No hay que remontarse muy lejos en la historia para advertir el daño que el cierre de las exportaciones de carne provocó en el entramado ganadero de Buenos Aires, la principal provincia ganadera del país, en especial entre los criadores de la Cuenca del Salado, donde está el 20% del stock de vacas del país.
A pesar de ello, leal a su movimiento político, el gobernador bonaerense Axel Kicillof acaba de manifestarse a favor de la decisión del Gobierno nacional de suspender 30 días las exportaciones de carne. Consideró que se trata de una medida “para reordenar el sector y que abastezca el mercado interno a precios razonables y rentables”.
Es decir, utilizó la misma muletilla que el presidente Alberto Fernández, quien anunció la medida el lunes en una reunión con los grandes frigoríficos exportadores.
“Lo que no podemos hacer es que la carne se vuelva inaccesible para los argentinos. Tiene que haber precios razonables y rentables, pero no estamos en condiciones de que alguien tenga ganancias extraordinarias en una pandemia”, sostuvo Kicillof, que de esta manera se alejo de los planteos de los gobiernos de otras dos importantes provincias ganaderas: Santa Fe y Córdoba se mostraron en contra de la medida.
En declaraciones al canal IP, el gobernador aseguró que el presidente “identificó el mercado de la carne como que había que armonizarlo de otra manera y es lo mínimo e indispensable que se espera de un gobierno”.
“Primero hay que abastecer al mercado interno y que el resto se exporte”, consideró Kicillof, Y advirtió que la carne debe llegar a las góndolas a “precios razonables pero con rentabilidad para el sector”.
Agregó que si bien “se abrió el mercado de China que no tiene fondo por lo inmenso, todo no se puede exportar. Hay que llegar a un acuerdo para abastecer el mercado interno y que el resto se exporte”.