Sebastián Sosa es ingeniero mecánico y trabaja como investigador en un área especial del INTA San Juan, en el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) región Cuyo. Allí se ocupan de desarrollar y validar tecnologías orientadas a explotaciones de menor escala. Como Sosa se especializa en maquinaria agrícola y energías renovables, le tocará analizar cómo funcionan los pequeños biodigestores en pequeña escala desarrollados por una empresa local. Y sobre todo deberá investigar como el biofertilizante resultante de ese proceso se adapta a los cultivos locales.
Estas pruebas se desarrollarán en varias zonas del país, de la mano de un convenio de cooperación técnica entre el INTA y la empresa Econer, ubicada en Campana, que fabrica biodigestores en bolsa. Se han distribuido distintas bolsas para hacer este análisis. La idea ers que estas innovación que permite tratar los desechos orgánicos pueda ser aprovechado por la agricultura familiar.
Se trata de una bolsa negra tubular, flexible y de ciclo semicontinuo a la cual se ingresan desechos animales y orgánicos, se los degrada y como resultado arroja dos subproductos: Biogás y Biol (o fertilizante líquido).
“Podemos ingresar al biodigestor la materia orgánica por un lado y los desechos animales por el otro, o bien colocar ambos sustratos mezclados para que este los digiera en su interior y nos de como resultado el biogás y el biol”, explicó Sosa a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa a Sebastián Sosa:
El investigador describió que “el biogás es básicamente metano y dióxido de carbono y se puede emplear para generar energía o bien producir calor en una hornalla para cocinar alimentos. Y el biol es un biofertilizante líquido que tiene todos los nutrientes que podría tener un fertilizante artificial, pero la diferencia es que este suma microorganismos con lo cual tiene mucho más poder de fertilizante y es más natural”.
Respecto del convenio establecido con Econer, Sosa manifestó que la idea con el biodigestor montado es “hacer un trabajo de validación tanto social como técnica entre la empresa y el INTA”. Remarcó que es fundamental dado que muchos productores no pueden acceder al gas natural o envasado, además de que su costo es elevado, y entonces podrían aprovechar el biogás generado en la bolsa biodigestora, y también el biol producido para utilizar en sus cultivos y huertas.
En referencia a las pequeñas maquinarias en las que trabajan desde el IPAF región Cuyo, Sosa declaró que como San Juan y Mendoza son zonas productoras de vid por excelencia, han trabajado en el desarrollo de un artefacto que realice la cosecha asistida de uva, considerando que el trabajo manual es complejo y que es difícil conseguir gente que realice la tarea.
Se trata de un prototipo de “banco mecánico” diseñado para pequeños viticultores, de fácil construcción y que evita a los cosechadores subir la escalera para descargar los tachos de uvas en la caja del camión. “Es difícil de conseguir gente para cosechar de modo manual pero también es una tarea que implica riesgos porque la persona debe subir a un banco de cosecha y tiene que recorrer cerca de cinco kilómetros diarios”, enumeró Sosa en la lista de problemas a los que se enfrentan a la hora de trabajar la vid en la región.
La solución que ofrece esta maquinaria que desarrollaron en IPAF Cuyo es subir la uva desde el nivel del piso, hasta el camión que la carga, lo que implica un alivio para el trabajador y avanza hacia la mecanización de la cosecha.