Los productores de alimentos deberán, si quieren ser aceptados por las nuevas generaciones, prestar mucha atención a tres ejes que imponen los jóvenes a la hora de elegir lo que van a comer: el cuidado del medio ambiente, la nueva consciencia alimentaria y el bienestar de los animales.
Fue la conclusión central de un estudio realizado por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral para relevar la percepción de los jóvenes urbanos sobre el agro en general, y en relación con la problemática de alimentos en particular.
El estudio, que contó con el apoyo de Casafe, la Cámara de Bioetanol de Maíz, CIARA, Nidera, Bioceres, GPS y la Bolsa de Comercio de Rosario, consistió en la realización de grupos focales con jóvenes de entre 18 y 29 años de CABA, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Luego de estudiar la agenda general de los jóvenes, que se distribuye entre inquietudes universitarias, carreras profesionales, la pandemia y la situación económica del país, entre otras cuestiones, los investigadores se concentraron en los intereses generacionales.
“Allí se destacaron tres ejes centrales: el medio ambiente, la nueva consciencia alimentaria y el cuidado animal. ¿Qué está detrás de esto? Un cambio de mirada, que es el pasaje de una postura egocéntrica a una ecocéntrica. Los humanos ya no están en el centro sino que están integrados a todas las formas”, señaló Silvina Di Giano, magíster en Gestión de la Comunicación en Organizaciones, docente y una de las investigadoras de este estudio.
Respecto a la alimentación consciente, el estudio arrojó que los jóvenes consideran que lo que se consume afecta de forma directa en la calidad de vida, no sólo desde lo físico sino también en las dimensiones emocionales y psíquicas.
“Prestan mucha más atención en los componentes de los alimentos, leen las etiquetas, hablan de la disminución del consumo de carne y de un pasaje del vegetarianismo y veganismo. También de una reducción de alimentos ultra procesados, de la valorización de lo ecológico y orgánico, en contra de lo que tiene agroquímicos, y ponen en duda las verdades de la industria alimenticia, como por ejemplo a lácteos vacunos”, indicó Di Giano.
Ahora bien, ¿qué imaginario tienen en relación con el sector agropecuario? El estudio arrojó en primer lugar una diferencia en las connotaciones emergidas a la hora de hablar de “agro” y de “campo”.
Para el primer caso, los encuestados manifestaron que existe una vinculación con la dimensión empresarial y productiva, un foco en la ganancia y en el rendimiento económico, y consideraron al agro como fuente de ingresos del país. Para el segundo caso, en cambio, se refirieron a un estilo de vida con cierto romanticismo y lo vincularon a la idea de granja, animales pecuarios y a un espacio de trabajo sacrificado.
En cuanto a los aportes del sector a la economía del país, hubo una diferenciación entre los jóvenes pertenecientes a las grandes ciudades, y aquellas de ciudades más chicas con una mayor cercanía a la actividad.
Los más urbanizados consideraron que el agro es un gran dador de trabajo, mientras que aquellos de localidades más periféricas reconocieron aportes locales como el movimiento económico que genera en ciudades chicas, la participación del sector en los comercios y servicios, y el humor social atado al desempeño del campo.
A partir de este estudio se identificaron cuatro amenazas y debilidades que el agro debe atender. Una de ellas es la percepción que existe sobre el trabajo.
“Si el agro se configura como gran actor en torno al trabajo, los jóvenes piensan en un trabajo sacrificado, duro, de baja calidad y de cierta precariedad”, comentó Di Giano. Las imágenes evocadas durante la encuesta eran trabajadores en la intemperie, cosechando de forma manual, en cuclillas, sin un suelo acorde, y prefiguraron que la mayor ganancia la obtiene quien está al final de la cadena.
Los jóvenes más cercanos al sector consideraron, por su parte, que el trabajo en el sector se corresponde con un alto grado de profesionalización en la mayoría de los casos.
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Presentación investigación jóvenes y agro
Otra amenaza identificada es la cuestión medioambiental. “Es una materia nodal y conflictiva en la construcción de la imagen del agro, y presenta temas recurrentes como la preocupación por la sobreexplotación del suelo, y el uso de agroquímicos que impacte en el suelo, en las poblaciones cercanas y en los productos que lleguen a la mesa”, afirmó la investigadora.
Aun así, muchos reconocieron haber percibido cambios en función de los nuevos reclamos realizados por los consumidores y de la nueva legislación aprobada, lo que condujo al comienzo de un cambio de paradigma entre los productores agropecuarios.
En cuanto al trato animal, los jóvenes consideraron que la producción está enfocada en la productividad, y que la tensión entre la rentabilidad y la escala hacen que no se dé un correcto cuidado animal.
Finalmente, en cuanto a la tecnología, los encuestados de las grandes urbes relacionaron este punto exclusivamente con la maquinaria, y manifestaron desconocimiento y desconfianza en relación con los transgénicos. Los jóvenes de ciudades más cercanas al sector se mostraron orgullosos de los avances tecnológicos y los consideraron como parte de su identidad generacional.
El estudio culminó con el reconocimiento de dos oportunidades para el sector, vinculadas a la posibilidad de realizar un mayor acercamiento a los jóvenes, y al reconocimiento de los temas que están en la agenda de este público, como el manejo de agroquímicos.
Así, las principales sugerencias de los investigadores para el sector se relacionaron con realizar un cambio en la comunicación endógamica, que pone al campo en defensa únicamente de intereses sectoriales, sin mostrarse en contacto con las demandas del pueblo en general.