El cogollo es el brote, lo más nuevo de las plantas. Su parte más tierna, como el interior de la lechuga, por ejemplo.
Por eso en la región cuyana de nuestro país se entiende por cogollo al desprendimiento florido del árbol de la tonada. Es lo que ofrece el cantor, en una tradicional tonada, a un amigo, a una dama, o a todo su público.
La persona a la que fue dedicada la tonada debe “pagarla”, y no la puede despreciar, convidando sin falta al cantor un vaso de vino.
El cantor modifica la tercera estrofa, tratando de coincidir el nombre de la persona homenajeada con una rima, que puede ser improvisada en el momento.
Escuchá esta columna sobre el cogollo realizada para el INTA:
El cogollo es un bautismo, porque con el uno se recibe de “compadre” y empieza a ser un poco más que amigo.
Aquí va un ejemplo de cogollo, dedicado a mi querida amiga que cocina delicias de Cuyo:
“Señorita Judith Ortiz, del cielo caigan tres rosas,
dos se queden en el aire, ¡y en usted la más hermosa!”.
La tonada exalta la temática de las viñas, la cosecha, las bodegas, el amor, la amistad y se caracteriza por no ser bailada y por no acompañarse de percusión o bombo. Se toca con guitarra y se originó en Asturias y Cantabria, regiones del norte de España.
Todos los febreros se celebra, en Tunuyán, en el hermoso Valle de Uco, Mendoza, el Festival Nacional de la Tonada.
Les comparto una cueca que menciona el cogollo: “De Alpargatas y Chupayas”, de Jorge Omar López y Jorge Viñas (Jorge Antonio Berchessi), por Los Chalchaleros.