un modo u otro, este subsidio también lo terminarán pagando los productores ganaderos.
Por eso difícil que Domínguez pueda convencer todavía a alguno de que vino a trabajar para que se exprese completamente la Argentina agropecuaria, pueda producir y exportar más para provecho de la economía, de las nuevas generaciones y de la mar en coche.