Don Pedro Lucio Sarciat (82) es el fundador y primer presidente de la “Asociación Argentina de Caballos de Destrezas Gauchas”. Pero detrás de los títulos, Sarciat es sinónimo de la cultura de la doma del caballo, de su adiestramiento y de su preparación para las diversas actividades o destrezas gauchas, ya sean jineteadas o pruebas de rienda. También para el trabajo en las estancias.
Cerca de Rauch, donde vive, Sarciat tiene un campo familiar donde cría caballos de tropilla para jineteadas. En la ciudad, su antigua casa data de 123 años y bien podría convertirse en museo de la cultura gaucha y equina.
La asociación trata de una de las actividades más antiguas de la cultura equina en nuestro país, pero es de las más jóvenes y fue fundada recién en 2018.
Mirá la entrevista a Pedro Lucio Sarciat:
-¿De dónde le viene esta pasión por los caballos?
-Mi familia materna, Ballester, se remonta al 1600, y en aquellos tiempos fueron criadores de caballos a la fuerza, porque en esa época el caballo era fundamental para la vida y el trabajo rural. Allá por 1920 se comenzaron a traer manadas y empezaron a hacerse selecciones de la raza criolla en la Argentina, de razas para el trabajo agrario y luego para las carreras, etcétera. Mi abuelo Lucio Ballester ayudó a Emilio Solanet. Ambos veterinarios, comenzaron a buscar una tropilla que respondiera a las características originales de la raza criolla. Eso se hizo en la Patagonia porque allí aún no se habían cruzado las razas.
Nacimos con el caballo. Con mis hermanos nos criamos en el campo e hicimos toda la escuela primaria yendo de a caballo. Muy pocas veces en un Ford A, que teníamos, con puertas de lona. Y algunos de mis familiares fueron los primeros jugadores de Pato en la Argentina.
-¿Cuál fue su mejor caballo o el que más recuerda?
-Tuve muchos caballos. Pero tuve un bayo rosillo, cruza de criollo con un puro de carrera, al que domé y era muy mansito, tanto que mis hijos lo andaban en el campo. Trabajó de apadrinador -que son los que ayudan a los jinetes a dejar su propio caballo en las jineteadas- y me acompañó en las fiestas, lo llevé a Palermo muchos años. Entraba a la pista de una fiesta y apenas escuchaba la música ya se ponía en acción y esperaba a que lo mandaran a hacer lo que él debía. Era un maestro, ese caballo.
-¿Es cierto que llegó a jinetear en la cancha de River?
-Sí, fue en 1960 cuando se hizo el sesquicentenario de la Revolución de Mayo y el Ministro del Interior del gobierno de Frondizi, Alfredo Vítolo, armó una semana de destrezas criollas en la que todas las provincias estaban representadas. Hubo salteños, cordobeses, mendocinos, bonaerenses. Y a los que no participábamos en las noches de modo oficial -porque éramos jóvenes estudiantes- nos dieron la oportunidad de jinetear todas las mañanas.
-¿La jineteada es la más representativa de las actividades de competencia del caballo?
-En todo el mundo, el hombre domesticó al caballo y le costó. Y al que no lo pudo dominar para poder andarlo, terminó destinándolo a las jineteadas, es decir, los indomables. Es el desafío entre el hombre y el caballo, de ver si lo voltea o no. Hay jineteadas en todo el mundo, en Macedonia, Australia, Nueva Zelandia, donde el rugby es el principal deporte y las jineteadas están en segundo o tercer lugar.
De ahí partió la Asociación de Destrezas Gauchas, porque hay gente que ha hecho una selección de ese tipo de caballos indomables y crían caballos en cantidad y no les fallan, unos más, otro menos, pero todos les salen indomables, con esos genes ocultos que están en todos los caballos y se despierta sólo en algunos. No hay una raza específica, de cualquiera salen caballos indomables. Yo tuve un caballo de pura raza criolla y toda su familia en su pedegree, fueron mansos, pero éste salió indomable.
Fundamos la asociación con carácter nacional, y celebramos un convenio con la Sociedad Rural Argentina por el cual ella aprueba como “nueva raza”, con estatutos, estándares (tipo de uniformidad y características generales) y lleva los registros de los pedigree. La cría utilizando la genética, transmisora de caracteres, hace la diferencia para trabajo o pruebas de rienda o la cría ya consolidada de caballos para jineteadas, que son los bravos, indomables. También hace la diferencia para las paleteadas o coleadas, pero éstas dos no entran en la categoría de “destrezas gauchas” de nuestra asociación.
-¿Usted ha vivido de las jineteadas toda su vida?
-Desde siempre nos hemos criado a la par de grandes jinetes y ellos nos han encaminado en esta pasión. Uno pasa por distintas etapas, de aficionado a ser un deportista medianamente bueno, hasta que empieza a decaer y termina organizando, ayudando y enseñando. No se si fui jinete, pero subí a varios reservados y he sacado algunos premios. Pasé a criar caballos de jineteadas, comprando, a tener cantidad y a armar fiestas tradicionalistas, siempre a beneficio de escuelas y otras instituciones. Nunca lo hice con fines de lucro ni viví de esto, pero siempre traté de hacerlo bien.
-Me imagino que además de River, la cima es llegar a La Rural de Palermo.
-Yo participé en las primeras jineteadas que se hicieron en Palermo, desde 1962 a 1964, pero luego me alejé porque me vine a Rauch a trabajar al campo. Luego volví a hacer jineteadas desde 1996 hasta 2006, en las exposiciones de julio, que son las más importantes. También participé en las primeras “paleteadas” y “coleadas” de Palermo, con los caballos criollos. Después me vinieron a ver unos chilenos para preguntarme si me animaba a hacer un espectáculo en la fiesta de la Media Luna, en Rancagua, donde se hacen las finales anuales de los rodeos. Acepté y armé una especie de cirquito, porque llevaba mis caballos reservados, mis jinetes y hasta cantores. Me llevaban ellos y me traían. Lo hicimos a partir de 1999, durante cinco años, porque fue un éxito, algo muy lindo, la pasamos muy bien y guardo buenos recuerdos. Y al final terminaron comprándome los caballos que había llevado.
-¿Cuál fue la jineteada que más recuerda?
-Hay muchas, sobre todo recuerdo las de pleno invierno, cuando terminábamos todos emponchados, del frío, en una escuela, o cuando se largaba a llover y se suspendía la jineteada y había que sacar a todos los autos encajados en el barro.
-¿Cómo explica esta pasión o atractivo en la gente de campo, de todo tipo y clase social?
-Es el atractivo natural del gaucho. El que anda a caballo se divierte el día domingo, en el campo, arreglando un caballo, tusándolo -que es cortarle la cerda-, acomodándolo, ensillándolo, domando algún animal nuevo. Y se entretiene adiestrando o jineteando.
-Existe toda una corriente de gente más bien urbana que no está de acuerdo con que esta actividad se practique como un deporte. ¿Le ve futuro a la actividad de las destrezas gauchas?
-Yo creo que tiene futuro, pero hay que luchar mucho. Yo he tenido diálogo con muchos representantes de estas posturas. Nosotros nos oponemos a una humanización del animal. Pero nosotros lo entendemos y lo queremos al caballo. Tenemos reglamentos para evitar que el caballo se lastime. Los tiempos de las jineteadas van de 8 a 14 segundos. No es una actividad tan exigente y cruel, porque se han aceptado todas las reglas, en todo el mundo. Ya sea en Estados Unidos o en Australia. Hay muchachos argentinos que están participando de los rodeos australianos y se han adaptado en sus espuelas, recados, monturas, a la perfección para que el animal no sufra.
-¿Y ve que es algo que guste a las nuevas generaciones?
-Sí, pero es distinto a los jinetes de antes, porque se ha vuelto muy profesional y los jinetes de ahora son mucho más atletas que nosotros. Tengo un yerno, de 25 de Mayo, que fue campeón en Diamante y siendo de campo se preparaba como un boxeador, saltando la cuerda, y ahora tienen hasta la cama elástica. En Estados Unidos se ha vuelto totalmente profesional. Allá hay toros y caballos mecánicos para enseñarles a manejar el cuerpo, como se hace en las escuelas de jockey acá en la Argentina.
En medio de la entrevista, Sarciat relata que lo han llamado de Uruguay para recorrer ellos el mismo camino y crear su propia asociación, porque hasta ahora se manejaban de modo informal. “Esto nos abre un camino nuevo que trasciende las fronteras y no tiene fin”, define.
-¿Y sigue asistiendo el público?
-Si, sigue habiendo un público entusiasta, algunos a favor del caballo y otros a favor del jinete, como en las corridas de toros, donde algunos están deseando que el toro le pegue una cornada al torero.
-Ustedes es amante de los caballos indomables… ¿Quién prefiere que gane?
-El hombre, porque duelen los golpes. Uno puede desear que el caballo haga todas sus demostraciones, que sea bueno, para que se destaque lo que uno cría, pero el jinete sufre más.
Es muy lindo escuchar, ver notas de nuestra tradición, de nuestras raíces .. Un placer!!!!