El aumento de casos de Covid-19 en los últimos meses, impulsado sobre todo por el ingreso de nuevas cepas más contagiosas, prendió las alarmas de todo el país, sobre todo en aquellos lugares que concentran la mayor densidad poblacional. En el caso de la provincia de Buenos Aires, la mayoría de los distritos regresó a “Fase 2” en el mes de mayo –recordemos que el sistema de fases estipula los niveles de apertura de las actividades- para propiciar una disminución en los contagios y darle un respiro al sistema de salud.
Gracias al avance de la campaña de vacunación, numerosas localidades de la provincia volvieron a “Fase 3” y retomaron distintas actividades, entre ellas la educación. Sin embargo, en los últimos días comenzaron a circular muchas críticas alrededor del sistema de fases, porque hay distritos con baja densidad poblacional que, de alguna forma, quedan “atados” a los cálculos epidemiológicos, que se basan en la cantidad de casos por cada 100.000 habitantes.
En el caso de Lobería, en el sudeste de Buenos Aires, por ejemplo, si bien cuenta con una extensión de 465.000 hectáreas, su población ronda los 18.000 habitantes. De esa cantidad, aproximadamente 13.000 personas viven en la ciudad cabecera del distrito, que lleva el mismo nombre, y el resto se distribuye en poblados chicos –que no superan los 2000 habitantes- y parajes.
Actualmente la cantidad de casos activos de Covid-19 en esa localidad es de 145, y más del 75% de la población se encuentra vacunada al menos con una dosis. Pero, a pesar de ests números, las escuelas se encuentran cerradas.
Ante este escenario, la mayor dificultad la afrontan las escuelas rurales. En Lobería hay 30 establecimientos educativos rurales dispersos a lo largo y ancho de la geografía del distrito. Se trata de escuelas primarias unitarias y Jardines de Infantes Rurales y de Islas de Matrícula Mínima (JIRIMM), integrados por secciones multiedad (desde los 2 hasta los 5 años) que cuentan con una sola maestra y un grupo de alumnos de distintas edades.
De esas 30 escuelas, a las que asisten principalmente chicos del interior de Lobería, 23 tienen una matrícula de menos de diez alumnos. Se estima que la matrícula total de alumnos que viven en los parajes del interior de este distrito ronda los 300 chicos.
“A esos alumnos los llevan los padres, van a caballo o van en bicicleta. Naturalmente son escuelas donde es difícil que los chicos completen la cantidad de días de clases estipuladas por calendario, porque cuando llueve mucho no llega la maestra o los alumnos, y se pierden días. Y a eso debemos sumarle el tema de la pandemia, dado que desde fines de mayo se cerraron todas las escuelas”, contó a Bichos de Campo Federico Rodríguez, veterinario y docente de una escuela rural secundaria en Lobería.
¿Y las clases virtuales? Esas no aplican en los parajes rurales ya que la conectividad es prácticamente inexistente. “No todos en los campos tienen acceso a una señal de teléfono para tener datos en el celular y poder descargar la actividad o conectarse a una clase virtual. En mi caso, hago video-llamadas, pero no se conectan ni la mitad. Se hace muy difícil avanzar en este contexto”, agregó Rodríguez.
A eso hay que añadirle que tampoco funcionan las residencias que tienen algunas escuelas agrarias, sobre todo las secundarias, que permite que los alumnos no deban regresar hasta sus hogares todos los días. Las mismas se cerraron el año pasado en toda la provincia, al inicio de la pandemia, y recién este año se diagramó un protocoló de apertura, pero que no se aplicó en Lobería.
Frente a eso, se inició un reclamo por parte de los padres de los alumnos, e incluso se realizó una reunión con el intendente, Juan José Fioramonti, y con el Concejo Deliberante. Si bien las intenciones de resolver el problema están presentes, lo cierto es que la decisión de abrir o cerrar una escuela está en la ciudad de La Plata, más precisamente en la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires.
“Yo ocupo dos lugares, como papá y como docente. Mi hija va a un JIRIMM con una matrícula de cinco alumnos en total. Me animaría a decir que somos la mayoría los que queremos estar trabajando con los chicos en el aula. Lo más rico de la enseñanza ocurre en la interacción con los chicos. En la virtualidad todo eso se pierde, uno no ve el resultado”, dijo Rodríguez, para luego agregar que no se trata de un tema de infraestructura o recursos, porque las escuelas cuentan con todo lo necesario para cumplir con los protocolos y mantener la limpieza y desinfección.
“No quiero dejar de destacar el rol de la maestra en general. Se ‘desloman’ para hacerle llegar el material a los chicos. Es sumamente valorable y destacable”, concluyó el docente.