Ezequiel Osvaldo Pavón y Claudia -alias Caly- Andrea Valdés Silva vivían en Cipoletti. Allí se conocieron, se casaron en 2002 y luego tuvieron tres hijos: Iara (18), Malvina (14) e Igor (9). En aquel mismo año Ezequiel obtuvo el título de técnico en apicultura. Llegó a tener 150 colmenas pero un día decidió meterse en internet en la página Canadian Honey Council, ya que en ella los empresarios del Norte buscan mano de obra extranjera. Envió su currícula y un apicultor de Vanderhoof -un pueblito de 5000 habitantes en la Columbia Británica de Canadá- le respondió que ese mismo año necesitaba a alguien y que le pagaba el pasaje. Decidió viajar solo, en julio de 2010, con un contrato de apicultor para hacer una temporada.
En enero de 2011 regresó a la Argentina a buscar a su familia. En 2012, Caly viajó con sus hijos como turista. Vivieron 3 meses en la ciudad hasta que alquilaron con opción a compra una casa con 62 hectáreas, a 20 kilómetros del pueblo, en una zona de pasturas, ganadera. A los tres años, cuando pudieron obtener la residencia, la compraron con un crédito a 25 años, porque allá cuesta menos pagar una casa en cuotas que alquilar, explican ellos. Tienen 15 ovejas, 2 chanchos, pavos, un pony, perros, gatos y 60 pollos.
En 2014 iniciaron su propio proyecto de apicultura, al que le pusieron “Clover Fields Apiaries”, que significa “Apiario en campos de trébol”. Compraron 30 familias de mil abejas cada una, de Nueva Zelanda, y 30 abejas reinas, en tubos que les enviaron por avión. “Nosotros queríamos comprar bien puras de la raza Caniola”, explica Ezequiel. Más tarde sacaron otro crédito para comprar maquinaria y materiales, para poder tener más colmenas. Hoy tienen 6 apiarios con unas 30 colmenas cada uno y habilitaron en su casa la sala de extracción y fraccionamiento, mediante un trámite accesible.
“Producimos miel multifloral. En esta región hay floración constante. La abeja puede quedarse no más de 10 días sin flor. Extraemos una vez por año, o a lo sumo hacemos dos cosechas. Lo primero que florece es el diente de león, luego el trébol blanco y el rojo. En Julio, la alfalfa y el meliloto o trébol amarillo, que estamos plantando en el campo porque mejora el suelo, proveyéndolo de mucho nitrógeno, y es una fuente constante de néctar para las abejas”, detalla Caly.
Los canadienses consumen mucha miel. Caly sale a entregar a unas 10 tiendas en un radio de hasta 600 kilómetros de su chacra. Además, venden en 3 ferias, los sábados. Comenzaron vendiendo miel líquida y luego agregaron, cremada, que elaboran con una batidora de panadería y se vende mucho, en envases de vidrio. También en envases de plástico de 3 y de 7 kilos. Luego, sumaron miel con canela en polvo. Ahora también juntan polen, lo deshidratan y venden en estuches de material reciclable. Además venden mucha cera en barras de medio kilo, y protector labial de cera y aceite de coco.
Ezequiel hoy sigue trabajando afuera, en una fábrica de trailers, desde las 6 a las 14. Ellos saben ahora que necesitan llegar a las 500 colmenas para que el negocio le permita a Ezequiel dejar su trabajo alternativo y dedicarse de lleno a las abejas. Caly está a cargo de la chacra y de la operación apícola. Se levantan a la 4:30 y las dos hijas a las 5:30 para alimentar a todos los animales y luego ir a estudiar. Cuando regresan a la tarde, vuelven a darles de comer. El pequeño Igor también ayuda y se hizo cargo de alimentar a los pollos. A fines de agosto es tiempos de cosecha y trabajan todos en ello. La escuela se suspende si la temperatura pasa los 35 grados bajo cero.
“Acá el invierno dura unos 5 a 7 meses. La temperatura más baja, desde que estamos en Canadá, fue de 42 grados bajo cero. En invierno tenemos un metro y medio de alto de nieve en la puerta, pero las máquinas pasan temprano, limpiando los caminos, para que pueda llegar, por ejemplo, el transporte escolar, que es gratis, como también las escuelas primaria y secundaria y los hospitales. Pero los chicos de 14 a 15 años ya tienen sus trabajos y pueden ahorrar para pagarse luego un terciario o la universidad. Acá, la cultura del trabajo es primordial y la gente trabaja toda su vida. Conocemos a un matrimonio, que a sus 60 años de edad acaban de fundar su propia empresa”, explican.
En esas latitudes el trabajo agrario tiene sorpresas y recordaron: “Hace una semana nos entró un oso a un apiario y nos rompió como 7 colmenas. No, los cajones, pero sí los cuadros, porque buscan la miel y las larvas. Entonces decidimos mudar el apiario ese mismo día y terminamos a las 3 de la madrugada”.
Iara y Malvina se inscribieron en un programa nacional de agricultura por el que niñas y niños desde los 9 años de edad pueden criar a un animal, ya sea una vaca o un chancho, para fomentar la cultura pecuaria desde la infancia. Todos los meses deben informar sobre su peso y dos veces al año el Estado los inspecciona.
“Un chico de 16 años de edad acaba de vender un novillo en 10.000 dólares canadienses y debe haber invertido en criarlo, unos 2000. Acá hay muchos programas de fomento del trabajo y muchas becas para los jóvenes”, dicen. Además, ellas tienen 6 colmenas propias y crearon su propio canal de Youtube para contar cómo las mantienen, e incentivar a las chicas y chicos de su edad a que tengan sus propias colmenas como ellas. Es el segundo año que las invitan en el pueblo para realizar un taller de apicultura para chicos de entre 9 y 15 años de edad. Caly y Ezequiel realizan en familia una reunión semanal de trabajo, en la que evalúan y establecen metas, para involucrar a sus hijos y que se reconozcan protagonistas y futuros herederos de la empresa familiar.
Actualmente toda la familia se encuentra expectante, Malvina, la hija de 14, de edad, fue seleccionada para participar en un concurso de apicultura con jóvenes de 12 y 17 años. Cada año se realiza en un país diferente y en 2022 Malvina deberá competir en Rusia.
En enero próximo esta luchadora familia cumplirá 10 años en Vanderhoof. “Los canadienses nos recibieron bien y son muy amables con nosotros. La amistad no es como en nuestro país. A los gringos no podés `caerles` en su casa sin avisarles antes. Pero no extrañamos tanto –señala Ezequiel- porque `tranqueras adentro escuchamos a Larralde, Los Chalchaleros, y tomamos mate. Solemos comer asado, menos en verano, que está prohibido debido a los incendios. Pero la carne de acá no es como la de Argentina. Mis amigos me tildan de yankee, pero yo vivo como cualquier paisano argentino. Un kilo de yerba nos cuesta unos 10 dólares canadienses, pero nos damos el gusto”.
Ezequiel nos quiso compartir la canción que más escucha allá: Un día me fui del pago, de y por José Larralde.
Hermosa, hermosa historia, felicitaciones a está hermosa familia, y muy bien en compartir una historia de vida positiva, en medio de tanta negatividad y problemas que hay en nuestro entorno, saludos y bendiciones
HERMOSA FAMILIA!!!FELICITACIONES!!
ME GUSTO MUCHO LO QUE HACEN
AMO A LAS ABEJAS
SON EL FUTURO
SALUDOS DESDE ARGENTINA
ACA SOPORTANDO LA LOCURA DE VIVIR EN ESTE PAIS
Qué linda historia y que lección que nos deja de cuántas cosas se pueden lograr trabajando en un país “normal”. Hace mucho tiempo atrás eso mismo era Argentina.
La cultura del trabajo….algo destruido por el peronismo. …pobre ARGENTINA…
Una encatora historia y emotiva a su vez.
Hermosa familia.
Es apasionante, la apicultura. Y muy gratificante.
Un abrazo fuerte y sostenido, a los compatriotas.
Que tomaron la desicion de emigrar.
Dios los Bendiga.
Que lindo, los felicito, yo también soy apicultora