Por Matías Longoni.-
Los militantes del kirchnerismo se quedaron sin un buen argumento para atacar a Mauricio Macri, uno de sus deportes favoritos. El consumo interno de carne vacuna, que había caído fuerte (casi 6,5%) en el primer año de gobierno de Cambiemos, tras las primeras medidas para acomodar la macroeconomía (en especial la devaluación), volvió a crecer de modo veloz este año y ya roza los niveles que tenía antes del 10 de diciembre de 2015, cuando terminó la gestión de Cristina.
Los datos preliminares analizados por Ciccra (Cámara de la Industria de la Carne) indican que el sector produjo 2,6 millones de toneladas de carne (res con hueso) en los primeros once meses de este año. Poco menos del 10% se exportó y el 90,4% quedó en el mercado doméstico, lo que equivale a una oferta de 2,36 millones de toneladas. Este volumen (las importaciones casi no existen) es el que debe dividirse por la población para estimar el consumo promedio por habitante, sin contar caniches pero sí viejos y chicos.
Entre 2015 y 2016 ese indicador había caído fuerte y eso desató todo tipo de críticas de los kirchneristas al nuevo gobierno, al que acusaron de llevar a cabo un fuerte ajuste que impactaba de lleno en el consumo de alimentos básicos por parte de la población. Aunque algo de cierto había, en ese momento los analistas decían que se trataba más de un problema de oferta que de demanda, pero pocos los escuchaban desde el fragor de una pelea política en la que todo parece valer y todos hablan si saber. Ahora se confirma que en 2016 se recuperó la oferta, y a la par lo hizo el consumo.
En efecto, según el informe de Ciccra, entre enero y noviembre de 2016 se produjo 8,5% más de carne vacuna que el año pasado y los envíos de la industria frigorífica al mercado crecieron 204 mil toneladas. De ese “aporte extra”, los propios argentinos se comieron la mayor parte, con más de 165 mil toneladas. La exportación, que también creció, solo absorbió unas 40 mil toneladas adicionales.
Más oferta de carne implicó entonces un mayor consumo. Si se toman en cuenta los once primeros meses de 2016, cada argentino comió en promedio 58,4 kilos anuales de carne vacuna (unos 160 gramos por día). Esto implica una mejoría del 6,4% contra el consumo que se había registrado en el mismo periodo del año pasado. Y casi iguala los niveles de consumo que se registraban en 2015, antes de que Cristina Kirchner dejara el poder el 10 de diciembre. En ese momento cada argentino comía 58,8 kilos anuales o 161 gramos.
Es decir, apenas 1 gramo más de carne vacuna por día que en la actualidad.
Mirando el gráfico, un kirchnerista empecinado y con ganas de discutir podría replicar que los actuales 58,4 kilos per cápita están todavía diez kilos por debajo de los promedios que se registraron entre 2007 y 2009. Por cierto, cuando Cristina llegó al poder los consumos oscilaron en los 68 kilos anuales por argentino. Tomando ese dato, cada uno de los compatriotas llegó a consumir 186 gramos de carne cada 24 horas. El país era una fiesta.
Para abortar esa discusión inútil basta recordar que en 2006 el ex secretario Guillermo Moreno intervino los mercados de la carne, bloqueó las exportaciones y disciplinó a la industria frigorífica. Con precios bajos para el mercado interno, por cierto, el consumo se disparó, pero a costa de una de las liquidaciones más feroces que haya vivido la ganadería local: cuando llegó el 2009, los argentinos nos habíamos comido casi 8 millones de cabezas bovinas que nadie reponía, y el stock había caído de 56 a 48 millones de animales. Por eso el consumo bajó violentamente en 2010 a 57 kilos, por debajo del que se registra ahora.
La influencia de los precios de la carne sobre los niveles de consumo existen, claro está, pero no siempre son determinantes de lo que sucede en el mercado. También hay que analizar la oferta, ciertos cambios culturales (en todo el mundo occidental la ingesta de carnes rojas retrocede paulatinamente) y también lo qué sucede con las carnes sustitutas.
Para lo que va de 2017, el informe de Ciccra da cuenta de que la carne vacuna lideró las subas de precios al consumidor, con 15,3% desde diciembre de 2016, y que muy atrás se ubicaron las carnes porcina y aviar, con alzas acumuladas de 10,8% y de apenas 2,7% respectivamente. En el mismo período, el nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC) habría aumentado bastante más, un 21,1%.