A días de que se cumplan tres meses de la restricción que China le impuso a Brasil por la detección de dos casos atípicos del mal de la vaca loca, la Administración General de Aduanas de China (GACC) autorizó la entrada de los cargamentos de carne vacuna brasilera que habían sido certificados antes del 4 de septiembre, cuando comenzó el embargo, pero no llegaron a ingresar a ese mercado.
La medida no constituye el final del embargo sanitario que tiene en vilo el comercio mundial de carnes (China es el principal importador y Brasil su principal proveedor), pero se interpretó como una señal positiva de un posible levantamiento de la suspensión de las compras.
Por lo pronto, los volúmenes son importantes. Según se estimó entre los representantes del sector cárnico brasilero, quedaron retenidas en los puertos chinos alrededor de 140.000 toneladas de carne, por un valor de 900 millones de dólares. Es lo que la Argentina exporta actualmente en tres o cuatro meses.
En septiembre pasado, el Ministerio de Agricultura de Brasil confirmó la ocurrencia de dos casos atípicos de Encefalopatía Espongiforme Bovina (BSE), más conocida como el “mal de las vacas locas”. La enfermedad es generada por una proteína infecciosa, que al multiplicarse mata a las neuronas del cerebro.
Los casos fueron detectados en mataderos de de Nova Canaã do Norte (MT) y Belo Horizont, durante una inspección “ante mortem”.
Siendo Brasil el principal exportador de carne vacuna de China, con ventas por 3.545 millones de dólares en carne este año y suministrando alrededor del 40% de las importaciones chinas, la noticia impactó de forma notoria en toda la estructura ganadera del Mercosur, que inicialmente consideró que en pocas semanas el problema estaría resuelto.
Todavía se desconoce si la medida tomada por la Administración General de Aduanas de China implicará una reapertura paulatina de las relaciones comerciales entre ambos países.