Por Nicolas Razzetti.-
Los cambios en las políticas para el campo, como la quita de retenciones y de los ROE, sin dudas contribuyeron a una normalización en el comercio de granos y significaron un gran espaldarazo a la producción. Pero eso no eliminó todas las distorsiones dque existían en el proceso de formación de los precios. Por el contrario, las medidas pusieron en evidencia que no todo es transparente y que sigue habiendo descuentos “extras” por problemas en el circuito comercial. Ese es el caso del girasol.
“El cultivo no tiene futuro de volumen si el mercado no mejora”, sostuvo el consultor Alejandro Meneses, quien señaló que “sigue habiendo problemas en la formación del precio. Lo importante sería transparentar el mercado, que es el primer paso para el desarrollo de cualquier cultivo. Eso significa contar con mercados abiertos, pizarras, forwards anticipadas que incentiven al productor”.
La mayor parte del girasol que se produce se destina a la industria, que luego exporta el aceite. Prácticamente no existen negocios al exterior como semilla y eso, que debería ser meritorio, constituye uno de los grandes problemas para el cultivo. En la campaña pasada la industria compró casi 2,8 millones de toneladas de girasol, mientras que la exportación de semillas fue de apenas 108 mil toneladas.
Al no haber competencia de la exportación con las fábricas por la oleaginosa, dicen los especialistas, la formación del precio queda en manos de una sola parte de la demanda: las fábricas aceiteras. Algo parecido sucedió durante los años de la gestión de Guillermo Moreno con el comercio de trigo y maíz: no había competencia. Esto derivó en una trasferencia millonaria de recursos del sector productivo a la demanda (exportadores, consumos de maíz y molinos harineros).
Con el girasol pasa lo mismo, no se paga lo que se debería, aunque en este caso no sucede por la intervención del gobierno en el mercado sino por fallas en el funcionamiento de la cadena de valor.
El Ministerio de Agroindustria informa un valor FOB de girasol de 335 dólares y un FAS (capacidad de pago al productor) de 5.300 pesos. Esas cotizaciones están lejos de las que informan los diferentes mercados locales de granos, en los cuales hay una amplitud de precios para el girasol mucho mayor a la que se observa en trigo, maíz y soja.
Hay valores para la venta disponible en la zona de Rosario cercanas a los 6.000 pesos y otras en puertos como el de Quequén de menos de 5.000 pesos. Por otro lado, en sus informes diarios la Bolsa de Comercio de Rosario informó precios del girasol para entrega de 300 dólares para una importante fábrica aceitera, mientras que algunos corredores ese mismo día -para ese mismo comprador y en las mismas condiciones- ofrecían 40 dólares más por tonelada. De todos modos son 35 dólares menos que el FAS informado por Agroindustria.
El analista Gustavo López cree que esa diferencia de valores obedece en parte a la baja disponibilidad de la mercadería en algunas zonas, lo que obliga a fletes muy caros que se reflejan en el precio anunciado.
Por su parte, el corredor Javier Buján coincide con Meneses en la falta de transparencia que existe para la formación del precio local del girasol. El corredor explicó que, dependiendo del momento del año, el descuento en el precio puede llegar a los 40 dólares por tonelada respecto de la capacidad teórica de pago de la exportación. Sobre una producción de 3,5 millones de toneladas se puede calcular un descuento en el ingreso de los productores de 1.000 millones de dólares.
Buján destacó que hay varias cuestiones por mejorar para lograr un mejor funcionamiento del mercado. En primer lugar, consideró que “hay que actualizar el estándar de comercialización”.
El mercado está dividido en dos partes, el de girasol común o condición cámara y el alto oleico, que tomó vuelo por los premios en los últimos años y generalmente se produce por contrato.. Pero en el medio quedaron muchas variedades que no están comprendidas en ninguna de estas dos puntas y que terminan siendo castigadas ya que no califican como alto oleico. Entonces se las paga como condición cámara.
“El girasol cámara puede tener hasta 39,5% de ácido linoleico y el alto oleico debe tener más de 80%, el que está en el medio no recibe premios sino castigos”, agregó Buján.
El corredor explicó además que se requiere de la segregación por tipo para atender mejor a la demanda. “Por no tener bien definidas las condiciones comerciales salió girasol para determinados destinos que no pedían esa mercadería y eso fue castigado por los compradores”, indicó.
Además señaló que hay un problema vinculado a la cuestión sanitaria: “Las fábricas piden que no se lo fumigue porque si aparecen residuos hay castigos comerciales e incluso rechazos. Pero el Senasa al mismo tiempo restringe la circulación con insectos vivos, y entonces el productor tiene ahí un problema”.
En coincidencia con Meneses, Buján considera que es necesario recuperar la exportación de semillas porque esto generaría más competencia. “En 2016 arrancamos la campaña con un valor por tonelada de us$ 265/270 y cuando apareció la exportación se fue a us$ 300 de golpe y las fabricas acompañaron. Pero para eso primero el sector privado y el público deben acordar las correcciones necesarias a los estándares de comercialización”.