La decisión del gobierno argentino de suspender las exportaciones de carne bovina se presenta justo cuando la demanda china está en pleno proceso de aceleración de importaciones originadas en el Mercosur.
En los últimos días comenzaron a recalentarse las órdenes de compras de importadores chinos de carne vacuna, lo que hace prever una suba importante de los valores del producto de exportación un mercado que ya viene más que sostenido porque la oferta no logra seguirle el ritmo a la demanda.
En ese contexto –tal como anticipó Bichos de Campo– cabía (antes del anuncio del gobierno de Alberto Fernández) esperar una suba considerable de precios, que ya se había insinuado la semana pasada, cuando el valor de referencia del novillo pesado en el estado brasileño de San Pablo estuvo a un paso de superar los 4,0 u$s/kg, según el indicador elaborado por el Centro de Estudos Avançados em Economia Aplicada del Esalq/USP.
Si la Argentina se retira del mercado durante un mes, Brasil será el principal ganador de esa decisión, dado que los importadores chinos tendrán que ajustar precios para completar las importaciones programadas de carne bovina sudamericana, región que es el principal proveedor chino de ese producto (considerando a Brasil, Argentina y Uruguay, porque Paraguay no participa del negocio al tener vedado ese mercado por el hecho de reconocer a Taiwán como nación independiente).
La cuestión es que no existe en el mundo una nación –ni siquiera el gigante brasileño– con capacidad de reemplazar la virtual desaparición de la oferta argentina de carne vacuna, lo que implica que se trata de todo un desafío para los importadores chinos, quienes podrían optar, eventualmente, por diversificar la originación de otras carnes en diferentes regiones del orbe para cubrir el “bache”.
Otra cuestión no menor es qué sucederá con los contratos en curso con importadores chinos y, más importante, qué ocurrirá luego de los 30 días del cierre temporal de exportaciones, dado que la importación de proteínas cárnicas es considerada por el gobierno central chino como una cuestión de seguridad nacional (gestionar la alimentación diaria de unas 1400 millones de personas, en una nación deficitaria de alimentos, no es algo para tomar a la ligera).
En cualquier caso, la decisión argentina llega en el peor momento si consideran los intereses de los compradores chinos (clientes), y en el mejor momento en función de los intereses de los países exportadores de carne (competidores) en los cuales prevalece el respeto a la libertad humana.