El frigorífico Recreo está ubicado en la localidad homónima de Santa Fe, situada unos kilómetros al norte de la capital provincial. Es uno de las tantas empresas que han quedado muy afectadas por el cierre parcial de exportaciones de carne vacuna que dispuso el gobierno. Para entender el por qué, le pedimos a sus propietarios que nos cuenten las razones.
La empresa faenaba antes del cierre cerca de 8.500 animales mensuales, de los cuales la mitad eran para atender a los mercados internacionales y la otra mitad para el mercado doméstico. Pero a raíz de la restricción impuesta por el gobierno, el volumen de faena destinada a la exportación se redujo un 50%, a la mitad.
El frigorífico Recreo no cuenta con acceso a los mercados más jugosos para la carne vacuna argentina, como la Unión Europea, Israel o Estados Unidos, pero sí tiene habilitados (cuenta con permiso sanitario) los llamados “terceros países”, como Rusia. De todos modos, la mayor parte de sus ventas estaban concentradas en China.
“El mercado ruso no nos cierra por el precio que paga, por eso el 90% de lo que exportábamos iba a China. Antes de las restricciones hacíamos 40 contenedores al mes y ahora producimos sólo 18”, explicó Antonio D´Angelo, directivo de la empresa, que de todos modos reconoció una mejora en el precio que paga ese mercado por la menor oferta desde Argentina. Ese aumento en valores está lejos de compensar la menor producción. El negocio de la industria de la carne suele ser de márgenes bajos y requiere de una alta productividad.
Para compensar la menor exportación, en Recreo y en tantas otras empresas están buscando colocar parte de esa carne en el mercado interno, pues no tienen más remedio. Pero esta puja eleva la competencia y eso habría ayudado a la baja de precios de la carne detectada por el INDEC en julio, que fue de cerca del 1%. Tiene lógica, pues con el cepo exportador se deberían redirigir unas 20 mil o 30 mil toneladas (de 10 a 15% de la oferta) mensuales al consumo local.
“Estamos ampliando nuestra zona de influencia a provincias del norte, como Corrientes, Formosa, Salta y Jujuy. Vendemos cajas de 20 kilos con los cortes que el gobierno prohibió exportar”, dijo D´Angelo.
El empresario advirtió que “los frigoríficos exportadores tienen mucha carne en cámara, en parte porque el consumo interno no la acepta y en parte porque se faenó suponiendo que el 1° de septiembre se abriría o flexibilizarían las exportaciones. Esto genera un sobrecosto por el frío que requiere (conservar) el producto, pero también financiero, ya que compramos a 30 días carne que podría llegar a permanecer hasta cuatro meses en las cámaras”.
Ese agregado de costos y la mayor oferta de carne vacuna hacen prever un mercado de hacienda para faena tranquilo en los próximos meses, pero D’Angelo teme algo peor: “La baja de precios, pero sobre todo la falta de previsibilidad y de perspectivas, va a hacer que se achique el stock, como ya sucedió” en el primer cierre exportador, entre 2006 y 2010.
Otro problema que está complicando al sector es el laboral. La empresa tuvo que dejar de faenar los miércoles y redujo la carga horaria para sus trabajadores. Eso permitió mantener todos los empleos, pero cada trabajador cobra menos de salario.
Por convenio a los trabajadores no se les puede pagar menos de 140 horas mensuales. Se trata de la famosa “carga horaria”. D’Angelo contó que igual. “como se faena un día menos, su salario se redujo y perdieron por ejemplo el premio por productividad”.
El Sindicato de la Carne y los industriales firmaron este año una paritaria del 30%, con vigencia hasta fines de diciembre, y recientemente se sumó un adicional de 20%, desde enero a abril. Pero en este contexto son muchas las empresas que dudan de que se pueda cumplir si el gobierno insiste con sostener las restricciones comerciales impuestas desde mayo pasado.