Marcelo Gianoli se dedica a la cría de ganado bovino en la localidad bonaerense de Ayacucho, considerada la capital nacional del ternero, y con una payada intentó explicar, recurriendo al humor, su descontento con el “cepo cárnico” implementado por el presidente Alberto Fernández.
“Mi payada se llama Camporita, en honor a una vaca de once años que es la que está en la foto. Alambrado de por medio se puede ver a su último ternero destetado, pues debo alimentarlo yo porque si dejo que ella lo haga se muere. Camporita no tiene dientes, arranca el pasto con la lengua, pero cuando el pasto se viene corto en invierno no alcanza a sacarlo, entonces ahora le damos rollos”, contó Gianoli en diálogo con Bichos de Campo.
Cuando el criador habla de Camporita se refiere a una vaca de la llamada categoría “conserva”, que, hasta la implementación del “cepo cárnico”, representaba una fuente importante de ingresos para los criadores. Gianoli consideró que “los pequeños productores tenemos dictada la sentencia de muerte como ganaderos; piensen que cerca del 30% de los ingresos que llegan a un campo chico como el mío provienen de la vaca conserva”.
El ganadero tiene unas 120 vacas en 65 hectáreas y, de ese plantel, el 12% son vacas que llegaron al fin de su vida útil y que ahora, por las medidas del gobierno, no tienen prácticamente demanda. “Una vaca vive unos ocho años en el campo, pero los criadores la tratamos de tener más tiempo. Entre un 10% y 12% de mi rodeo está compuesto por vaca conserva y ahora me pierdo esa venta porque no tengo compradores”, se lamentó.
Gianoli aclaró que no es lo mismo hablar de la “vaca manufactura” que de la “vaca conserva”; la primera “tiene su origen en vacas que no quedan preñadas en servicio y no necesariamente son vacas viejas, como sí lo son las vacas conserva”.
“Por otro lado, la vaca manufactura se corta, se despieza y luego se venden sus cortes, pero en una vaca conserva eso no existe porque casi que no tiene carne y es tal su dureza que se la termina vendiendo para termoprocesar y enlatar”, relató.
El principal comprador de cortes congelados de vaca, antes de la intervención oficial, era China, mientras que una proporción menor se destina a la Federación Rusa. “Hoy no tengo ningún comprador para este plantel de vacas por las medidas del gobierno”, comentó.
“Yo soy ganadero, no soy un ‘pool’. En Ayacucho somos mayoría de criadores, no somos invernadores ni terminadores y tenemos dos canales de entrada de dinero: una es a través de la venta de nuestro ternero producido y el otro a través de las vacas que se descartan del campo”, explicó.
Cerca del mes de marzo, en el inicio de otoño, la mayoría de los criadores comienza a sacar a las vacas de descarte de su rodeo para reemplazarlas por una nueva camada de vientres. “Sabido es que una vaca con destino conserva, por su condición, raramente sobrevivirá al invierno; entonces el productor la tiene que sacar porque sino se le muere”, declaró.
Hasta mayo, fecha en que prohibieron las exportaciones de carne, a Gianoli le pagaban hasta 110 pesos el kilogramo peso vivo de la vaca conserva. “Venían los camiones de los frigoríficos exportadores hasta mi campo, se llevaban las vacas a sus plantas habilitadas y certificadas para luego salir tipificadas como vaca conserva”, explicó.
¿Qué piensa hacer Gianoli con esas vacas desde ahora? “Hasta el inicio del invierno las aguanté porque me dijeron que iban a abrir la exportación nuevamente, cosa que no sucedió. Ahora tengo dos alternativas: o las vendo a un precio vil o se me mueren en el campo”, resumió.
Cepo Cárnico: En la Argentina siempre ganan los que invierten en el negocio del lobby
El gobierno logró lo que quería,bajar el precio de la carne,para el discurso a sus súbitos. Lo les importa el país,solo quieren ganar poder.