“Hace 45 años que produzco miel”, dice Tucho Muñiz, que aprendió de forma autodidacta, después se perfeccionó tomando cursos y luego fue, durante 11 años, profesor de apicultura en el Centro de Formación Profesional de Azul, en la provincia de Buenos Aires.
Hoy Tucho tiene 600 colmenas, una sala de extracción a la que acuden otros apicultores y trabaja con sus hijos, María José y Gerónimo, quien a los 19 años se fue Hawaii a especializarse en producción de reinas: “Me invitaron a ir por tres meses y al final me terminé quedando casi un año”, cuenta este joven devenido experto. “Ya hace 18 años que en Miel del Parque somos criadores de reinas y también producimos jalea real y propóleo”.
Gerónimo, que es técnico apícola, explica que no sabe exactamente cuántos criaderos de reinas hay en el país. La diferencia, remarca, es que el de ellos es un criadero habilitado por Senasa, pero la realidad indicaría que hay muchos sin registrar. “Criamos unas 2000 reinas y hacemos un trabajo de selección para mejorar la genética en cuanto a mayor producción de miel, mansedumbre, comportamiento higiénico y resistencia a enfermedades”, describe.
Otra característica de este criadero es que han desarrollado una jaulita de madera para transporte de las reinas en vez de la típica de plástico y eso llama la atención, quizás porque la madera siempre resulta un material más noble. “Esta jaula de madera es similar a la que usan el criadero Hawaian Queen y pudimos hacerlas tal cual con permiso del dueño y son las únicas en su tipo que hay en el país”.
María José es licenciada en Turismo y trabajó mucho tiempo en el sector, hasta que un día cambió: “Creo que son etapas de la vida y la apicultura la viví desde muy pequeña”, reflexiona.
“Ya hace dos años que estoy dedicada 100% a las abejas y me gusta mucho, siempre aprendo algo más. Hoy me toca hacer de todo: armar material, ir al campo, hacer transferencias para reinas, encerrar, cosechar, hacer las extracciones, el fraccionado, las ventas. Acá siempre hay algo para hacer, es imposible aburrirse”.
Además, María José está a cargo de las pruebas de miel infusionada con lavanda, que próximamente estará disponible ya que la empresa familiar también pertenece al Club de la Lavanda, una iniciativa que apunta a que Azul sea la puerta de entrada a la Ruta de la Lavanda en Buenos Aires.
“Las abejas son apasionantes y me han permitido conocer muchos lugares del mundo”, cuenta Tucho, que ha ido a montar criaderos de reinas a México y a España.
“Este año por la sequía anduvimos en 22 kilos de miel por colmena pero hemos tenido cosechas mejores. Cuando recién arranqué, hace 40 años, teníamos rindes de hasta 90 kilos por colmena pero ahora debido a la utilización de agroquímicos en los campos eso ya no se ve más”.
La empresa vende todo fraccionado (nada a granel) y si bien no tiene la certificación orgánica (“me cansé de hacer trámites”, dice Tucho) el eslogan que han elegido lo dice todo: Nuestra miel, es miel. Y eso sí: en los supermercados se aseguran de que su producto esté bien separado de las “mieles” enriquecidas con jarabes de maíz. “Eso no es miel”, asegura.
“Esto es una pasión y para quien nunca estuvo con cerca de las abejas o no tiene idea de ellas, los invitamos a conocerlas y a estar en contacto con ellas”, dice esta familia apicultura como conclusión.
Los felicito por el aporte a la apicultura.
Tenemos colmenas en Charalá, finca Las Delicias, y nos interesa aprovechar sus conocimientos y adquirir reinas