A mediados de octubre arrancó la cosecha de cerezas, con la recolección de variedades que terminan en el mercado interno. En noviembre se puso en marcha la misma tarea en las chacras que producen para la exportación.
Para este año se espera una producción de entre 10 y 11 mil toneladas de cerezas para el mercado interno y de otras 7 mil toneladas que se venderían a los mercados internacionales. El saldo exportable aumentaría 15%.
Pero el crecimiento del sector productor de esta fruta fina ha sido más bien pobre, debido a las erráticas políticas económicas, la ausencia de acuerdos internacionales que permitan la colocación del producto y la falta de medidas específicas reclamadas por un sector que se reparte entre Mendoza y la Patagonia. Lo que se avanza es por pura iniciativa de los emprendedores del rubro.
Así lo explicó a Bichos de Campo Aníbal Caminiti (foto), ingeniero agrónomo y presidente de la Cámara de Productores de Cerezas Integrados, quien señaló que al igual que hace unos 20 años el área con cerezas se mantiene congelada en torno a las 2 mil hectáreas.
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“Eso tiene que ver con que en Chile se trabaja con mucha previsibilidad y proyección hacia los mercados externos. En eso el tratado de libre comercio de 2005, por el cual se llegó en 2015 a un arancel cero con China, promocionó mucho el desarrollo de la cereza. Encontraron una gran oportunidad de mercado en ese país, que es de los mayores productores y consumidores mundiales”, comentó el directivo.
Caminitti dijo que si bien las comparaciones son odiosas, el tiempo demostró que mientras en la Argentina el sector no logró mayor crecimiento en Chile se animaron a cerrar un acuerdo comercial con China que permitió un fuerte despegue del sector, a punto de instalarlo entre el tope de los exportadores.
Allí la cereza generará este año 2.000 millones de dólares solo por los embarques de esta fruta fina.
En referencia a ese fenómeno, Caminitti relató que los productores chilenos “aprovecharon un mercado en el que anualmente 20 millones de personas se incorporan a la clase media. Eso fue muy estudiado por los chilenos que capturaron ese nicho de demanda creciente, porque allá hay políticas de largo plazo que además van ancladas con pautas macroeconómica que dan previsibilidad y credibilidad”, describió.
Esta estrategia les permitirá este año vender 400 mil toneladas de cerezas, cuando el año pasado exportaron 300 mil. “Detrás de estos números hay movimiento económico y mano de obra” finalizó Caminitti. Aquí las exportaciones de cerezas a China comenzaron recién en 2019 y muy tímidamente, pero la falta de competitividad y la falta de un acuerdo arancelario las mantienen en escasos volúmenes.