Soledad Aramendi, vicepresidenta de la Sociedad Rural de Rosario (SRR), descubrió su vocación como empresaria en situaciones críticas. La presión de lo urgente, que para muchas personas representa angustia y desasosiego, para ella fueron siempre desafíos.
Oriunda de Villa Cañás, Santa Fe, donde tiene el campo familiar, hoy Soledad vive en la ciudad de Rosario, a unos 200 kilómetros de allí. “Pero voy y vengo todo el tiempo y además mi número de celular sigue teniendo prefijo de Cañás para que cualquier gringo me encuentre”, contó entre risas en diálogo a Bichos de Campo.
Es hija única y siempre sintió la libertad de estudiar lo que quisiera y no por imposición o mandatos. Por eso se abocó en un principio a otras carreras ajenas al campo, primero medicina y luego arquitectura, pero en 2001, con 20 años de edad, decidió hacerse cargo de la empresa agropecuaria familiar a raíz de diversos problemas que aparecieron en medio de la gran crisis económica que se avecinaba con la implosión de la “convertibilidad”.
“Yo siempre le decía a mi papá que mi mejor universidad fueron los quilombos familiares y económicos a resolver. Cuando yo me metí en el campo, no estaba siquiera preparada, pero la defensa por lo propio pesó más y además pude rodearme de profesionales con los cuales terminé solucionando todos los problemas”, relató Soledad.
“Tuve que tomar decisiones económicas importantes, pero siempre lo hice consensuando con mis viejos y, por fortuna, pudimos entendernos y arribar a buen puerto. La intención era estar unidos los tres sin importar lo que pasara”, agregó.
Hoy, sin la presencia física de sus padres, Soledad emprende su labor codo a codo con otros profesionales que la ayudan en la tarea, mientras se aboca en paralelo a su función gremial en la SRR. “Siempre me fue mejor actuando bajo presión, porque siento que termino resolviendo mejor”, confesó.
El campo de Soledad, de escala mediana, en su momento tenía un planteo mixto, pero hoy sólo se dedica a la actividad agrícola. “Desde 2001 tuve una tormenta que duró unos años, y después siento que fue perder para ganar; es decir, seguimos con los granos pero tuve que deshacerme de las vacas; tuve que alquilar en un momento porque estaba parte del campo inundado y aparte porque no tenía espalda financiera para hacerle frente. Luego lo tomé para producirlo yo por las mías”, comentó.
Aunque Soledad no tenga más animales- tenía rodeo de cría con vacas Angus y Aberdeen Angus-, confiesa que su intención es volver a la actividad pecuaria. “Siempre digo que la agricultura es un lindo número, pero la ganadería es una pasión”, resaltó.
Su recuerdo de las dos grandes inundaciones que sufrió el campo y la zona en general, una en el 2000 y la segunda en el 2017, le deja un sabor amargo de a ratos. “Lo que tiene la llanura pampeana es que cuando hay grandes períodos de lluvias se complican los campos por el agua. La laguna La Picasa, de la cual estaré a unos 40 kilómetros aproximadamente, es como una gran masa de agua que genera presión sobre las napas; entonces, cuando estás en período grande de lluvias, hace que brote el agua desde abajo del suelo, y algún canal cercano también afecta”, indicó.
– Pudiste rehacerte muy bien, con tus padres y luego sin ellos
-Aprendí a aceptar las dificultades, porque cuando sentís que no podes producir, te genera una parálisis, y es lo que le pasó a mis viejos y que les impedía resolver. Por eso digo que aprendí a aceptarlos a ellos y los entendí perfectamente porque en 2017 lo viví en carne propia. Esto también se reflejó en mi lucha gremial, porque todo esto me llevó a querer solucionar problemas hídricos a nivel regional.
-¿Y cómo llegaste a la Sociedad Rural de Rosario?
-Empecé a hacer cursos vinculados a los agronegocios y ahí me invitaron a formar parte de la Sociedad Rural de Rosario en 2013, donde encontré un ámbito de pares, tanto productores como profesionales con los que pude compartir problemas y necesidades, y a la vez informarme con lo ultimo a nivel tecnológico e impositivo y administrativo. Desde 2017 adquirí un rol más activo y la misma situación me llevó a eso, sobre todo luego de la gran inundación de aquellos años. También me vinculé a nivel provincial y nacional buscando el apoyo de otras instituciones, como la Bolsas de Comercio de Rosario y la gente del canal San Antonio, a través de Carsfe, un brazo de CRA en la provincia de Santa Fe, para lograr soluciones, pero siempre nos chocamos con la voluntad política de turno. Trabajar en pos del bien común es algo que me llena como persona. Si yo por ejemplo necesito una obra hídrica regional para solucionar un problema individual, entonces eso te demuestra que tenés que luchar también por otros para lograr tu propio bien. Todos los lugares que gané o conseguí los logré trabajando. Hace cuatro años me ofrecieron ocupar el puesto de vicepresidente de SRR, un rol que se renueva cada dos años, así que llevo dos mandatos acompañando a Tomás Layús en la presidencia, quien también va por su segundo mandato.
-¿Cómo es un día a día en tu vida?
-Hay días que estoy todo el día en el campo o viajando, yendo y viniendo, y hay otros días que estoy en la Rural o en mi escritorio resolviendo cuestiones propias y de la entidad. Tengo gente que me ayuda en el campo y eso hace más llevadera la tarea. Siempre pude delegar en profesionales y eso también es bueno.
-¿Y cómo estás hoy?
Hoy también estamos atravesando un gran cambio, y por eso quiero marcar que soy parte de una gran convocatoria que habrá a nivel nacional el próximo viernes 9 de julio. La gente que la está generando va desde autoconvocados a integrantes del mundo gremial. Estamos logrando un campo unido con gente de otras actividades económicas también. Es un reclamo para alentar medidas para el trabajo y la producción. Es también en descontento hacia el manejo político económico del gobierno nacional. Hay comerciantes, del rubro turismo, docentes, personal de la salud. Apunta a todos y muchos de ellos están en la organización. El punto neurálgico será San Nicolás (Buenos Aires), ruta nacional 9, kilómetro 228, entre los dos puentes. Habrá un gran escenario montado y una extensión de 3 kilómetros para vehículos, para que la gente pueda estar con el distanciamiento social debido y los cuidados en pandemia. Por eso habrá un gran equipo de sonido. Hablarán diversos representantes, todavía no tenemos estipulada la cantidad de voceros y cerraría el acto la Mesa de Enlace Agropecuaria. Quiero marcar que más allá del descontento con el gobierno actual, es una organización totalmente apartidaria y los símbolos que nos unen son la solidaridad y la empatía, porque pienso que de esta salimos entre todos.
– ¿Qué es para vos el campo argentino? ¿Cómo lo ves? ¿Viste la actividad agropecuaria en otros países?
-Para mí el campo argentino genera una de las redes de actividades más trascendentes de la economía del país. Además de ser el responsable de producir los alimentos que consumen los argentinos, sus exportaciones proveen al país más del 66% de las divisas, lo que lo convierte en un partícipe necesario del crecimiento económico y cuyo potencial no tendría límites si tuviéramos otras políticas de gobierno. A diferencia de otros países, en donde se subsidia al sector agropecuario, en Argentina se cobran impuestos confiscatorios por producir, y a pesar de eso, el país logra competir y ganarle mercados a los países que sí subsidian a sus productores agropecuarios; esto se debe en gran parte al potencial e innovación argentina en materia productiva de alimentos. Si no nos cobraran tantos impuestos por producir, si eliminaran los impuestos a los alimentos y productos, cuántos problemas solucionaríamos.
-Frente al concepto común en el que se suele recaer de que “el campo es un mundo liderado por hombres”, ¿Qué pensas? ¿Es tan así? ¿Vos crees que hay machismo en el sector agroindustrial?
-Por un lado es verdad que la mayoría de los productores de la actividad agropecuaria son hombres, sin embargo, eso no significa que las mujeres tengan un rol secundario en dicha actividad; las mujeres siempre estuvieron acompañando a los hombres, como desde los inicios de la historia humana. No obstante hoy las mujeres que formamos parte de la actividad agropecuaria y tenemos una mayor visibilidad hacia el resto de la sociedad, y por lo tanto una mayor preponderancia.
– ¿Qué cambiarías del campo argentino si estuviera en tus manos ese poder?
-Lo que me gustaría cambiar del campo argentino es la visión del campo como el ‘granero del mundo’; me gustaría que la Argentina sea la rotisería del mundo, y para llegar a eso necesitaríamos generar una cadena productiva y una red de comercialización que a su vez genere muchas nuevas fuentes de trabajo genuino. Creo que estamos a la vanguardia de investigación biotecnológica para producir más alimentos y de mejor calidad, sostenibles y sustentables con el medio ambiente. Podemos ser la fuente educativa del mundo en materia de producción de alimentos. Lograr un desarrollo de infraestructuras necesarias para que cada rincón de la Argentina pueda producir alimentos para muchos más que 400 millones de seres humanos.
– ¿Consideras que hay que hacer política para lograr cambios?
-Si, efectivamente la política es necesaria para consolidar los cambios que necesita el país, ya sea en la economía, la seguridad o la educación. Se necesitan acuerdos y consensos de políticas a corto, medio y largo plazo, más allá del color político de turno, imprescindibles para el crecimiento sostenible del país.
Es prioritario que el gobierno forje expectativas sólidas de crecimiento económico, a través de políticas, como la reducción de impuestos en los sectores productivos y en los alimentos, tan básicas y necesarias de implementar de forma inmediata para el desahogo de la sociedad; establecer políticas monetarias razonables para bajar la inflación, mantener las reglas de juego del mercado internacional y generar las condiciones macroeconómicas para atraer inversiones privadas a la Argentina. Además de políticas de inversión pública en infraestructura: imprescindible para el desarrollo energético, económico, productivo y comercial en el país y con el mundo.